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martes, 29 de abril de 2014

Pistas de asesinatos de Estado

Ricardo Escalante
La muerte de ese personaje siniestro que era Eliézer Otaiza no puede ser vista como un caso más de hampa común, porque tiene todas las características de un nuevo episodio de venganza de las bandas delictivas de los altos niveles del gobierno de Nicolás Maduro. Es un hecho similar al asesinato del fiscal nacional del ambiente Danilo Anderson.

Eliézer Otaiza
Aunque en los últimos años estuvo menos expuesto a la controversia, Otaiza, al igual que Anderson (DA), se involucraba en actividades poco claras. Uno fue liquidado con una poderosa bomba, el otro a balazos. Uno estaba en el centro del huracán de las acusaciones sobre extorsiones y abusos de poder, el otro andaba de bajo perfil después de haber protagonizado aquel choque con una moto -bajo efectos de alcohol-, que causó la muerte de una joven que andaba con él como parrillera.
En la dirección de la policía política del gobierno de Hugo Chávez, a Otaiza se le conoció como un personaje agresivo, amenazante, que no se detenía a la hora de usar los resortes de ese organismo contra quienes discrepaban del autócrata.

Danilo Anderson
El crimen de Anderson, manipulado en forma escandalosa por el presidente Hugo Chávez y la Fiscalía General de la República, se convirtió en perversa excusa para cometer homicidios, torturas y persecuciones políticas. José Vicente Rangel, en aquel momento vicepresidente de la República, era señalado con insistencia como responsable intelectual de la muerte del Fiscal, pero nunca fue investigado y, en cambio, se fraguó una patraña como juicio. El Ejecutivo enturbió las pruebas de manera intencional.

En hechos separados, mientras “avanzaban” las averiguaciones que dirigía el fiscal General Isaías Rodríguez, integrantes de las policías chavistas cosieron a balazos a un investigador privado, Juan Carlos Sánchez, y a un abogado en ejercicio libre de la profesión, Antonio López Castillo, ambos relacionados con los cuerpos policiales. Según las versiones oficiales, se trató de enfrentamientos entre dos presuntos implicados en la muerte de Anderson y comisiones de organismos de inteligencia, pero todo resultaba extraño y las contradicciones saltaban a la vista.

Y aunque entre los decesos de Anderson y Otaiza existe una distancia de diez años, a la hora de analizarlos no puede ignorarse la presencia de algunos personajes que siempre han estado rodeados de enigmas. Así, por ejemplo, cuando Anderson fue asesinado, el actual ministro de Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, era director de la Disip, mientras el ahora ministro de energía eléctrica, Jesse Chacón, actuaba como ministro del Interior. Un fiscal del ministerio público, Hernando Contreras, formuló denuncias contra ellos por haber intervenido en una reunión en que se decidió  matar a varias personas que poseían informaciones comprometedoras para figuras fundamentales del gobierno. En esa lista estaban Sánchez y Castillo.

José Vicente Rangel
Surgen ahora, por supuesto, preguntas acerca de los intereses que se movían detrás de Eliézer Otaiza y a quiénes enfrentaba. ¿Había entrado en disputas con Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador? Contra Otaiza pesaban señalamientos de supuestos hechos de corrupción, pero había encabezado una supuesta lucha contra la corrupción y en varias ocasiones aseguró que tenía enemigos nada despreciables dentro de la revolución. No citó nombres pero…  Tenía una larga y estrecha amistad con el alcalde del municipio Libertador, Jorge Rodríguez, quien también ha sido citado en numerosas oportunidades por irregularidades administrativas.

 
Miguel Rodríguez Torres
Cuando los agentes policiales acribillaron al abogado López Acosta en la Plaza Venezuela, en Caracas, su teléfono celular fue incautado. En el estado de cuenta siguiente aparecieron registradas numerosas llamadas telefónicas a La Habana y a otras ciudades cubanas, sin que la Fiscalía General de la República y Hugo Chávez dieran explicaciones. 

