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domingo, 13 de diciembre de 2015

Henry Ramos

Ricardo Escalante
Hay ciertos personajes que ahora opinan como si hubiesen estado libres de pecado en los grandes desaguisados nacionales, y lo hacen como si Venezuela fuera una caja de Pandora que se puede manejar con improvisaciones y sorpresas.  ¡No aprenden! No terminan de entender que la población sufre penurias sin precedentes, que todas las instituciones están deshilachadas y ha llegado la hora de ser reflexivos.
  
Inmediatamente después de conocidos los resultados electorales del 6 de diciembre, luego de la borrachera de gloria que nos envolvió a todos, vimos signos inquietantes de inmadurez en ciertos aprendices de diputados que todavía no saben cuál es la función de la Asamblea Nacional. Empezaron a hablar como si la AN pudiera asumir las funciones del Ejecutivo y, por supuesto, de manera simultánea vimos la testarudez ramplona de Diosdado Cabello y de Nicolás Maduro.

Asimismo, las redes sociales se inundaron de comentarios a favor y en contra de los aspirantes a la presidencia de la AN. Claro, hubo también algunos inteligentes, ponderados, que llamaban a la tranquilidad, como debía ser.

Poco después el canal chavista Globovisión difundió una entrevista a Henry Ramos Allup, en la cual saltaban a la vista su dominio de la materia constitucional, la madurez política, la inteligencia, cultura y capacidad para debatir de manera reposada, sin las estridencias y exclusiones características de la vida venezolana de los últimos 17 años. ¿Quién tiene mejores credenciales?  Es posible que lo haya pero nadie sabe quién es ni dónde está. ¿Quién tiene mejores habilidades para la negociación política?  Deberíamos aceptar que eso no se produce ni de la noche a la mañana, ni crece en todas partes como la hierba mala.

Por lo demás, hay quienes descalifican a Ramos Allup por adeco, porque encuentran en AD el símbolo de lo que una vez hubo en el país y nunca más deberá volver.  Ahh, pero olvidan algo elemental: el país vive un delicado momento que reclama un líder preparado en las artes parlamentarias, con probada habilidad para la negociación política, corajudo, capaz de aguantar ataques sin perder la paciencia y de poner en su sitio a los afectados por cualquier variedad de sarampión. Alguien que inclusive no despierte celos entre los aspirantes a suceder a Nicolás Maduro en Miraflores.

Por ahí circula, además, la tesis de que la presidencia de la AN debería rotarse, cosa saludable pero nada extraña, porque su directiva se elige para períodos de un año. Más aún si quien ejerza el cargo incurriera en impudicias, pero, por supuesto, llama la atención el hecho de que los enemigos de la vieja política no hubiesen esgrimido las banderas de la no reelección para otras posiciones como la Presidencia de la República y las gobernaciones y, por qué no, para de sacar de juego a esos candidatos presidenciales eternos, desbocados, propietarios de una cadena meteduras de pata monumentales. ¿Por qué no pensar en candidatos presidenciales nuevos, distintos, preparados?

En la Cuarta República hubo figuras de portentoso valor democrático como Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Jóvito Villalba, cuyas lecciones no podemos olvidar, y conversos como Pompeyo Márquez, Américo Martín, Teodoro Petkoff y otros, que en el Parlamento y en la calle hicieron contribuciones leales a la democracia. Ellos y muchos otros protagonizaron hermosos pasajes de la historia nacional en los cuales Ramos Allup se horneó a fuego lento.

Digo estas cosas porque, como si fuera poco, desde el comienzo del chavismo no he visto el surgimiento de liderazgos con el coraje, la cultura y la inteligencia de los hombres citados, que con tanta urgencia necesitamos.  ¡Ojalá nazcan pronto!

Por todas esas razones, creo que Henry Ramos Allup es imprescindible para lo que viene ahora, cuando la cordura será relevante para afrontar sin pasiones y con cabeza clara un proceso de transición hacia la vida democrática, porque el chavismo nos perjudicó hasta los tuétanos. ¡Así de sencillo!

sábado, 5 de diciembre de 2015

!A votar contra la dictadura!

