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domingo, 30 de septiembre de 2012

Chávez no es Gonzalo Barrios


Ricardo Escalante, Texas
Las elecciones presidenciales venezolanas de diciembre de 1968 fueron difíciles, importantes y ejemplares por muchas e inolvidables razones. Casi once años después de haber sido defenestrado el dictador Marcos Pérez Jiménez, fue reconocida por primera vez la victoria del principal candidato  opositor, Rafael Caldera, y, aunque persistían las dudas sobre la pureza del conteo de los votos, el representante del oficialismo se declaró perdedor de manera admirable y aleccionadora.

Fueron unas elecciones difíciles porque el entonces partido mayoritario, Acción Democrática (AD), acababa de salir de la traumática división que dio lugar al nacimiento del Movimiento Electoral del Pueblo, con Luis Beltrán Prieto a la cabeza, y el país todavía era víctima de fuertes coletazos de una guerrilla irracional y de intentos desestabilizadores de la derecha.

Los venezolanos venían de dos gobiernos adecos consecutivos y había dirigentes políticos tan sólidos y experimentados en las luchas por la democracia, como Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rafael Caldera, que habían promovido y suscrito el Pacto de Punto Fijo para facilitar las elecciones de diciembre de 1958 y darle sustento al régimen que surgiera de ellas. Ese Pacto tuvo una duración corta pero se convirtió en símbolo de gobernabilidad y convivencia.

Gonzalo Barrios, un erudito de finos modales y amante del debate, de la confrontación de ideas y de la pluralidad política, siempre estuvo convencido de que la victoria le había sido arrebatada por trampas, pero aun así fue el primero en respaldar la proclamación de Rafael Caldera como Presidente de la República, como un sacrificio necesario para evitar el descalabro del sistema. Eran otros tiempos y otra madera ciudadana, que están allí para la historia.

Tuve la suerte de ser amigo y de haber conversado y entrevistado a Barrios en múltiples ocasiones. Una vez (noviembre de 1981) me declaró: “Caldera no me derrotó porque sacara 30 mil votos más, sino porque yo no pude demostrar una ventaja de 300 mil… Nosotros podíamos perder, pero no ganar por pocos votos. Era preciso demostrar, para confirmación de nuestra democracia, que los gobiernos sí pierden elecciones y que a mí me tocó ese papel, que hubiera podido ser muy triste si no hubiéramos estado convencidos de que hacíamos un aporte difícil pero necesario a la consolidación de las instituciones democráticas”…

¿Y por qué hago estas reflexiones ahora? Porque los venezolanos estamos a punto de celebrar unas elecciones en circunstancias que no parecieran ser ideales como ejercicio democrático, porque en los últimos años el poder ha sido concebido y ejercido por hombre y para un hombre, con todas las formas de abuso y violaciones a principios civiles y políticos. Y hoy más que nunca, cuando todo pareciera pronosticar que el ganador tendrá una modesta ventaja, hay que preguntarse si Chávez reconocería una derrota por 300 mil ó por medio millón de votos, porque en su cabeza solo caben él y su arbitrariedad.

Ahh y, por supuesto, no puede haber comparación entre Gonzalo Barrios y Hugo Chávez, porque el primero era un erudito formado en el combate de las ideas y el respeto al adversario, mientras el otro todavía anda metido en el uniforme y en el uso de tanques, ametralladoras para imponerse a toda costa. ¡Patria socialismo y muerte al adversario!, es la proclama de Chávez.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Lo que pasará en Venezuela


Ricardo Escalante, Texas
Las elecciones venezolanas ya están a la vuelta de la esquina y todo el mundo se pregunta qué va a pasar el domingo 7 de octubre. Los escenarios son muchos, pero ninguno contempla el paraíso terrenal. Y es lógico: No hay posibilidad alguna de solucionar a corto o mediano plazo los gravísimos males sembrados por Hugo Chávez, pero si hay escenarios que contemplan la posibilidad real de un gran infierno.

Un amigo bien informado me acaba de hablar de una encuesta seria, no publicada, hecha para alguien del exterior, que revela que revela iguales posibilidades de victoria para Henrique Capriles y Hugo Chávez, porque existe una ventaja inferior a dos por ciento a favor del aspirante a la reelección, vale decir, existe un empate que en estos pocos días tendrá que resolverse. Todo indica entonces que en ningún caso la diferencia será tan holgada como ambos comandos de campaña vaticinan y, por supuesto, como decía Cantinflas, ahí está el detalle.