Asimismo, hubo aspectos tan tragicómicos como aquel del “testigo estrella” contratado por Isaías Rodríguez (Geovani Vásquez) para descifrar los hechos y establecer responsabilidades, pero se comprobó que su testimonio había sido fraguado por el Ministerio Público y, en consecuencia, estaba viciado.  Vásquez era un estafador que estaba preso en Colombia en la fecha de una supuesta reunión de planificación del homicidio de DA, que decía haber presenciado. El fiscal definía a su testigo como médico psiquiatra, cosa también incierta. ¡Todo patrañas!

Esto da para mucho más. Prometo un segundo análisis, una vez que el ministerio de Interior y la Fiscalía General comiencen a generar hipótesis y a hablar de indiciados en el reciente crimen del teniente golpista. Las cosas no parecen fáciles para el gobierno.
@opinionricardo
 

lunes, 21 de abril de 2014

¡Loco de atar!

Ricardo Escalante
 Mi capacidad de asombro se agotó.  No solo se trata sólo de un ignorante supino en el ejercicio de un cargo de elevadísima responsabilidad, sino de alguien que a cada paso tiene manifestaciones extremas de irracionalidad y carece hasta de sentido del ridículo. ¡Hasta cuándo, Señor! ¡Hasta cuándo!

Ahh, pero él, Nicolás Maduro, y ese cuartelario que es Diosdado Cabello, pretenden hacernos creer que locos somos los demás.  Por eso, aunque bien claro tenía el concepto de alucinación, esta mañana investigué la definición contenida en el DRAE. Y aunque acertada, me pareció incompleta y acudí entonces a otros diccionarios, hasta que en ese viejo y aún indispensable Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora hallé la más precisa explicación: 

“Alucinación se llama a la percepción de algo que no existe, o bien, aunque menos frecuentemente, a la no percepción de algo existente”. Más adelante se dice:  “Los casos puros de alucinación son raros; por lo general, las alucinaciones se presentan mezcladas con la representación consciente de imágenes que no responden a situaciones objetivas externas.  En algunos casos las alucinaciones se refieren a estados internos, estáticos o cinestésicos, por los cuales el propio yo y el mismo cuerpo del que sufre la alucinación, se ofrecen a él de una forma totalmente alucinatoria: fenómenos de cambio de personalidad, sensaciones de alejamiento de sí mismo, etc”...

¡Ahí está!  ¡Eso es! El conocimiento de Ferrater Mora es el adecuado, el traje a la medida para definir a Nicolás Maduro, que no tiene siquiera idea de lo que ocurre en su entorno, vale decir, debemos aprontar la camisa de fuerza.

Cómo será de grave el asunto, que hasta ese embaucador ex presidente brasilero Luiz Inazio Lula manifestó su desconcierto al proponer un gobierno de coalición para Venezuela.  Lula es adorador de autócratas pero no loco. Es de izquierda pero no rayó en el delirio de perpetuarse en el poder, aunque sí le echaba leña al fuego con ese autócrata que era Hugo Chávez.

Ya harto de la ineptitud de Nicolás Maduro, hace unos días Lula propuso esa salida que él sabe que no prosperará y que no puede prosperar porque en La Habana no van a ceder el poder que bien controlan en Caracas. Lula sabe que no es posible un gobierno de coalición, pero lo planteó para decirle al mundo que Venezuela es un peligroso polvorín cuya temperatura aumenta de manera alarmante, y que las llamas pueden expandirse a toda la región. Las explosiones sociales se expanden como el fuego.

 Ahora el desquiciado anuncia una “revolución fiscal”, y lo dice a pesar de que en Venezuela no hay un sector económico productivo real, porque Chávez y él lo destruyeron todo. ¿Qué van a pechar?  Ha hablado de sustituir las importaciones para “cuidar los dolaritos”.  ¡Está loco de metra!  ¿Cómo vamos a sustituir las importaciones si el país dejó de producirlo todo?  Lo único que abunda ahora son los esquilmadores del Erario, los diosdados y los rafaelramírez cada vez más ricos.  ¿Los meterá presos?  ¡No sabe que está loco!
@opinionricardo

sábado, 19 de abril de 2014

García Márquez post mortem

Siempre será admirado y querido por los venezolanos, pero entre ellos deja sinsabores por su debilidad ante el tirano cubano.
Ricardo Escalante

Muchos escritores alcanzan notoriedad y hasta obtienen los más elevados reconocimientos, pero no están hechos para anclarse entre los grandes de siempre. Alcanzan una gloria efímera.  Hay otros que, por el contrario, son portentosos, hechos de una madera única que jamás se apolilla. Cervantes, Borges, Faulkner, Proust, Camus y Gabriel García Márquez, entre otros.

