Ricardo Escalante
Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas Mendoza, es un
ingeniero industrial formado en magníficas universidades norteamericanas, que
ha continuado y profundizado la visión moderna de ese conglomerado que por
generaciones desarrolló su familia en Venezuela, y con su visión lo ha
extendido por el mundo.
Quienes lo conocen y han trabajado con él lo definen como
exigente, respetuoso y cordial. Un ciudadano preocupado por la educación y la
cultura, por el desarrollo humano integral, es decir, un inquieto por lo que
Venezuela comenzó a perder en forma vertiginosa desde los golpes militares de
1992 y la arbitraria forma en que el presidente Carlos Andrés Pérez fue
defenestrado, pero…
En sus
alucinaciones tropicales aderezadas en La Habana, el presidente Hugo Chávez amenazaba
repetidas veces a Mendoza con expropiar su vasto grupo industrial. Lo sindicaba
de ser responsable de la escasez de alimentos sembrada por la ineficiencia y la
corrupción oficiales, lo expuso al odio público y, como si hubiera sido poco,
una vez hasta dijo que para el oligarca Mendoza, Venezuela era un gran burdel
al que quería emborrachar con sus cervezas.
Mendoza, según Chávez, estaba empeñado en degradar la dignidad humana de
los venezolanos.
Ahora bien, ¿por qué ni Chávez ni el funesto heredero de
su proyecto político expropiaron ese portentoso grupo? Ahh, muy sencillo, porque alguien les
recordó que ninguna de las empresas estatizadas ha subsistido o mantenido su
rendimiento. La corrupción desenfrenada y la incapacidad dieron al traste con
todas ellas. Expropiar el conglomerado Mendoza iba a ser el palo a la lámpara
y, por supuesto, Lorenzo Mendoza hizo todo lo posible para mantenerse a flote y
aceleró sus planes en el exterior, donde no ha dejado de crecer un solo minuto.
Ahora, supongo yo, los lectores se preguntarán a cuenta
de qué vienen estas loas al dueño de Polar, cuando la característica de mi
ejercicio periodístico ha sido la irreverencia, la crítica razonable y también despiadada, que causa urticaria incluso a la
sensible piel de muchos de mis viejos amigos y, como es lógico, todavía más a
esos destemplados detractores que ignoran la indispensabilidad de la pluralidad
de las ideas.
Pues bien, tenía que hacerlo como paso previo para
señalar que el señor Mendoza se metió en camisa de once varas con un discurso
excelente para los intereses de quien, ¡por fortuna!, ya es visto en el
exterior como genocida y opresor de sus conciudadanos, que ata los destinos
nacionales a la vetusta dictadura de los hermanos Fidel y Raúl Castro. Y, claro, tenemos que entender a quien defiende
su fortuna y el terreno ganado por el meritorio trabajo de generaciones de la familia,
aunque, cómo es lógico, eso no se puede abstraer del conflicto que surge entre
los intereses particulares y los colectivos de los venezolanos.
En su desesperada
jerigonza filosófica sobre el trabajo en paz, Mendoza dijo, por ejemplo, que el
problema fundamental del país era económico y no político. ¡Qué barbaridad! Ahí
se le enredó el papagayo al confundir a Venezuela con la Polar, porque
Venezuela no es su conglomerado empresarial.
Es mucho más. Venezuela sufre una
debacle económica como consecuencia de la descomunal irresponsabilidad de Hugo
Chávez y su sucesor primitivo, que acabaron todas las instituciones del país,
crearon grupos paramilitares que hoy matan, torturan, hieren y siembran el caos
en las calles. No es que la debacle cayera del cielo. ¡No!
Hay un problema político que salta a la vista, porque la
gallina de los huevos de oro fue desmantelada, horadada en todos los sentidos,
y en el mundo energético internacional ya no juega el papel de otros tiempos. Ahh, pero Mendoza clama solo por una comisión
de la verdad económica. ¿Verdad económica?
Mendoza insinuó responsabilidades e hizo la sorprendente afirmación de
que no hay polarización en el sector económico, sin citar las causas de la
inflación, el control férreo de la sociedad y el rampante desempleo.
La intervención del empresario, hecha con lenguaje de
altura, parecía destinada a la Venezuela de otros tiempos. No obstante, a él,
por ejemplo, los atropellos a los derechos humanos, las invasiones a
propiedades privadas, las expropiaciones, los presos políticos, la corrupción,
las violaciones a la Constitución y otras cosas, no parecen importarle. Por eso habló como lo ha hecho después con
sus propuestas, y baila “pegao” con Satanás porque quiere salvar a Polar a
costa de lo que sea…, y es posible que hasta consiga negocios en la nueva
capital venezolana: La Habana.
@opinionricardo
Completamente acertado su análisis. El discurso olía a hipocresía, "el capital es cobarde", solo fue por interés propio. Además es muestra de ignorancia o de desinterés pretender que los únicos problemas aquí son los económicos y el político es subsidirario. Ese mismo día o el anterior, en el programa de César Miguel Rondón, HCR dijo (dos veces porque repitió la frase) que la crisis política era consecuencia de la crisis económica. La misma perla con diferente perro. Por eso la oposición está como está y por eso cuesta tanto ser solidario con los empresarios...
ResponderEliminarQUE LOCOS, LORENZO MENDOZA HABLO DE LA PARTE ECONOMICA EL CUAL ES OTRO POBLEMA BIEN GRAVE EN EL PAIS, ALLI ESTABA ALCALES Y GOBERNADORES QUE SE IBAN A ENCARGAR DE LOS OTROS PROBLEMAS QUE TIENE EL PAIS, NO HABLEN PAYASADAS!!!
ResponderEliminar