De esa manera surgen múltiples inquietudes, la primera de las cuales es qué ocurrirá si Capriles obtiene la victoria: ¿Chávez lo reconocerá de manera inmediata y sin objeciones? Después de haber gobernado 14 años acomodando las leyes a su antojo, atropellando derechos civiles y políticos, con pandillas armadas que siembran terror, erigiéndose al mismo tiempo en Presidente, legislador y juez, es difícil pensar que reconozca la derrota sin inconvenientes. Por eso, ha estado abonando el terreno al decir y repetir que la oligarquía y la CIA han preparado un fraude en su contra.

De manera sorprendente, con esa resistencia física admirable propia de alguien que apenas roza los 40 años, ha descontado la ventaja que hace tres meses parecía insuperable. Las razones para ser escéptico eran abundantes y tenían base: Su campaña arrancó tarde y mal, con equivocaciones de bulto y carencias tanto de lenguaje como de destreza política, pero ha mejorado. Ha probado que quiere vencer a Chávez y está decidido a lograrlo. Su comando y la Mesa de Unidad Democrática, además, eran algo así como un saco de gatos que, afortunadamente, se han tranquilizado.

¿Reconocería Capriles la victoria de Chávez? Si eso ocurre –cosa muy factible porque tiene una pequeña ventaja y dispone del abrumador uso y abuso del aparato del Estado para movilizar y pagar electores-, es perfectamente lógico que sea reconocido, como ocurrió en la elección presidencial anterior y antes. Una garantía de eso es la presencia e influencia de un intelectual y experimentado demócrata como Ramón Guillermo Aveledo, al frente de la Mesa de Unidad Democrática. Aveledo, por encima de todo, ha demostrado serenidad, ecuanimidad e inteligencia.

¿Qué se requiere para que haya fraude? Se requiere estar en control de los mecanismos electorales fundamentales y del aparato del Estado, en otras palabras, quien pudiera hacer fraude o desconocer su derrota no es otro que el imperecedero Hugo Chávez, cuya única debilidad ha sido el límite impuesto por esa enfermedad que está ahí y que es inocultable: El rostro abotagado como de boxeador y el abultado abdomen, denuncian su presencia a pesar de las interminables proclamas de buena salud.

Al comienzo de este análisis hice referencia a escenarios de infierno. ¿Cuáles? Si Capriles gana y es desconocido, puede haber un baño de sangre porque hay multitudes dispuestas a tomar las calles. Otro escenario de infierno es la misma victoria de Chávez, porque ha elevado la deuda de la República de 28.455 millones de dólares a más de 300 mil millones, gran parte de ella contraída con elevados intereses. El sector productivo nacional se vino abajo como consecuencia de las expropiaciones y políticas restrictivas, la inseguridad individual y colectiva hace de las suyas, 80 por ciento de los alimentos que se consumen en el país son importados, y el Estado es ahora dilapidador de dinero para comprar voluntades. ¿Puede eso continuar así? No, y lo primero que vendrá al comenzar el nuevo año será la devaluación del bolívar, y el aumento del precio de la gasolina.

En cualquiera de las dos opciones electorales, serán inevitables ciertas dolorosas decisiones cuya consecuencia inmediata será el aumento del desempleo y del costo de vida. Muchas de las mal llamadas misiones sociales no podrán continuar funcionando porque ya no hay dinero, porque lo último –las reservas internacionales de la República- ya comenzaron a ser quemadas por Chávez.

En el supuesto de que Capriles logre la Presidencia, tampoco muchas de sus promesas se podrán cumplir porque la cobija no alcanzará para tanto y, por supuesto, deberá afrontar severos conflictos políticos y sociales, el primero de los cuales sería consecuencia del chavismo irracional, que todavía estaría vivo y con fuerza suficiente para sabotear cualquier gestión administrativa decente.

Por estas razones y muchas más, están equivocados los venezolanos que desde sus puntos de vista opuestos se hacen ilusiones desmedidas, aunque, por supuesto, ojalá el triunfo acompañe a Capriles, que ha dado demostraciones de honestidad y de enorme capacidad de trabajo.

martes, 25 de septiembre de 2012

¡Que se hunda!