Desde su atropellada y fantástica niñez, García Márquez tenía clara conciencia de que la lectura, la libre imaginación y escribir eran lo que más le interesaba. Sus reportajes periodísticos, crónicas, artículos de opinión, cuentos, novelas y otros trabajos, tienen ese sello especial que lo coloca entre los mejores de todos los tiempos.

Pero como ser humano tenía sus debilidades, entre las cuales la más grande fue la atracción por una de las figuras más tenebrosas y nefastas del Continente: el dictador cubano Fidel Castro, responsable directo de más de 6 mil fusilamientos, decenas de miles de desaparecidos, torturados, encarcelados y desterrados, sin contar la miseria moral, política y económica en que sumió a su país.

Claro, uno tampoco podría ser injusto al atribuirle a ese pecado la gravedad extrema que no tuvo, porque en honor a la verdad no fue la excepción entre los grandes hombres de letras o del arte seducidos por dictadores atroces. No.  En América Latina misma hay otros ejemplos protuberantes, también con deslumbrantes méritos: Nada más y nada menos que Pablo Neruda y Jorge Luis Borges.
Durante décadas existió entre García Márquez y Fidel Castro una entrañable amistad. En distintas oportunidades, uno y otro hacían orgullosa referencia a sus largos encuentros, en los cuales debatían no solo asuntos literarios, sino otros espinosos de la política latinoamericana. Desde temprano habían sido obvias las simpatías de GGM por las tendencias de izquierda, que lo llevaron a trabajar incluso para el aparato informativo del régimen cubano y, por ese camino, casi sin darse cuenta fue atrapado por el malévolo encanto de Castro.

Para justificarse, lo más que llegó a decir García Márquez fue que eso había servido para lograr la liberación de presos políticos en Cuba, lo que, de paso, implicaba el reconocimiento a la inexistencia de libertad de pensamiento y el constante irrespeto a los derechos humanos en la Isla. 
En repetidas ocasiones anunció sus memorias, con análisis y reflexiones sobre el embrujo del poder, porque también fue amigo de líderes de muchos países, aunque en ningún caso alcanzó los profundos nexos que tuvo con el dictador del habano. Escribió con delicia la primera parte, Vivir para contarla, pero dejó en el aire muchas interrogantes acerca de la segunda y nos dejó colgados de la brocha, en la espera interminable. ¿Por qué?

Pablo Neruda era un sublime poeta comunista que alardeaba de su ateísmo y de su fe en la clase obrera. Pero es posible que de manera intencional o hasta con alguna dosis de ingenuidad, cayera en el exabrupto de calificar a la Unión Soviética de “madre de los libres” y a Occidente “basural”. La infinita ceguera en que lo encerró el dogma, lo condujo a alabar a Stalin de una manera censurable.  En uno de los versos tuvo el atrevimiento de decir: “Stalinianos. Llevamos este nombre con orgullo.| Stalinianos. Es esta la jerarquía de nuestro tiempo.| En sus últimos años la paloma| La Paz, la errante rosa perseguida, se detuvo en sus hombros | y Stalin, el gigante, la levantó a la altura de su frente.| Así vieron la paz pueblos distantes”.

En sus memorias, Confieso que he vivido, el soberbio poeta chileno hizo una breve, casi pasajera confesión de la pena que experimentó al recibir la noticia del demoledor discurso pronunciado por Nikita Kruschev el 25 de febrero de 1956, en el XX Congreso del Partido Comunista, con las denuncias sobre los feroces crímenes, la represión y el culto a la personalidad, de la dictadura de Stalin.

Ahh, y por supuesto, no puede dejar de hacerse referencia al estruendoso caso del maestro Jorge Luis Borges, uno de los sobresalientes escritores universales. Nunca nadie supo por qué un hombre de espíritu tan elevado, defensor del derecho de los ciudadanos del mundo al libre pensamiento, pudo lanzar una proclama como jamás se había visto a favor de ese desalmado asesino que fue el chileno Augusto Pinochet.