Ricardo Escalante
Como venezolano nada ausente de los problemas del país, no puedo menos que proclamar mis deseos porque las elecciones legislativas de este domingo revelen el hastío colectivo frente a un régimen que durante 16 años ha manipulado y estropeado los sentimientos de las masas.

Debemos admitir que hay quienes con ingenuidad o de manera tendenciosa establecen diferencias entre el estólido Nicolás Maduro y su mentor Hugo Chávez, para presentar al teniente coronel como un angelito de ideas y planes, que sabía administrar y proveer bienestar a los desposeídos. ¡Nada más equivocado! Sólo los insensatos pueden creerlo.

Maduro y el repugnante Diosdado Cabello dilapidan los dineros nacionales a manos llenas, además de llenar sus bolsillos y oxidar los resortes morales de nuevas generaciones de ciudadanos. Maduro, su familia, Diosdado Cabello y la suya -contaminados por el tráfico de cocaína, opio y otros estupefacientes-, en su desesperado esfuerzo por retener el poder, ni siquiera ocultan la intención de ganar las elecciones legislativas a lo Jalisco, cuando todo el mundo sabe que más de 80 por ciento de la población los rechaza.

Otra verdad del tamaño de una catedral es que las altas esferas de la Fuerza Armada Nacional están dominada por narcotráfico, contrabando y otras formas de descomposición.  El Cartel de los Soles, comandado por Diosdado Cabello, es pilar central de la dictadura.

Nunca como ahora en Venezuela hubo pobreza, hampa, educación de baja calidad y jóvenes profesionales buscando cobijo en otros países porque en el suyo se agotaron las posibilidades de ascenso en la escala social. ¡Ni siquiera hay papel higiénico! Pero, por supuesto, la pregunta de fondo es de quiénes es la responsabilidad del enorme desaguisado y qué podemos hacer ahora, porque el estado actual de cosas no debe y no puede seguir.

Es inevitable repetir por enésima vez que estamos donde estamos por culpa del siempre estirado doctor Rafael Caldera y su infinito egoismo, así como por los eternos conspiradores de oficio –entre los cuales hubo muchos directores de medios y periodistas jugaban roles protagónicos para luego pasar facturas-, y por muchos más que apostaron a un militar militarista.  Ahora hay arrepentidos bien conocidos que purgan sus culpas.  ¡Esa es una inocultable la verdad!

Así llegó Hugo Chávez llegó con su desbocada ambición, crió sus cuervos, los engordó y los puso donde están. No podemos olvidar tampoco aquellos chavistas de uña en el rabo -al estilo de Jorge Giordani-, que no solo admitieron la existencia de corruptos que saquearon más de 200 mil millores de dólares del Erario, utilizando “prósperas” empresas de maletín.  ¿Y qué pasó?  Pues nada, porque Chávez no solo amparaba a sus funcionarios, sino que colocaba a su familia donde hubiera para que esquilmaran a la República, mientras él maldecía a la IV República y transmutaba en gramsciano con aquello de la hegemonía cultural. No era inocente.  En su época los ingresos petroleros superaron un billón de dólares que, por supuesto, no sabemos adónde fueron a parar.

Los Chávez medraron y se enriquecieron a la sombra del poder y ahora les resulta difícil ocultarlo.  Son ostentosos y frecuentes visitantes de centros sociales de gran lujo en cualquier rincón del mundo, mientras el ciudadano de a pie lucha a brazo partido por un kilo de harina PAN, o medio kilo de carne o una medicina.  Frente a eso no podemos permanecer inactivos. ¡No!  Por eso, como ciudadano a quien le duele su tierra, invito a votar y a la defensa del voto en las calles, para salir cuanto antes de la crisis que ahoga al país.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Lo que está juego

Ricardo Escalante
Nunca antes una elección legislativa latinoamericana captó la atención mundial como esta venezolana del 6 de diciembre. La razón es sencilla: lo que está en juego es el rescate de las libertades y los derechos individuales y colectivos, conculcados como en las peores dictaduras de cualquier signo.

