Cuando uno escribe como periodista y fija posiciones
sobre cualquier tema, queda, como es lógico suponer, expuesto a la
crítica. Así es y así tiene que ser, porque
sólo quienes se consideran dueños de la verdad se niegan a la posibilidad de
ser refutados.
Eso, además, le ocurre no solo a los periodistas, sino
también a políticos, a jefes de Estado y a todo aquel que para bien o para mal
tenga algo que ver con la opinión pública.
Escribo estas líneas en medio del calor abrasador y la
pegajosa humedad de esta época del año, cuando uno desea que por momentos sople
algún airecito refrescante. Pero no, lo que se siente es un anestesiante sopor
que casi lo coloca a uno en el desvarío y, además, los altos precios de la
energía son limitantes. Descosen el bolsillo.
La somnífera temperatura mañanera casi me hace olvidar
que ciertos amigos y otros no tan amigos, me han puesto en el disparadero de
sentarme a escribir sobre el controversial concepto con el cual me defino en mi
página web: Periodista independiente. ¿Independiente yo? ¿No será más bien una
falacia?
Pues bien, para satisfacer a esos lectores voy a entrar
en explicaciones, comenzando por la advertencia de que no me molestan en
absoluto las recriminaciones o los ataques irracionales de unos cuantos
chavistas. Eso, como antes dije, lo considero normal y natural. Me inquietaría mucho si no hubiera
discrepantes, porque de la controversia surgen conclusiones positivas. Así que
gracias a todos y, sobre todo, a los epígonos de esa “filosofía” que llaman
chavismo.
Cuando dije que soy independiente quise decir exactamente
lo que en el Diccionario de la Real Academia se describe como tal: “1. adj. Que
no tiene dependencia, que no depende de otro. 2. adj. autónomo. 3. adj. Dicho
de una persona: Que sostiene sus derechos u opiniones sin admitir intervención
ajena”.
Quise decir que desde hace años no trabajo para ninguno
de los medios de comunicación tradicionales y, en consecuencia, no estoy sujeto
a cuidar políticas editoriales o a la autocensura. Digo lo que pienso y como lo
pienso, así de simple. En ese sentido
soy totalmente independiente, es decir, no dependo de nadie.
Ahora bien, a quienes me han escrito con intenciones
admonitorias o de descalificación, debo aclararles que no soy y nunca he sido
un eunuco político. No. Muy por el contrario, quienes me conocen y me han tratado
saben que tengo mis ideas. Son convicciones firmes que comienzan por el rechazo
a todo tufo autoritario, totalitario. Soy antimilitarista y por eso desde el
momento mismo de la aventura sediciosa de 1992, consideré a Chávez un hombre
falso y un golpista fracasado.
Soy pluralista y creo en la necesidad del debate, en el
respeto al adversario. Eso, por
supuesto, no está en la esencia del régimen del primitivo Nicolás Maduro, como
lo prueban las golpizas a que han sido sometidos muchos opositores y las
truculencias mediante las cuales él fue investido Presidente. En ese sentido no soy independiente y no
podría serlo. ¡Así de simple!
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