El ex ministro está obligado a revelar todo lo que guarda de la corrupción chavista-madurista
Ricardo
Escalante
Ahora cuando Jorge Giordani está en el centro de las
miradas de los venezolanos, bien valdría la pena analizar si sus denuncias
contra el gobierno son pálidas frente a la montaña de sus responsabilidades en
la catástrofe nacional o sí, por el contrario, es necesario investigarlas a
fondo.
Digo esto a propósito de la lluvia de ataques que ahora
cae contra el “monje” que nada tiene de monje y sí mucho de Rasputín, pero
esto, por supuesto, es harina de otro costal al lado de lo más trascendente en
este momento: la fehaciente incapacidad de Nicolás Maduro para gobernar y la
corrupción que deshilacha a Venezuela.
No en balde Giordani debe tener una catedral de archivos
probatorios de sus afirmaciones contra el supuesto zar de la economía
venezolana, Rafael Ramírez, que ha dejado en escombros al país mientras él ha
pasado a figurar entre los hombres más ricos del mundo. Algo similar puede
decirse de Nelson Merentes y de otras figuras esenciales del régimen, que no
podrían resultar incólumes a la hora del balance final.
El Rasputín criollo no puede y no debe dejar las cosas
ahí. Él habló de sus orígenes, de su
conciencia revolucionaria y del compromiso con la sociedad nacional, lo que
quiere decir que ahora está obligado a explayarse en detalles sobre lo que
ocurre en Pdvsa, en el Banco Central de Venezuela, en los fondos chino, iraní y
otros, así como en el gobierno central. Su responsabilidad es hoy mucho mayor.
En medio de esta situación es además indispensable
preguntarse por qué Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Rafael Ramírez y otros,
han agarrado el rábano por las hojas frente al tema. Maduro salió primero
hablando de un posible nuevo destino burocrático para el ex ministro y, luego,
dejó correr la tesis insólita de la lealtad revolucionaria como sinónimo de
complicidad, en otras palabras, todo supuesto acólito chavista es cómplice de
vagabunderías. Diosdado y Ramírez han optado por el silencio cobarde porque le
tienen miedo a Giordani, quien conoce sus vidas y desfalcos.
Yo ahora, con mi descomunal ingenuidad, me pregunto por
qué el estólido Presidente no le reclama pruebas a Giordani y por qué Diosdado
y José Vicente Rangel no lo invitan a sus programas de televisión. ¿La
complicidad será más importante que la verdad?, me pregunto en este instante
revolucionado instante. ¿Querrán hacer como el gato?
Ahora bien, el asunto ha revestido una gravedad tan
grande que han inventado fórmulas para evitar que las denuncias del
planificador de la escasez, la especulación y la inflación, agarren vuelo en la
población chavista y ocasionen la explosión social que todo el mundo considera
inevitable. El caos total es insostenible. La anarquía y la ruina prevalecen y,
en consecuencia, Giordani tiene que presentar pruebas de sus denuncias
atómicas.
Todos sabemos que él es un fiasco en planificación
económica, pero tiene misiles que pueden hundir el Titanic de la corrupción y
la ineficiencia venezolana. ¡No se puede quedar callado!
@opinionricardo