Ricardo Escalante
La historia de la
humanidad está plagada de farsantes que en sus irracionales mentiras y
flagrantes atropellos, han cavado sus propias tumbas al empujar pueblos enteros
por despeñaderos de dolor y desencanto.
La lista de nacidos para
causar daño es interminable, pero unos se han convertido en ejemplos protuberantes
del mal porque ni siquiera han podido escapar a la crueldad de sus propias estratagemas. Así, Girolamo Savonarola
(1452-1498) es un caso que viene como anillo al dedo a propósito del infierno
en que Diosdado Cabello y Nicolás Maduro se empeñan en convertir a Venezuela.
El mundo entero
presenció a través de la televisión las repugnantes escenas ocurridas ayer
tarde martes en Caracas, cuando en la Asamblea Nacional un militar disfrazado
de civil utilizaba expresiones soeces de distinto calibre contra la diputado
opositora María Corina Machado, cuyo rostro apenas podía contener los
sentimientos de confusión e indignación. Era inocultable el malsano placer
conque Cabello creía pisotear la condición femenina de la valiente María Corina.
El presidente de la AN exhibía
con ferocidad esa jaquetonería propia de los cobardes investidos de poder, sin
siquiera medir el tamaño del rechazo internacional que despertaba. Pero, en dirección
opuesta, ella transmitía la sensación de tranquilidad que solo poseen los
inocentes dotados de la razón. Así lo
hacía la admirable dama durante el interminable bochorno protagonizado por
quien creía humillarla y, poco después, la respuesta de ella no se hizo
esperar: En rueda de prensa reafirmó que no se doblegará y que su lucha llegará
hasta el final.
Al mismo tiempo, en las
calles de toda Venezuela se reavivaban los focos de resistencia que el gobierno
ha sido incapaz de apagar, porque los ciudadanos están decididos a luchar a
costa de vidas, torturas, desapariciones, escasez de alimentos y otros
productos esenciales, violaciones a la ley, corrupción y más. En la medida en
que la brutal represión crece, la entereza popular abandona el miedo.
Ahora Diosdado Cabello
nos ha venido a recordar otra vez a ese monje dominico loco Savonarola, que
adquirió notoriedad como organizador de “hogueras de vanidad”, en las cuales se
quemaban libros, obras de arte y hasta cosméticos. El dominico se sentía dueño exclusivo de la
verdad y predicaba contra el lujo, las desviaciones de la oligarquía y la
corrupción. Al estilo actual de Cabello, vejaba a sus conciudadanos. Sus orígenes eran los de un acomodado, pero
sostenía que ser rico era malo, pecaminoso, y que había que perseguir a los
poderosos hasta las últimas consecuencias.
Cabello predica contra
oligarquía y los estudiantes. Denuncia
conspiraciones y revueltas y, como su inspirador Hugo Chávez, también promete
un mar de felicidad al estilo cubano. Así son los dictadores. No hay
diferencias entre los de derecha e izquierda porque su propósito es el mismo:
perpetuarse en el poder contra viento y marea. ¡Terrible!
Savonarola distaba mucho
de ser un teólogo, pero en algún momento la demagogia y el fanatismo lo
empujaron a internarse en un monasterio, donde se dedicó a estudiar técnicas y
efectos del discurso político, que luego utilizó para promover alzamientos
contra la iglesia y contra los Médici -entonces gobernantes de Florencia- que
fueron acusados y defenestrados. Con carisma y falsedad logró tener un alto
número de seguidores que no mucho tiempo después se desilusionaron y lo
abandonaron.
A diferencia de Savonarola,
Diosdado Cabello no es carismático. Es
falso, agresivo, y sus amigos cercanos lo definen como voraz: Su riqueza ha
crecido desde la llegada del chavismo al poder. Al igual que los familiares de
Hugo Chávez y Rafael Ramírez, él y su entorno no logran contener la
ostentación. Es uno de los grandes esquilmadores del Erario venezolano.
Los días finales de ese Savonarola
prepotente, desalmado, se convirtieron en un drama. Fue excomulgado y llevado a
prisión, después fue trasladado a Roma, donde un tribunal lo condenó a la
hoguera. Al grueso de los venezolanos
(por fortuna) no nos animan sentimientos inquisitoriales, pero es claro que DC
no se labra un buen futuro.
@opinionricardo
Mejor imposible!
ResponderEliminarProféticas palabras. Gracias por la magnifica redacción.
ResponderEliminar