Sara Suoto Strom, una científica sin estómago, busca el origen del cáncer. Los negros son más atacados por el de próstata en sus variedades más agresivas.
A pesar de la pobreza y las limitaciones
culturales, los mexicano-americanos son más longevos que los blancos y tienen
menor incidencia de la enfermedad.
Ricardo Escalante
Sara Suoto Strom,
dos veces PHD, investigadora de larga experiencia profesional en el tal vez más
importante hospital del mundo en materia oncológica, es al mismo tiempo un buen
ejemplo de que las cosas pueden transcurrir de buena manera cuando esas seis
letras que atemorizan a cualquiera, se diagnostican y tratan a tiempo. A ella
le fue extraído el estómago y su vida transcurre de manera satisfactoria,
aunque, por supuesto, no dispone de espacio suficiente para una abundante
comida. ¡Tampoco le preocupa!
Eso, claro, tiene
una explicación sencilla: La disciplina profesional le enseñó a ver el cáncer
de una manera natural. Por eso reaccionó
sin temores al saber que tenía una pequeña úlcera con células malignas y lo
recomendable era la gastrectomía total. No sintió temor. “Hay circunstancias en
las cuales uno no tiene opciones. Debemos ser pragmáticos. Si hay que hacerlo se hace y punto. Pero al
mismo tiempo, el hecho de estar rodeada de cáncer todo el día me da una
perspectiva distinta a la suya o a la de cualquier otra persona. Para mí eso es parte de la vida”…
Al escuchar sus
palabras le pregunto por qué, si la porción maligna era pequeña, le fue
extraída toda la bolsa estomacal. ¿Fue una medida preventiva?”
-No. No –me atajó-. La palabra preventiva no es
adecuada cuando el cáncer ya está diagnosticado. La pregunta debe ser “¿Qué es mejor, una
cirugía pequeña o una extensa?”, y quienes tienen la respuesta son los
cirujanos. Ellos lo deciden, y lo hacen
cuando hay la posibilidad de que pudiesen quedar células cancerígenas. Eso mismo ocurre en los casos de mujeres a
quienes se les practica la mastectomía total en vez de la parcial. Se extrae
todo el tejido que pudiera poseer células enfermas.
-No. No tengo
dieta especial, como de todo. Como muy
poco pero lo hago varias veces al día, como las mujeres embarazadas. Pero lo ideal
para todos es comer poco. No es saludable ingerir grandes cantidades de
alimentos. Quienes no tenemos estómago no absorbemos suficientes cantidades de
azúcares, pero yo no tengo problemas. Además, no me gustan mucho los dulces. En realidad yo nunca fui de mucho comer, ni
tuve problemas de obesidad.
-¿Qué reemplaza
la bolsa estomacal?
-Nada. La primera parte del intestino asume las
funciones del estómago. La comida llega directamente y ahí se digiere y
metaboliza.
-¿Son muchos los
pacientes a quienes se les extrae el estómago?
-No, porque la
mayoría de los casos se diagnostica en estado avanzado, cuando la cirugía ya no
ayuda mucho. Cuando el diagnóstico es temprano, las posibilidades de
sobrevivencia en distintos tipos de cáncer son altas. Existe una relación directa entre el
diagnóstico temprano y la tasa de sobrevivencia.
Del plancton al cáncer
Sara Suoto Strom
con su estilo sencillo y bonita sonrisa, es rápida en el diálogo. Va al grano.
Me interesé en entrevistarla al leer su larga experiencia académica y
profesional, y cuando llamé a su oficina imaginé que quien había respondido era
una asistente. “Yo soy la doctora Strom, dígame en qué le puedo ayudar”. Así
entablamos la conversación inicial, en la cual me advirtió que debido a un
inminente viaje suyo a la India me recibiría semana y media más tarde. Iba a Chennai, la antigua y legendaria tierra
de los tamiles, Madrás, a reuniones exploratorias para el desarrollo de planes
de colaboración sobre prevención de cáncer.
Ella estudió
biología en la Universidad de Buenos Aires (su curiosidad se desata con todo lo
que se mueve) y allá obtuvo su primer PHD en biología marina. Fue a trabajar a la Antártida chilena en
investigaciones sobre plancton, donde conoció a quien sería su marido, se
casaron y se trasladaron a Houston. En ese momento las investigaciones sobre
plancton no estaban muy desarrolladas y optó por regresar a la escuela de salud
pública. Obtuvo hace 25 años el segundo PHD y de inmediato se vinculó al MD
Anderson como especialista en medicina molecular, que estudia los potenciales
factores de riesgo genéticos y ambientales. Habla más inglés que español.
Mexicano-americanos
Recorrimos varios
temas hasta aterrizar en el de la numerosa población de origen mexicano en
Houston, a propósito de lo cual Sara Strom me contó que desde hace 12 años ha participado
en una investigación sobre cáncer en ese sector. La idea era comenzar con gente de menor nivel
educativo que ha vivido en Estados Unidos por pocas generaciones en un área cercana
a una gran autopista, lo que hasta ahora ha permitido ciertos hallazgos
interesantes. Uno es que esa gente es
menos propensa al cáncer que los blancos.
-¿Cómo se explica
eso?
-Todavía lo
estamos investigando. En la población
hispana –una etiqueta política colocada en Estados Unidos a quienes provienen
de países de habla española- se registran casos de cáncer de hígado, por
ejemplo, aunque en menores tasas. Al mismo tiempo, parece haber en ellos la
posibilidad de mujeres jóvenes con cáncer de pecho. El estudio aún continúa y
es temprano para tener conclusiones definitivas. No obstante, podemos señalar que en los
hispanos hay menor educación, muchos viven en zonas pobres, donde los
supermercados no venden productos de buena calidad, frutas frescas y, sin
embargo, no tienen tanto cáncer y su expectativa de vida es mayor que en los
blancos. A pesar de tantos aspectos negativos viven más. Eso es algo difícil de medir y todavía no
tenemos una explicación.
Cáncer de próstata en negros
En razón de su
experiencia en investigaciones sobre cáncer de próstata, le pregunté a Sara Strom
si existen diferencias significativas de la incidencia de la enfermedad según
las razas. La respuesta no se hizo esperar: Sí.
-Se Ha comprobado
una mayor incidencia en los negros y, en adición a eso, se ha observado que son
más afectados por los tipos más agresivos de cáncer de próstata. Todavía se estudia si ésto guarda alguna
relación directa con aspectos genéticos o con limitaciones en el acceso a la
salud pública, pero es algo que llama la atención.
Los equipos de
estudio en los cuales interviene la doctora Strom son multidisciplinarios. “Las cosas son tan complicadas en una
investigación, que uno no puede hacerlo todo. Tenemos un programa de estudio
acerca de qué es lo que causa el cáncer, los factores de riesgo. Yo hago una parte. Trabajamos con los oncólogos, que nos
entregan la información de la parte clínica.
Yo trabajo con cuestionarios”.