Ricardo Escalante, Texas
Confieso que mi acendrado rechazo al significado de la bota militar y a las autocracias de todo signo, muchas veces me ha conducido a percepciones exageradas frente a todo aquel que use o haya usado uniforme verde oliva. Y con esas aprensiones llegué a tener un juicio incorrecto sobre Ollanta Humala, pero eso ha ocurrido también porque en América Latina los militares han causado estragos que deberían dar lugar a vergüenzas y arrepentimientos descomunales.

Con mi concepto erróneo pensaba que Humala, ese militar con pasado golpista y violaciones a los derechos humanos, no podía hacer otra cosa que condenar de manera irreversible al Perú a otro régimen de oscuridad y atraso como el de la Venezuela de Hugo Chávez. Pero no ha sido así y me alegro de de la equivocación aunque, por supuesto, hay que reconocer que él también ha tomado decisiones inconvenientes y que sus chucutos planes sociales han erosionado su popularidad.

Amigo o desconocido lector, usted ahora se preguntará por qué carajos yo vengo ahora a hacer este acto público de contrición, si en realidad no tengo ni he tenido nada que ver con Perú y mis amigos peruanos se cuentan con los dedos de una mano. Ahh, muy sencillo: Porque Humala no ha arruinado la economía de su país con el propósito único de perpetuarse en el poder, no ha emprendido una ola de expropiaciones a diestra y siniestra, no ha convertido a los militares en instrumento político, no ha promovido desde el gobierno bandas hamponiles para sembrar el caos, no ha dicho que modificará la Constitución para quedarse 50 años en el poder, no ha creado cuerpos paralimilitares que respondan al lema "Patria, socialismo o muerte, no ha reblandecido los resortes morales de la justicia, no ha pretendido fusionar al Perú con Cuba, no se ha apoderado de los medios radioeléctricos para promover su proyecto político, no ha emprendido una campaña de aniquilación de los partidos políticos opositores, no ha gastado más de 20 mil millones de dólares en armas, no ha ido a China a comprar satélites inservibles, no ha sacado tanques a la calle para causar muertos que un día podrían resucitar en el Tribunal Penal Internacional, y tampoco ha cometido otras muchas arbitrariedades. Hay que reconocer que Humala ha tenido la decencia (por lo menos hasta ahora) de no hacer nada de eso.

Y como si lo anterior fuera poco, mi confesión está también animada por un hecho que en nuestro ambiente tropical considero de importancia capital: el presidente Ollanta Humala ha puesto una raya roja entre su familia y cualquier intromisión indebida en los asuntos del Estado. Se ha distanciado de ellos y lo admite con una humildad que parece tener sabor de honestidad. ¿Será eso sincero y durará eso hasta el último día de su mandato? Ojalá.

En una entrevista televisada dijo que esperaba reconciliarse con su familia al terminar el gobierno. “El entorno familiar debe saber cuál es su papel y comportamiento cuando tienen (entre sus miembros) a un Presidente de la República”... Ahora bien, su hermano Alexis trató de enriquecerse de manera ilegal y escandalosa, metiendo la mano en la cosa pública mediante negocios con Rusia, y otro hermano, Antauro, fue acusado de homicidio y está preso. Y aunque en la oposición hay dudas, hasta ahora nada prueba que el Presidente haya tratado de exculpar a esas joyitas del entorno familiar, pero, por supuesto, nadie en este mundo elige a su familia. Y lo que me pregunto si Hugo Chávez podría actuar de la misma manera y decir lo mismo, a pesar de las tantas acusaciones que ha habido contra sus hermanos y contra su padre.  ¿Habrá visto Chávez esa foto que circuló de manera profusa por internet, en la cual su hija menor, Rosinés, aparece con un abanico gigante de billetes de cien dólares?

Ahh, y el detallito final es ese estímulo oficial a la delincuencia que con impunidad ha venido arrasando a la población venezolana. ¿Quién combate esas bandas de delincuentes armados que hoy “coordina” el ex alcalde Juan Barreto? Por cierto, ¿ya se olvidaron todas las irregularidades en que él incurrió en el ejercicio de sus funciones públicas? Por eso entiendo y justifico que muchos griten “¡Que Chávez se joda!”

viernes, 21 de septiembre de 2012

Prostíbulo de encuestas


Ricardo Escalante, Texas
Las encuestas -que en épocas electorales han sido valiosos instrumentos de trabajo para conocer las reacciones del gran público frente al comportamiento de los candidatos y sus ofertas- en Venezuela pasaron a ser parte de la propaganda. Los competidores las utilizan para crear confusión y tratar de sacar ventajas.