Al dispensarle una visita al tirano chileno septiembre de 1976, las afirmaciones de Borges fueron cuando menos desconcertantes:  “Es un honor inmerecido ser recibido por usted, señor Presidente… En Argentina, Chile y Uruguay se están salvando la libertad y el orden.  Eso ocurre en un Continente anarquizado y socavado por el comunismo”…

Lo anterior viene a confirmar que hasta seres de espíritu sublime son capaces de deslizarse hacia el culto a detestables asesinos con poder. Para los venezolanos, García Márquez será siempre admirado y querido por su obra, pero no están libres de algún resquemor por su debilidad ante el dictador cubano, que tan imperdonable daño ha causado a Venezuela.
@opinionricardo

viernes, 18 de abril de 2014

El García Márquez que conocí

Ricardo Escalante
En una de las tantas visitas de Gabriel García Márquez a Caracas le hice una breve pero para mí inolvidable entrevista.  Yo era un novicio reportero, él era un hombre relevante en el mundo de las letras con muchos amigos en Venezuela, donde había transcurrido una parte de su vida periodística, con sabores unas veces exquisitos y otras amargos.

Con su encantadora forma de ser costeña, más aún, a lo barranquillero, hablaba de todo con su proverbial naturalidad y  quería saber de todo. Con insistencia me preguntó por Miguel Angel Capriles, ese millonario que era dueño no solo del portentoso conglomerado de medios impresos que llevaba su apellido, sino también de edificios y muchas otras cosas.  También recordó los nombres de algunos buenos periodistas venezolanos.

Para quienes habían trabajado en la Cadena Capriles –García Márquez lo hizo al salir de la revista Momento-, Miguel Angel era un empresario ambivalente porque por un lado trataba a sus periodistas con cierto cariño y, por el otro, les pagaba mal. GGM quería saber de MAC – que así firmaba sus editoriales- y de cómo marchaban tanto la Cadena como El Nacional.

Nuestro encuentro, que comenzó como a las diez y media de una mañana de 1971, ocurrió en el lobby del grato Hotel Avila de Caracas, situado en la parte alta de San Bernardino, cuando la gente todavía iba a esa urbanización sin temor a dejar el pellejo en el camino.  Aquella época era distinta porque nadie soñaba que  los asaltos, robos y asesinatos, se democratizarían tanto como ocurrió en el chavismo.  El ya célebre escritor vestía una camisa de colores y flores escandalosas, blue jean y mocasines sin medias.

Mientras conversábamos en el lobby se acercó un desconocido de sonrisa amplia que lo reconoció, levantó los brazos y exclamó:  “¡Maestro, usted es cojonudo! ¡Cojonudo!..” Sin más, dio media vuelta y desapareció por donde había venido.  Riendo con inocultable satisfacción, GGM me miró y dijo: “¡Cojonudo!..  Esa es una buena palabra, ¿no te parece?..”

Un rato después GGM me preguntó si tenía sed, a lo cual asentí, mientras él agregaba que la suya era mucha, y sugirió que nos trasladáramos al bar cercano a la piscina. Nos instalamos en un par de cómodas butacas. Llegó un mesonero con la advertencia de que el expendio de bebidas comenzaría a las 12, frente a lo cual él replicó: “¿Ahh, eso quiere decir que entonces no estamos en Caracas sino en Londres?”, y le pidió al empleado que llamara a su jefe, que pronto se presentó y giró instrucciones para que nos atendieran.

El colombiano ilustre ordenó un brandy doble mientras yo me inclinaba por un jugo de naranja, cosa que causó una reacción de desencanto en el entrevistado: “No. Eso no puede ser. Tienes que tomar algo distinto para que podamos ir al mismo ritmo.  Eso ya me ocurrió una vez con un reportero de The New York Times. Él no tomó nada y días más tarde leí con asombro todo lo que yo había dicho en la borrachera.  Así que eso no va a ocurrir esta vez”…  Pues bien, pronto los efectos de mi bebida surtieron efecto en el estómago vacío y todavía más en la cabeza, puesto que yo no había desayunado.