Por eso un calificado grupo de ex presidentes actuarán como de testigos de excepción y numerosos corresponsales de medios internacionales que llegaron con sus equipos ya envían reportes no solo sobre el clima electoral, sino sobre el racionamiento de medicinas, alimentos y otros productos de consumo masivo, sobre el régimen de presos políticos y torturas, y sobre los chantajes y otras actividades de las claques del poder. Los periodistas transmitirán la verdad sobre el conteo de los votos.

¿Qué va a ocurrir después del domingo? Todo dependerá de los resultados y del comportamiento del gobierno y de todos los órganos del Estado -por él controlados de manera férrea-, así como de la capacidad de reacción de la oposición reunida en esa entelequia denominada Mesa de Unidad (MUD) frente a las posibles torceduras de los resultados.

Después de meses de apatía, en las últimas semanas ha habido un interés creciente de los electores por concurrir a los centros de votación. Y así, en la medida en que la abstención sea menor, el voto castigo contra el régimen aumentará y, por supuesto, en esa misma medida Diosdado Cabello y Nicolás Maduro se sentirán tentados a desconocer una realidad que salta a la vista: la mayoría de los venezolanos está harta de la falta de papel higiénico, del robo de los dineros públicos y de que durante 16 años el chavismo lo haya manejado todo a su antojo.

Miles de electores fueron transferidos en forma inconsulta de un lugar a otro, candidatos relevantes fueron descalificados sin que mediara razón alguna, el diseño de los circuitos electorales se hizo para dar mayoría a los chavistas, las tarjetas de votación tienen irregularidades destinadas a confundir a los electores, la propaganda electoral fue abiertamente ventajista, nada garantiza la inexistencia de desvío electrónico de sufragios a través de la CANTV, las televisoras y emisoras de radio transmitieron interminables mensajes abusivos en cadena, manifestaciones opositoras fueron disueltas por la policía y por paramilitares.  Todo eso -sin que se hayan contado los votos-, configura un proceso comicial viciado y carente de sentido democrático.  Decir que en Venezuela hay un clima democrático es falaz y, como si fuera poco, nadie ignora que el narcotráfico es una de las fuentes de ingresos de Diosdado Cabello y de la familia presidencial.

Como si lo anterior hubiese sido poco, los empleados públicos, jubilados, pensionados y beneficiarios de las misiones –que ahora funcionan tarde y mal-, son objeto de presiones y obligados a participar en lo que llaman el 1x10, lo que quiere decir que cada uno de ellos deberá acarrear diez votantes a los centros electorales.  En las últimas semanas, en los barrios populares hubo un impresionante reparto de televisores, licuadoras, neveras y otros cachivaches chinos, como parte de la compra de conciencias.

Las intervenciones de Maduro y Diosdado Cabello en eventos transmitidos por televisión han sido dignos de Replay, sin nada que envidiar a las intimidaciones hitlerianas, estalinistas, castristas o pinochetistas. “Si perdemos iremos a la calle a defender la revolución y aquí no quedará nada”… Chávez decía lo mismo: “si pierdo, en el Este de Caracas no quedará ladrillo sobre ladrillo”, pero lo cierto es que la población descontenta jamás ha desaparecido y siempre encuentra formas de hacerse sentir.  Por eso los venezolanos han encontrado en las redes sociales una vía de escape y de comunicación inmediata, aunque, claro, también hay quienes las utilizan para tergiversar y mentir.

Todo hace presumir que el gobierno se declarará ganador de esta jornada electoral. Admitir lo contrario significaría para ellos correr el riesgo del surgimiento del indispensable equilibrio de poderes. “¡Eso nunca!”, dicen y repiten.  La Asamblea Nacional con mayoría opositora tendría que designar y poner en marcha una comisión de contraloría, tal como lo pauta la Constitución, que de de manera inevitable dejaría al desnudo las interminables irregularidades de todo género traídas por la revolución que no es.