Las propias empresas encuestadoras han contribuido a su propio desprestigio. Se supone que los sondeos de opinión pública están destinados a explorar la realidad y a corregir o profundizar las estrategias electorales y, en consecuencia, deberían ser privados. Pero hay encuestadoras inmorales que en Venezuela se permiten incluso fabricar resultados sin siquiera hacer trabajos de campo, y sus ejecutivos hablan través de los medios y lanzan predicciones, con lo cual es inevitable preguntarse qué buscan.

Es alarmante ver como, por ejemplo, las llamadas “encuestadoras tradicionales” suministran cifras tan dispares, que de inmediato despiertan suspicacias. Y, claro, como siempre hay explicaciones para todo, con cara de yo no fui tratan de curarse en salud con tesis inverosímiles. Dicen, entre otras cosas, que la enorme brecha es consecuencia de las diferencias en la cobertura y proporción de las muestras tomadas en las clases sociales, porque, por ejemplo, unas ponen énfasis en sectores populares y otras en la clase media. A manera de ejemplo, se puede citar al vocero de Datanálisis, quien faltando apenas a dos semanas de las elecciones montó un show propagandístico para decir que había un "empate técnico" y, al mismo tiempo, aseguró que Chávez estaba adelante con 48 por ciento frente a Capriles, que tenía 39 por ciento, y habló de 11 por ciento de indecisos.  !Ni Cantínflas hubiese podido hacerlo mejor!

Cuando apenas faltan unos días para las elecciones en Venezuela, la guerra de encuestas y encuestadoras ha arreciado. Por eso, todas esas empresas deberían confesar quiénes y cuánto les pagan, porque hasta ahora sólo conducen a una única y gran conclusión: Las encuestas en Venezuela están puteadas, y de manera irresponsable estimulan una peligrosa confusión que el 7 de octubre podría desembocar en actos de violencia por los cuales seguramente nadie asumiría su responsabilidad.

No se percatan de la gravedad de su juego malévolo en ese país que ha sido llevado a extremos insospechados de intolerancia por un autoritario y megalómano desquiciado: el teniente coronel Hugo Chávez. ¿Es eso justo? ¿Quién les exigirá cuentas?
ricardoescalante@yahoo.com

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Etica y medios ¿Cuál ética?

Ricardo Escalante,Texas
El debate sobre la ética en el uso de los medios de comunicación es rico, complejo e interminable, aunque hay quienes lo consideran anacrónico por la diversidad mediática actual o porque defienden la tesis absurda de la libertad total del individuo. 

Hay aspectos que a pesar de haber sido considerados por décadas siguen vigentes y tal vez seguirán así de manera indefinida. Y surgen de manera cíclica como consecuencia del uso y abuso de quienes dominan los medios, aunque, por supuesto, la amplitud de las redes sociales es no solo inevitable sino difícil de abordar, dado que internet abolió la territorialidad de los medios y está reduciendo en forma acelerada la importancia del papel. 

La discusión existe y existirá porque hay movimientos e individuos con finales inconfesables que están en la red y difunden sus mensajes con impunidad. Sólo gobiernos poderosos pueden eliminar páginas web terroristas, promotoras de abusos sexuales, discriminación, etc., pero, por ejemplo, las FARC y otras agrupaciones narcoterroristas han utilizado por años esos mecanismos de la nueva comunicación. Gobiernos y líderes violadores de derechos civiles y políticos, como el de Hugo Chávez, en Venezuela, utilizan las redes sociales para proyectarse como “democráticos” y tienen millones de seguidores. ¿Quién los controla? ¿Es eso ético? 

Hace poco la vetusta monarquía británica replanteó el tema de la ética y los medios de comunicación e introdujo una demanda contra la revista francesa Closer por haber publicado fotografías de la princesa Kate Middleton, la flamante esposa del príncipe Guillermo, mientras soleaba y ventilaba sus senos. Los medios británicos se autocensuraron. Semanas antes, fueron igualmente publicadas fotos del príncipe Harry desnudo en una de sus bacanales. Esa rica y poderosa familia se sonroja y enardece en la defensa de su privacidad, pero, por supuesto, también está la pregunta sobre el límite entre lo privado y lo público cuando se trata de figuras públicas. 

