Ricardo
Escalante, Texas
¿Qué le espera a Venezuela en el gobierno del imprevisible Nicolás Maduro?
¿Será la continuación de las políticas de Hugo Chávez? ¿Su triunfo será
garantía de larga vida para la “revolución bolivariana”? Estas son las preguntas que hoy los
venezolanos –y sobre todo quienes
votaron por Maduro- deberán tratar de responder.
El Presidente que acaba de ser proclamado por el Consejo Nacional
Electoral, arrancará su administración con el mismo equipo de Hugo Chávez. Tal
vez incorpore unas caras nuevas para tratar de diferenciarse en algo, pero él mismo representa el estilo y las decisiones
de los últimos 14 años, con el agravante de que la economía nacional está
exhausta y ahora no tiene dónde arañar.
Ahh, y algo peor: Carece del ángel y del olfato de Chávez.
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Penurias al acecho de los venezolanos. |
Un país nunca quiebra y las posibilidades del resurgimiento siempre
existen, pero, por supuesto, con la administración que está a punto de
inaugurarse sobran razones para pensar en el empeoramiento de la situación económica,
política y social. Por eso, no es descartable que para sobrevivir, el régimen
recurra a olas de encarcelamientos, torturas y desapariciones. Exactamente como
en Cuba y en cualquier otra autocracia que se sienta amenazada.
Nicolás Maduro dijo que Venezuela no estaba en el camino de Cuba, pero
frente a eso la pregunta elemental es: ¿Para qué servirán entonces los 50 mil
agentes cubanos que hoy controlan el aparato estatal? Maduro no restablecerá la separación de
poderes porque su debilidad intrínseca lo impide: Desde que Chávez se agravó y
desapareció, las decisiones de Maduro han sido atropelladas, inconstitucionales
e legales, amparándose en el control del Tribunal Supremo de Justicia, de la
Asamblea Nacional, del Ministerio Público y la Contraloría General, así como de
la Fuerza Armada Nacional. Su gobierno
nace con pecado original y sin remedio.
El gobierno no tiene ni forma ni manera de resolver problemas. Habrá más inseguridad personal y colectiva,
más escasez de productos básicos, más inflación y más desempleo, todo lo
contrario a las promesas electorales.
La inflación puede superar 50 por ciento en 2013. Solamente entre enero y
marzo, según el Banco Central, la inflación fue de 7.7 por ciento y se
disparará como consecuencia de las macro
devaluaciones y la escasez, lo que, a su vez, acelerará la especulación que el
gobierno ha sido incapaz de frenar. Un
círculo vicioso. El déficit del Producto Interno Bruto (más del 12 por ciento) es
inmanejable porque Chávez y su equipo le torcieron el pescuezo al sector
privado. Su gasto público fue voraz. Las previsiones de ciertos especialistas
hablan de un decrecimiento mucho mayor del PIB y de estanflación.
Las cifras oficiales de la deuda total de la República no son confiables,
pero hay quienes sostienen que se acerca a 300 mil millones de dólares. Los
ingresos petroleros son limitados a pesar de los altos precios actuales, porque
la producción no sobrepasa los 2.8 millones de barriles por día. El mercado
interno consume 700 mil barriles de crudos y productos a precios ínfimos, 600
mil barriles están destinados a pagar ventas a futuro a China (vale decir,
corresponden a dinero recibido y gastado por Chávez); y a Cuba y a Petrocaribe
se dirigen 300 mil barriles, en contratos a largo plazo y condiciones
desventajosas para la República.
Las ventas venezolanas reales de
petróleo y productos no sobrepasan, entonces, 1.2 millones de barriles de
crudos. Esto desvirtúa las tesis de que
el país nada en ingresos petroleros, a lo cual se suma el elevado costo de
producción de PDVSA, la corrupción del ministro Rafael Ramírez y el
despilfarro. Además, las misiones
sociales y la burocracia han llegado a límites insostenibles.
Lo anterior es, por supuesto, la punta del iceberg en que Nicolás Maduro y
su gobierno están montados. Para tratar
de sobrevivir, el nuevo gobierno tendrá que tomar amargas medicinas que se traducirán en una caída de
apoyo popular e inestabilidad, como el aumento del precio de la gasolina y el
recorte drástico del gasto público.
Nota: La segunda parte de este
artículo versará sobre el problema político que espera a Maduro y por qué su
futuro es incierto.