Ahh, pero eso también demandaría o demandará un enorme desafío para la oposición, que por más de tres lustros ha carecido de liderazgo sólido, eficiente, inteligente, ausente de mensaje capaz de interpretar el sentimiento popular y de erigirse en alternativa frente al autoritarismo. Las pugnas y mezquindades que han estado a la luz del día en la MUD tendrían que ceder cause a la formación de partidos políticos consistentes, democráticos, con sentido de la dirección colectiva y del debate interno. No de otra manera la población entrará en desencanto total y caos, es decir, resurgirá el ambiente para un golpe militar de derecha o para una revuelta peor que El Caracazo. Pero, a pesar de las falencias de la MUD, los venezolanos no tienen otro camino que salir en masa a votar contra la dictadura, evitando caer en las triquiñuelas oficialistas. ¡No a la opresión!

miércoles, 2 de diciembre de 2015

El inquilino Díaz Rangel

Ricardo Escalante
Hay personajes que a fuego lento se labran una reputación profesional, política o de cualquier otro género, pero un buen o mal día deciden salir desnudos y gritar a los cuatro vientos que lo suyo había sido una farsa. A partir de entonces lo destruyen todo a patadas, con desconsideración hacia la sociedad que hasta entonces los había admirado, y con hambre atrasada comienzan -como el dios Zeus- a devorar a sus hijos.

Bueno, con el arribo de Hugo Chávez al poder, en los inicios de la etapa más ignominiosa de la historia venezolana, Eleazar Díaz Rangel descubrió que las innumerables generaciones a las cuales había dictado sermones de pulcritud ciudadana y periodística, ya no valían nada y que lo mejor para él era transmutar en plumífero de un régimen esquilmador de la riqueza nacional y violador de los derechos humanos. Decidió gritar que lo suyo era mentira.

Claro, EDR ya guardaba algo poco digno de revelar: durante el gobierno de Rómulo Betancourt había conspirado y participado en esas actividades “inocentes” de elaborar planes para sembrar zozobra en la población inocente. Eran los tiempos en que brigadas del PCV ponían bombas un día por aquí y otro por allá, asaltaban bancos, secuestraban aviones y asesinaban policías a mansalva.

En el curso de unas investigaciones, aquel gobierno decidió allanar una casa alquilada por el inefable Eleazar Díaz Rangel.  En ese lugar -escondite de una figura prominente del partido lugar y centro de reuniones “estratégicas”-, fue decomisado un cerro de documentos, uno de los cuales uno detallaba planes de magnicidio de uno de los pilares del Pacto de Punto fijo y tal vez el mejor orador venezolano de todos los tiempos: Jóvito Villalba. Ahora bien, ¿qué tenía que ver Díaz Rangel con todo eso? Tal vez mucho, tal vez nada.

Muchos años después, durante uno de nuestros frecuentes almuerzos en restaurantes de La Castellana, le hablé a mi amigo Pompeyo Márquez sobre aquella anécdota que me había narrado Carlos Andrés Pérez y que luego leí en sus Memorias proscritas. “Sí, esa casa era alquilada por Díaz Rangel.  Es la verdad!, replicó Pompeyo aunque sin abundar más.
Por fortuna, el magnicidio fue desmontado y varios implicados terminaron presos, pero Díaz Rangel todavía siguió por ahí con sus lecciones como si no hubiera pasado nada, actuando siempre, por supuesto, al estilo Zeus. ¡Así es la vida!

martes, 1 de diciembre de 2015

Díaz Rangel o el antiperiodismo

Ricardo Escalante
El periodismo cumple una misión social grande y grave, que va mucho más allá del deber de informar y de formar opinión, para desafiar sin temor el poder cuando los derechos civiles y políticos son conculcados.  No se trata de transformar el oficio en fe política, sino de exigir el cumplimiento de la ley a la hora de denunciar camarillas deshonestas.