Por el otro lado aparece la desvergüenza extrema de periódicos del magnate Rupert Murdoch, que se sentían en libertad para grabar conversaciones privadas y para practicar chantajes con fines de enriquecimiento. También es válido preguntarse si ha sido ética la difusión de fotos del cuerpo ensangrentado del embajador americano en Libia, Christopher Stevens, asesinado por turbas que atacaron la sede diplomática. Y el problema de la ética se plantea en casos de ilegalidad extrema y abuso de poder, como el uso de los medios del Estado venezolano para difundir conversaciones privadas. Todo con el propósito de desprestigiar a los adversarios políticos. 

Y lo último: el video del joven político opositor de moral reblandecida que recibía dinero de un empresario rupestre, que se hizo archimillonario en componendas con figuras del régimen. Ahh, pero Chávez con sus mentiras y verdades a medias -erigiéndose en un Tomás de Torquemada- levanta la "espada de la justicia" contra los "enemigos" pero no llama pillo a ese empresario “revolucionario” y ni siquiera menciona su nombre. Cito estos pocos ejemplos en este limitado espacio solo para decir que en múltiples ocasiones el abuso o, mejor, la inmoralidad se cobija en la supuesta divulgación de la verdad, pero, al mismo tiempo, debemos recordar la tesis catastrófica (Jean Baudrillard) según la cual los medios de comunicación son apenas el comienzo del final de la civilización. 

ricardoescalante@yahoo.com

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Achicharrándose con su gasolina


Ricardo Escalante, Texas
Los precios de la gasolina actúan ahora como combustible de alto octanaje para los desencantos populares en países con evidentes incapacidades para limitar los desafueros especulativos. Digo esto sin pretensiones de negar el inevitable impacto de los crecientes costos de producción en una industria tan compleja como la energética, en la cual el juego bursátil hace y deshace a sus anchas.

España, agobiada por las consecuencias de malos gobiernos y por la voracidad de banqueros de dudosa moral, hoy sufre las repercusiones sociales de una tasa de desempleo de 25 por ciento, de mayores impuestos y eliminación de beneficios sociales. A ese indigerible sancocho se agregan los precios de la gasolina, que la semana pasada llegaron a 1.94 dólares por litro, lo que quiere decir que para llenar un tanque de 40 litros se requieren 77.6 dólares.

Es obvio que todo o casi todo se mueve con gasolina y que el precio de los alimentos, la ropa, la electricidad, etc., se relaciona con la cotización del combustible. Ahora bien, si esto es cierto, hay que preguntarse entonces por qué, por ejemplo, el país con la gasolina más barata del mundo está entre los de mayor inflación y más elevado costo de vida. Y esto que pareciera una ironía, es real y carcome a Venezuela.

Con lo que los españoles pagan por 40 litros de gasolina, en Venezuela se podrían llenar algo más de 97 tanques del mismo volumen y con el mismo combustible, sin que existan augurios de modificación alguna en el futuro cercano, a pesar de los repetidos anuncios oficiales para racionalizar la situación. Eso encuentra explicación en la actitud demagógica y manirrota de un Presidente interesado solo en perpetuarse en el poder.

Mientras eso ocurre en el “mar de la felicidad revolución bolivariana”, el precio de cuarenta litros de gasolina de alto octanaje en la vecina Colombia es 60.58 dólares, dinero que en Venezuela permitiría llenar 75.72 tanques de igual capacidad. Ese desequilibrio alimenta la próspera industria del contrabando, con la participación de elementos de distinto nivel económico, político y militar en la zona fronteriza venezolana, aunque el gobierno ha inventado un mecanismo cuyo resultado final ha sido incomodar a quienes nada tienen que ver con ese delito.

Para dar apenas una idea del peso del subsidio asumido por el Erario venezolano, vale la pena decir que en el país mayor productor mundial de petróleo, Arabia Saudita, el precio del tanque de gasolina de cuarenta litros es de un poco más de 6,5 dólares, mientras en Turquía es de 101 dólares, y en Noruega 97.8 dólares.