Transcurrido el tiempo he descubierto que la copia que yo guardaba de aquella entrevista se traspapeló y ahora reconstruyo las cosas que de manera nítida quedaron en mi mente.  Entre mis papeles viejos aparecieron dos copias del testimonio del inolvidable encuentro:  Las fotos tomadas por mi amigo Jacinto Tovar, compañero de trabajo en El Carabobeño.

Un año después vi a García Márquez en la sede nacional del MAS (aunque no conversamos), durante el acto de donación a ese partido de la parte metálica del Premio Rómulo Gallegos. Estaba rebosante de alegría. El MAS, que despertaba ilusiones entre los decepcionados del comunismo, no había caído en el mar de contradicciones y oportunismo que poco a poco lo transformaron en esa sombra que apenas es hoy.  A dicho evento también asistió aquel hombre de tamaño físico descomunal y aún más grande en cualidad musical, que era el griego Mikis Theodorakis, autor del himno masista y también de muchas canciones adorables.
@opinionricardo

miércoles, 16 de abril de 2014

Vorágine de la hija menor de Carlos Andrés Pérez


De cómo Cecilia Pérez-Matos recuerda al ex Presidente.
Convivencia tumultuosa con Cecilia Matos, la madre. Cuándo, cómo y por qué una hermosa rubia la encantó y condujo a la unión formal.
Ricardo Escalante
Con el padre
En el rostro joven y simpático afloran con rapidez la sonrisa y el gesto natural que imprimen a la menudita Cecilia Victoria Pérez-Matos (CPM) el sello indubitable de hija del ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez. Es una abogada egresada de excelentes universidades norteamericanas que hace menos de tres meses contrajo matrimonio en Nueva York con la hermosa rubia Michelle Santill, una peluquera de celebridades de 30 años, con quien desde el primer cruce de miradas sintió que quería una relación de amor estable.

Hace ya tiempo Cecilia hizo de sus apellidos uno compuesto para evitar la confusión que a cada instante surge en Estados Unidos, cuando creen que el segundo es el principal, y, así, Pérez-Matos ejerce la profesión en Boca Ratón, cerca de Miami.

Los primeros recuerdos que guarda de su padre se remontan a la época en que vivía en la casa de El Marqués, en el Este de Caracas, cuando él llegaba después de largas jornadas, tiraba el paltó y la corbata en cualquier lugar y se acostaba en el piso a jugar con ella. La diversión era mutua. Algunas travesuras propiciadas por él se convirtieron en imborrables, como esa de capturar una cucaracha para que la niña la llevara en su mano e interrumpiera con sobresalto el sueño de la otra Cecilia, la madre.

La especial circunstancia de ser hija de un personaje que para bien y para mal tuvo mucho que ver con buena parte de la historia venezolana y latinoamericana del siglo XX, con hechos tan determinantes como la nacionalización del petróleo y del hierro y vínculos estrechos con Rómulo Betancourt -uno de los dirigentes políticos más relevantes de todos los tiempos en Venezuela-, hace indispensable hablar de lo que es hoy el país. Su voz es la de alguien que apenas sobrepasa los treinta años, reacia a los totalitarismos de cualquier signo, con una visión inconforme porque espera algo mejor.

En ciertos momentos CPM matiza la conversación con referencias a venezolanos de nuevas generaciones expulsados al exterior por las penurias impuestas en los tres lustros de arbitrariedades de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. En su conciencia está el peso del nombre de Carlos Andrés Pérez, pero no rehúye responsabilidades a la hora de emitir opiniones, críticas y hasta consejos.
Habla sin complejos sobre lo que es y lo asume con orgullo. Por eso vive la vida a su manera, sin permitir que la vida la viva a ella. ¡Qué importa el qué dirán!  En su relato desgrana cómo, por ejemplo, durante un largo tiempo los conflictos prevalecieron en la relación con su mamá como consecuencia de su inclinación sexual, que descubrió cuando tenía cerca de once años.  Las expresiones de amor de Cecilia Matos hacia la pequeña eran frecuentes, pero su carácter la hacía inflexible a la hora de abordar el tema que, por supuesto, daba lugar a los desencuentros. Al mismo tiempo, la adolescencia le imprimía a Cecilia Victoria el carácter rebelde y la ausencia de tacto a la hora de reaccionar. 