Es larga la lista de hermosas lecciones de periodistas y medios que en distintas partes lo han hecho sin importar las consecuencias. Muchos han dejado sus vidas en el camino o han ido a parar a la cárcel o al destierro, pero la verdad siempre ha terminado por imponerse aunque los culpables no hubiesen recibido el merecido castigo.

Uno de los grandes ejemplos de esa lucha son Carl Berstein y Bob Woodward con la memorable investigación que culminó con la caída del entonces todopoderoso Richard Nixon en agosto de 1974, después de haber sido amenazados incluso con prisión. Claro, tanto The Washington Post como su director, Ben Bradlee, también se revistieron de coraje para respaldar a sus reporteros con una firmeza sin precedentes. Bradlee pasó a ser el director de periódico más importante del siglo XX en el mundo entero y el Post se transformó en una referencia global.

Viene esto a colación por los conceptos emitidos por Eleazar Díaz Rangel en sus columnas dominicales en Últimas Noticias, reiterativos de su apoyo irracional al peor y más opresor de los gobiernos venezolanos, que ha traído sufrimientos sin precedentes.  ¿Por qué, a pesar de su trayectoria profesional, Díaz Rangel devino en espadachín de un régimen abominable? Para dibujar una respuesta es bueno hacer un vuelo rasante sobre sus más de 6 décadas en la política y el periodismo en Venezuela.

Con trato amable, sonrisa a flor de labios y el aspecto a lo Dorian Gray que lo acompañó hasta hace pocos años, Eleazar se labró en la Universidad Central y en los organismos sindicales y profesionales, el respeto tanto de innumerables generaciones de noveles como de experimentados periodistas que veían en él un exponente de virtudes irrenunciables. Fue, además, un excelente reportero deportivo y un líder gremial portentoso.

En la juventud del Partido Comunista luchó contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Luego, cuando los desmanes de dictadura soviética quedaron al desnudo y Teodoro Petkoff publicó el libro Checoslovaquia, el socialismo como problema, el PCV se escindió y dio lugar al MAS, cuyos primeros años cobijaron a contingentes de izquierdistas que se negaban a aceptar el fracaso de sus quimeras. Así, montado en esa ola, el personaje de marras llegó al Congreso de la República en planchas del MAS y junto a otros hizo de la colegiación de los periodistas su bandera principal.

Ascendió a la presidencia de la Asociación Venezolana de Periodistas, de la Federación Latinoamericana de Periodistas y fue dirigente fundamental del Colegio Nacional de Periodistas, esgrimiendo valores esenciales de la libertad de prensa y expresión de los ciudadanos y, sobre todo, de los trabajadores de los medios. Eso lo proclamaba en la UCV, en el CNP y en la calle, hasta el día menos esperado, en que casi como por obra y gracia de los ángeles…

En los primeros meses de 1998 Díaz Rangel andaba alumbrado por la hermosura de Irene Sáez y su proyecto presidencial frívolo. No lo ocultaba, parecía ingenuo. Elogiaba las “ideas” de la reina de belleza y criticaba a Hugo Chávez cuando todavía los vientos no soplaban a su favor, pero cuando la candidata perdió el halo y ocurrió lo sabido por todos, el curtido periodista no resistió el embrujo del militar que -a pesar de los muertos y heridos de la trastada del 4F-, encandilaba a insensatos y oprtunistas.

Luego, mientras las brasas de la disputa entre los herederos de Miguel Angel Capriles ardían al rojo blanco y el olor a chamuscado era penetrante, el poderoso Chávez no vaciló para meter baza en el asunto.  Bastó la amenaza suya de inclinar la balanza judicial en el pleito, para que los Capriles López dejaran a Teodoro Petkoff agarrado de la brocha y lo reemplazaran en la dirección de El Mundo por el flamante Díaz Rangel, quien con el traje rojo rojito casi nuevo pasó poco después a dirigir Últimas Noticias. A la larga los Capriles vendieron la Cadena, que como la mayoría de los medios nacionales se convirtió en instrumento de mentiras y propaganda del régimen.

