La dinámica de
las relaciones políticas y económicas internacionales demuestra la inevitabilidad
de la convivencia de las naciones, más allá de cualquier diferencia entre
ellas. Los tiempos de la Guerra Fría quedaron atrás hace mucho tiempo y la
cooperación compromete al mundo, a pesar de la existencia de intereses que
procuran hegemonías.
John Kerry y Jaua, muy sonrientes... |
La
interdependencia sale a relucir en todas las actividades humanas y es de
excepcional importancia en áreas como la científica y la búsqueda de soluciones
para el aumento de la producción de alimentos, sin excluir siquiera asuntos que
no hace mucho eran impensables: Hoy, por ejemplo, grupos de abogados de la
comunidad internacional trabajan en el diseño del Derecho Espacial, para
regular la exploración, uso y explotación del espacio y de los cuerpos
celestes, los vehículos que por ellos circulan, etc., es decir, preparan las naturales
relaciones jurídicas.
La cooperación no
implica, por supuesto, que estemos a un paso del fin de las injusticias, de las
guerras o de las dictaduras. Menos aún quiere decir que los grandes avances
logrados nos coloquen en la víspera del paraíso terrenal, que algunos predican
sin fundamento y solo por razones demagógicas.
¿Y a propósito de
qué viene esa perorata? Ahh, muy sencillo: Después de haber gritado hasta la
saciedad cualquier clase de improperios contra el gobierno norteamericano y “denunciado”
una conspiración internacional para derrocarlo, ahora el presidente venezolano,
Nicolás Maduro, ha descubierto que sin el imperio no sobrevivirá y que éste
puede serle útil en los actuales momentos de apremio. ¡Maduro ni siquiera tiene
papel higiénico!
Ese es el motivo
de la reciente reunión entre el canciller Elías Jaua y el secretario de Estado
norteamericano, John Kerry. Alguien le hizo ver a Maduro que, entre otras cosas
buenas para él, ese encuentro significaría el tácito reconocimiento del
gobierno de Obama al suyo, con lo cual le asestaba un golpe a la oposición y a
su excandidato presidencial, Henrique Capriles, que ha venido denunciando el
fraude electoral cometido en las elecciones presidenciales de abril.
No obstante, como
cada gobierno tiene sus intereses, la Casa Blanca reiteró de manera casi
simultánea su respaldo a la solicitud de que en Venezuela haya una revisión
transparente y creíble de los comicios.
Pero eso no es
todo. Están de por medio las tradicionales exportaciones petroleras venezolanas
a Estados Unidos, que van decreciendo de manera progresiva como consecuencia
del aumento de la producción interna de crudos y esquistos de Dakota y otras
áreas, así como de tecnologías para abaratar otras fuentes energéticas. Los expertos pronostican que en los próximos
años esos cambios elevarán los empleos en Estados Unidos y reducirán los precios
de la energía, con las consecuentes repercusiones internacionales.
El discurso
venezolano de los últimos años ha sido anti norteamericano pero, al mismo
tiempo, sus importaciones de ese país han llegado a la cifra sin precedentes de
60 mil millones de dólares anuales, porque ahora su aparato productivo está
paralizado y su economía es de puertos. Dejó de producir inclusive aquellos
alimentos que antes se exportaban o que, cuando menos, autoabastecían el
mercado nacional. Se estima que el total
de la deuda interna y externa de Venezuela ya roza los 300 mil millones de
dólares y los ingresos se dilapidan.
Eso quiere decir
que mientras el discurso va por un lado, por el otro se buscan formas de
convivencia que ojalá tuvieran repercusiones positivas. Pero el problema está en que en Venezuela
existe un gobierno ilegítimo, no democrático, que concentra todos los poderes
en un hombre incapaz y la corrupción está desbordada. La inseguridad campea.
Ese panorama no
es nada halagüeño para los venezolanos. ¿Qué hará el país en la medida en que
Estados Unidos continúe reduciendo su dependencia energética del exterior? Los
fletes del petróleo enviado a China son elevados, con el agravante de que buena
parte del millón de barriles de crudo que se le suministran corresponden al
pago de ventas a futuro, es decir, a dinero que ya se recibió y se
malbarató. ¡Mal futuro!
Desde hace tiempo solo se quedaba en amenaza la frase: "... si el imperio.... no habrá una gota mas de petroleo para ellos..." la cual empleaba HRCHF, siempre se ha necesitado los dolares del imperio
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