Cecilia, Cecilia Victoria, Maria Francia y CAP en Miraflores
La reconciliación definitiva ocurrió en las navidades de 2009, semanas después de haber sido sometida en un hospital de Decatur, Georgia, a una riesgosa operación en la cual le fue extirpado un tumor canceroso de tamaño importante que tenía en el vientre. Fue entonces cuando las cosas empezaron a mejorar.  “La operación se complicó y casi morí”, recuerda CPM.
Los padres recibieron la noticia en Miami cuando ya todo había pasado. Antes no, porque eso habría dado lugar a que en el instante menos indicado ellos descubrieran que Cecilia Victoria convivía con otra señora y, en consecuencia, se replantearan las situaciones incómodas.

Complicada relación familiar
“Mi madre y yo pasamos casi diez años peleando.  De mil y una maneras ella intentó cambiarme y yo traté de hacer lo mismo con ella, para que me entendiera. Intercambiamos muchos insultos, acciones desagradables, momentos incómodos. Ella solo aceptó que yo era gay cuando sintió que había estado a punto de perderme.  En ese instante casi no nos podíamos perdonar lo que había ocurrido entre nosotras por mi preferencia sexual, hecho que evitó que yo le contara a tiempo mi problema de salud.  Eso es algo que no le deseo a nadie”…  La relación entre CPM y Carlos Andrés era, por el contrario, de mucha fluidez.

En la conversación no hay referencias a sus medios hermanos, nacidos en el matrimonio con Blanquita Rodríguez de Pérez, así como tampoco a interioridades de la disputa judicial que se desató al fallecer CAP.

El ex Presidente se esmeraba en conversar con las dos niñas -María Francia y Cecilia Víctoria-, y, sobre todo, con esta última, que era la menor hija biológica. A cada instante les transmitía conocimientos variados. Luego, cuando los conflictos entre las dos cecilias estallaban, la adolescente esperaba que CAP se pusiera de su parte y le reconociera el derecho al desarrollo de su personalidad con independencia, pero se sentía defraudada cuando él le daba la razón a la madre.  “Ahora, ya adulta, lo entiendo. Él no podía desautorizar a mi madre, ni estimular los desencuentros con ella. Era un hombre amplio, de conocimiento universal, de variadas lecturas y un enorme mundo de relaciones amistosas y políticas, pero al mismo tiempo era un andino íntegro, con apego a los valores tradicionales”.

“Cuando cumplí 16 años él me escribió una carta hermosa que conservo, en la cual me hablaba de lo que debe ser el crecimiento individual, sin permitir influencias no apropiadas y otras cosas.  Entonces no la entendí, pero con el paso de los años la he releído varias veces y descubro un mensaje hermoso, de quien amaba de una manera especial a su hija y quería todo lo mejor para ella”.  

El flechazo de Michelle
“A Michelle la conocí por casualidad una noche en Florida, cuando fui a recoger documentos legales en la casa de la socia principal del bufete para el cual trabajaba. En ese instante Michelle llegaba al mismo lugar a entregar algunos productos para el pelo. Fue una reunión breve pero significativa. Su mirada me cautivó.  Unas amigas de Nueva York que me esperaban en el carro me preguntaron si estaba bien. Aparentemente era una persona distinta a la que minutos antes había bajado del carro”...
“No imaginé que esa mujer tan bella miraría dos veces en mi dirección.  Lo que sí sabía era que me encantaba y quería conocerla. Después de aquel encuentro le envié orquídeas, rosas, chocolates, poemas y casi la Luna, hasta lograr que saliéramos a cenar.  Esa noche pasamos más de cuatro horas conversando y riendo, y desde entonces no nos volvimos a separar”…

Con Michelle Santill, la esposa
Avanzada la relación, la pareja convino el matrimonio, que tuvo lugar en el City Hall de Riplay, un pequeño y frío pueblo situado al norte de Nueva York, elegido por razones de conveniencia geográfica para la asistencia de la familia de la novia, que es de Ohio. Con trajes elegantes y celebración. Fue una ceremonia civil preparada con antelación, oficiada por un funcionario que por coincidencia es ministro religioso. Michelle es madre soltera de un niño de cuatro años, Gabriel, concebido con un amigo para satisfacer el instinto maternal.
@opinionricardo
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