Con toda esa historia aquí comprimida, Díaz Rangel vino a demostrar que en el avanzado otoño él pudo haber sido el mismo de toda la vida... Había tenido posiciones políticas, gremiales y éticas invariables, ahh pero el despiadado transcurrir del tiempo hizo que la política y la ética sí se corroyeran y apestaran cada vez más. Él se escondía en su antifaz, pero…  ¿Díaz Rangel creerá ahora su propia historia?

viernes, 27 de noviembre de 2015

¡Contra el terror!

Ricardo Escalante
Los sangrientos hechos recientes de París y Malí demostraron una vez más la necesidad de combatir las manifestaciones de violencia en todas sus formas y en cualquier lugar, porque el peligro está no solo en Al Qaeda y el Ejército Islámico, sino también en otras organizaciones e individuos que se disfrazan de caperucitas para cometer atentados.

El terrorismo es tan antiguo como la existencia misma de los alucinados y puede presentarse en el momento menos esperado. Puede ser obra de grupos entrenados o de lobos solitarios. Hay casos estruendosos que sacuden a la humanidad por el método utilizado y por el número de víctimas, pero hay otros igualmente repudiables que no causan reacciones internacionales contundentes porque intereses geopolíticos lo impiden.

En Estados Unidos son frecuentes las matanzas protagonizadas por locos que de manera libre compran armas y municiones de distinto calibre, pero hay regulaciones que en distintos estados coliden con el ejercicio de las libertades individuales. Por fortuna, muchos de esos criminales mueren en la escena de los hechos, mientras otros son condenados a cadena perpetua o pena de muerte.

En Colombia, durante 60 años las FARC han sido autoras de cientos de miles de muertes, heridos, mutilados, secuestros, desplazados, torturas físicas y emocionales, violaciones y devastación de amplias zonas rurales y urbanas, a pesar de lo cual ahora fingen pureza angelical para reclamar inmerecidas garantías y derechos políticos. En ese largo recorrido se han financiado con narcotráfico, extorsiones, asaltos y connivencia con organizaciones y gobiernos con resortes morales tan reblandecidos como los propios.

Hay también formas de terrorismo nada fáciles de enfrentar y erradicar porque son planificadas y perpetradas desde la cabeza misma de gobiernos con líderes carismáticos, populistas, deshonestos, como Muamar el Gadaffi, capaces de incurrir en hechos como la voladura del avión de Pan Am en Lockerbie (21-12-1988), además de masacres en los aeropuertos de Roma y Viena. Para sostenerse en el poder, Gadaffi sembró terror y muerte en su país.

El gobierno liderado por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello encarna hoy una forma abyecta del terrorismo de Estado: presos políticos, asesinatos a malsalva, camarillas esquilmadoras de los recursos nacionales y vínculos con el narcotráfico internacional.

La historia es abundante en atolondrados que han dejado inmensos cementerios y traumas colectivos: Hitler, Stalin, Pol Pot, Mussolini, Sadam Hussein e innumerables en dictadores en África y América Latina. ¿Hay acaso diferencia entre quienes estrellaron los aviones contra las Torres Gemelas en Nueva York en 1991 y los desquiciados que se regodean con la destrucción de los pueblos por ellos gobernados? Pues creo que no, porque unos y otros son terroristas y merecen ser combatidos con firmeza aleccionadora. La única diferencia pudiera estar en que unos poseen poder letal prolongado y se escudan en investiduras de Estado.

Existen matarifes desalmados como Kim Jon Il –el más excéntrico de una dinastía que desde Corea del Norte ha mantenido el mundo en vilo con sus amenazas de devastación-, y que ha descubierto en asuntos baladíes las razones para acabar con alguna novia, tío u otro familiar, amigo o funcionario. ¿No se justificaría acaso una alianza efectiva para derrocar ese régimen primitivo que ha humillado, aislado a sus ciudadanos de cualquier forma de civilización?