Y, como si lo anterior fuera poco, valdría la pena preguntarse qué pasaría en Venezuela si el gobierno decidiera aumentar, por ejemplo, 200 por ciento el precio de la gasolina de alto octanaje, con lo cual el precio de venta al público por litro sería de 6 centavos de dólar y, en consecuencia, el tanque de cuarenta litros se llenaría con 2.40 dólares y no como ahora, con 80 centavos. La respuesta es elemental: Ese irrisorio aumento, que no resolvería el problema del subsidio y del despilfarro, causaría la verdadera revolución que Hugo Chávez no puede siquiera pensar. ¿Se achicharrará Chávez con su propia gasolina?

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Facebook, solución para desocupados


Ricardo Escalante, Texas
Nunca sentí atracción por ese fastidio inventado como maravillosa solución para desocupados que es Facebook, porque ya sabía de la existencia de vidas dedicadas a la difusión de fotos del perrito o al envío de besos a novias compartidas con quienes no tienen nada que ver con su estira y encoje. Y así estuve hasta que me convencieron de que las redes sociales son un instrumento fundamental de la comunicación actual, que ha contribuido al desplome de periódicos y revistas.

Mi hija Carla es responsable de mi debut en Facebook. A veces me decía: “Si escribes un libro, debes promoverlo a través de Facebook y de Twitter. ¿No ves que Hugo Chávez gobierna por temporadas con los 140 caracteres de Twitter? Ese Presidente ha pasado hasta dos meses en La Habana, bostezando en las tardes y rascándose la barriga, mientras Fidel con sus desvaríos se sienta a su lado, lo confunde con Napoleón y le da consejos. Pero eso no importa, porque Chávez se percata de esos claros síntomas de locura senil, ríe y acaricia con el índice izquierdo la pantalla de su fiel iPad, mientras envía mensajitos”...

Otros me decían cosas parecidas y me hablaban del presidente Calderón, de México, y de Cristina Kirchner, de Argentina. Y me decían que el ex presidente colombiano Ernesto Samper -después de ese desgobierno que todas las noches se iba a caer y dejó una insuperable estela de dudas- vive y trabaja a través de las redes sociales. Sus mensajitos, cojonudos por lo candidos, son más o menos así: “Mañana estaré en Cúcuta y dictaré lecciones de gobierno. El jueves pernoctaré en Medellín y ahí, en el hotel, veré un capítulo de Pablo Escobar, El Patrón del mal”…

Pero eso no es todo. Tengo que hablar de Facebook porque ahora estoy entre los “amigos” de Samper y puedo leer cosas como esta: “Tienes que aspirar a suceder a Santos. Te necesitamos ahora más que nunca. Me emociona saber que hablarás de desgobierno: ¡Sigue así que vas bien!”…
Al narrar esto no puedo dejar de confesar que soy un desvergonzado: Apago la luz para confesar que todavía no me he incorporado al Twitter. Y algo peor: Esta mañana le prometí a mi amigo Nicolás (in)Maduro que dejaré atrás mis complejos para incorporarme al Twitter, para seguir eso que llaman Chávezcandanga y que suena a pestilente mezcla marrón. Claro, le hice la promesa a cambio de una gran revelación: “Si, bueno, te diré la cifra real de los muertos en la explosión de Amuay. pero no se lo digas a nadie. ¿Me lo prometes?”. Y, claro, le dije que sí y añadí: “No te preocupes, Vamos a ganar”…

Pero bueno, yo, que soy un diletante, inicialmente dije que mi propósito era hablar exclusivamente sobre Facebook, pero me he ido por otros caminos. Sin embargo, lo importante es que ando descubriendo en Facebook quién se acuesta con la mujer de… No, eso no. No lo digo porque corro el riesgo de que alguien ventile mis pecados por esta vía y muchas honorables señoras que antes se sentían orgullosas de mí, ahora me maldigan y hasta revelen las pocas pulgadas o centímetros… No. Eso nunca: Si antes las hacía felices y con impotencia escuchaba su clamor por repeticiones, ahora no tengo más remedio que exhibir mis múltiples condecoraciones invisibles.

¡Que viva Facebook!, aunque Mark Zuckerberg tenga dolor de cabeza por el desplome del precio de sus acciones. 


domingo, 2 de septiembre de 2012

¡Intemperancia!


Después de haber sido obstaculizado el funcionamiento de esta página web por la intemperancia del régimen de Chávez, ya se ha restablecido el acceso a la misma.  Les ruego que me perdonen por ese hecho que demuestra un doble discurso:  Por un lado hablan de libertad de expresión y, por el otro, atacan a quienes critican y denuncian sus abusos.
Ricardo Escalante