Otra arista del problema consiste en la grave fragilidad de la memoria de los pueblos, que pronto terminan no solo por olvidar, sino hasta por rendir culto a la personalidad de ʺhéroesʺ como Hugo Chávez, con regímenes corruptos que persiguieron, torturaron, y clausuraron libertades y derechos civiles. Chávez creó bandas paramilitares para sembrar terror en sus conciudadanos.

Por eso, la lucha el Ejercito Islamico, Al Qaeda y otras organizaciones similares no puede tener pausa, pero al mismo tiempo no debemos pasar desapercibidas las distintas formas de terrorismo.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Impactos del precio del petróleo en América Latina

David Mares, experto energético californiano: En países importadores, como los centroamericanos, el Caribe y Chile, los efectos han sido beneficiosos, mientras en Venezuela ha sido un desastre como consecuencia de sus políticas.
Ricardo Escalante

Dr. David Mares


















Es apasionante ver los efectos dispares de los bajos precios del petróleo en las economías de América Latina.  En algunas, como las centroamericanas y del Caribe, esos efectos han sido los de un bálsamo, mientras en otras han causado daños de distintas magnitudes: Proyectos industriales se frenaron, los aparatos burocráticos demostraron sus debilidades y la pobreza aumentó.

Ningún país de la región ha sido ajeno a esta caída de precios con características muy particulares, tanto por la variedad y la potencia de los componentes como por el efecto prolongado. Para bien y/o para mal, las consecuencias se han hecho sentir desde México hasta Paraguay.

David Mares, experto en asuntos energéticos egresado de Harvard University, con larga experiencia en la investigación en grandes universidades, entre ellas la de California, el Baker Institute y otros, autor de una larga lista de libros sobre la materia, además de buen conocedor de las realidades latinoamericanas, aborda el tema en esta entrevista.

-¿Qué consecuencias han tenido en la región los precios bajos del petróleo?
-La incidencia varía.  No podemos hablar de consecuencias de manera uniforme porque los países son distintos y el impacto no es igual en importadores que en exportadores de hidrocarburos.  Para Chile, Centroamérica y el Caribe, esa reducción de precios ha sido beneficiosa, pero para Venezuela ha sido desastrosa.  Ahora bien, si se enfoca el asunto desde el punto de vista climatológico, entonces la incidencia es negativa en términos generales porque al estimular el consumo de petróleo también se estimula la contaminación.

-Hablemos desde el punto de vista de la producción de petróleo en la región…
-Hay países, como Argentina, México y Venezuela, en los cuales la producción petrolera ya tenía problemas cuando los precios eran elevados. Aún en ese momento no había los incentivos necesarios para que la producción fuera la que los gobiernos decían que iban a producir.  En Argentina eso ocurría no solo con el petróleo sino también con el gas; la producción en la zona de Presal, en Brasil, no estaba tan afectada por los precios como por las reglas oficiales. Las reglas en Brasil son la causa de que no se produzca lo que el gobierno decía que iba a producir. En Venezuela, al igual que en México, ya había serios problemas antes del desplome del mercado petrolero. Colombia es distinta porque sus reservas no alcanzan siquiera los niveles de Ecuador, y es un productor secundario de petróleo, lo que hace que al caer los precios la participación de ese sector en la economía nacional disminuya en términos relativos.  Ahora, Colombia ha sido bastante afectada en términos de su producción a corto y mediano plazo.

-Las tecnologías avanzan sin que el petróleo haya sido desplazado como gran fuente energética.  ¿Por qué?
-Porque la tecnología no se desvincula del mercado.  Cuando el precio de los hidrocarburos es elevado, se hace rentable la instalación de láminas solares, etc.; pero cuando ocurre lo contrario, entonces el uso de las fuentes alternas no es atractivo ni para empresas ni para el ciudadano común.  Los precios de los hidrocarburos no seguirán por mucho tiempo en los niveles actuales, que hacen imposible pensar que habrá avances en el desarrollo de las fuentes alternas.

-En los países del sur del Continente hay fuertes corrientes de viento.  ¿Podríamos pensar en la posibilidad del desarrollo substancial de la energía eólica en los próximos años en esa zona?
-La dificultad está en que no se ha inventado la manera de almacenar la energía y eso afecta, por supuesto, de manera substancial la generación eólica y solar. Siempre se requerirán otras fuentes alternas y, en consecuencia, las energías eólica y solar no dejarán de ser secundarias.  Lo que sí pudiera hacerse es utilizar más la energía hidroeléctrica, pero ahí surge un problema diferente: Hay movimientos ambientalistas, comunidades y otras organizaciones sociales, que la consideran no sólo contaminante sino destructora de bosques, ríos, pueblos indígenas. Se plantea, entonces, la pregunta de qué es mejor: ¿el uso del petróleo y el gas natural o la hidroenergía? Todos los países latinoamericanos tienen un enorme potencial para generar hidroenergía, pero eso requiere proyectos como el de Belo Monte, en Brasil, con grandes inversiones, tiempo y, sobre todo, la decisión política para llevarlos adelante.

-¿Sería posible alcanzar una tecnología sofisticada que reduzca la contaminación que causan los hidrocarburos?
-No. Los hidrocarburos siempre serán dañinos para el medio ambiente y, por tanto, para el clima en el mundo.  El gas natural contamina menos pero no deja de ser un hidrocarburo.

-Argentina, México, Brasil y Paraguay, tienen enormes yacimientos de esquistos.  ¿Pudiera lograrse una gran explotación de gas y petróleo mediante la fracturación hidráulica en esos países?
-Se piensa que hay un enorme potencial, pero no sabemos con exactitud cuál es el volumen de esos yacimientos.  Yo, que soy de California, le puedo decir que hace cierto tiempo se creía que en ese estado había un gran potencial de gas y petróleo en yacimientos de esquistos, pero después que se hicieron mayores estudios y exploraciones se descubrió que eso no se podía explotar por razones geológicas.  Uno nunca sabe hasta que se hacen las exploraciones y, por tanto, hasta ahora no sabemos cuánto gas y crudos puede haber en esos yacimientos de Argentina, México y Brasil.

-¿No es abundante el gas y el petróleo en las formaciones de esquistos del yacimiento de Vaca Muerta, en Argentina?
-Se sospecha.  En esa zona ha habido muchos hidrocarburos convencionales y se ha encontrado gas esquisto, pero no se ha extraído en volúmenes comerciales y no se sabe si ese potencial es real. Esa es la zona en la cual pudiéramos tener más confianza, pero se requieren mayores exploraciones. Sin embargo, el gobierno no ha ofrecido los incentivos suficientes para que eso avance lo suficiente.  Todo el mundo sabe que Argentina tiene mucho gas convencional, pero cuando el precio del btu se mantuvo en 2 dólares pues nadie se interesó en explotarlo y, por eso, ellos tienen que importar gas de Catar. El reto es hacer políticas que encuentren un balance entre las necesidades del pueblo y la rentabilidad necesaria para estimular la producción y, por supuesto, hacer que esas políticas sean creíbles por lo menos a mediano plazo.

-¿Cómo observa usted el panorama energético latinoamericano desde el punto de vista administrativo, de los gobiernos?
-No es un problema distinto a los que afectan a sectores económicos en la región.  El problema básico es que los gobiernos no tienen la transparencia administrativa suficiente para que el pueblo pueda ver lo que se hace con el dinero. En México, Brasil o Venezuela, el dinero entra pero la administración es oscura. Una parte se destina a la compra de favores políticos, otra a proyectos no rentables, etc. En el caso venezolano, en la última década se destruyeron las demás fuentes de riqueza para disponer sólo del petróleo. En México, país que produce tanto petróleo como Venezuela el ingreso petrolero representa un tercio de las divisas, mientras en Venezuela representa 97 por ciento. Argentina tiene agricultura y comercio; Brasil dispone de un sector industrial robusto, de agricultura y comercio.  En Venezuela el sector manufacturero y la agricultura se vinieron abajo y eso es un grave problema.