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lunes, 31 de diciembre de 2012

!Feliz Año Nuevo para todos!

Las cosas para los venezolanos y para los latinoamericanos, con algunas excepciones muy importantes y dignas de ser consideradas ejemplares, no han sido buenas durante los últimos años y nada augura el vuelco radical que nos pudiera proveer felicidad democrática, libertad y desarrollo económico.  No obstante, hoy solo debemos tener corazón para gritar !Feliz Año Nuevo para todos!.  Por encima de los errores, omisiones y mezquindades que hemos visto incluso en terrenos que algunos consideraban promisorios.
Felicidades para todos.  No hay derecho a rendiciones. Lo digo con el corazón en la mano.
!Brindemos!
RE

sábado, 29 de diciembre de 2012

Tiempo de rebelión



Ricardo Escalante, Texas
Hugo Rafael Chávez Frías -así como los militares suelen llamarse, con dos nombres y dos apellidos-, siempre creyó que se perpetuaría en el poder y que igualaría a Juan Vicente Gómez o rompería su record.  Hablaba de 50 años, y cuando se reunía con su admirado par de Bielorrusia, el odiado Alexander Lukashenko, le decía: “Dentro de veinte años firmaremos otro contrato de compra de armas y todavía seguiremos mandando mucho más”…  Ahh pero su astucia no contemplaba el avance del silencioso y cruel enemigo.

Despreciaba la posibilidad de los riesgos inmanentes a cualquier mortal, razón suficiente para no vacilar ni un instante a la hora de liquidar cualquier asomo de liderazgo en la oposición y en su propio entorno.  La arrogancia le impedía someter a discusión ese amasijo intragable que él creía que eran sus ideas. No admitía desafíos porque se sentía único, igual o superior a Bolívar. Todopoderoso.

La naturaleza autocrática de Hugo Chávez evitó la formación de un verdadero partido político con su figura como inspirador.  De allí que el MBR-200, luego el MVR y más tarde el PSUV, fueran apenas organizaciones sin ideología, sin planes ni programas. Solo agrupaciones con el propósito común de las dádivas, los contratos y corrupción, sin liderazgos individuales y colectivos.  Todos eran (hasta ahora) puestos a dedo en procesos electorales fingidos, lo que terminó por convertirse en la gran debilidad.

En ese ambiente descompuesto era lógico pensar que cualquier cosa pudiera ocurrir y, por lo mismo, el Vicepresidente primero del PSUV y presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, fue tendiendo su propia red y esperando el momento oportuno para el manotazo.  Intemperante, altanero, inculto, enriquecido a su paso por el gobierno, ha tratado de sacar provecho de su fallida experiencia golpista. Asustadizo y ambicioso a la vez.

Ahora, cuando el jefe se debate entre la vida y la muerte, es un secreto a voces que Cabello mueve con urgencia sus piezas para garantizar su reelección en la presidencia de la AN. Nicolás Maduro –aparente “príncipe heredero”- ya está al tanto de las jugadas “inocentes” del “aliado” y trata de evitar que ellas prosperen porque, si así fuera, su sueño presidencial entraría en barrena definitiva.  Por eso el afán de su viaje a La Habana, porque necesita autorización del jefe para promover entre los diputados un nombre distinto al de Diosdado. 

Todavía no se conocen los resultados de las consultas hechas por Maduro en La Habana, pero ya han comenzado a circular nombres sobre el potencial nuevo presidente de la Asamblea, entre ellos los del jefe de la Comisión de Finanzas, Ricardo Sanguino, un hombre de largo pasado alcohólico, dominado por resentimientos y con buenas relaciones con algunos opositores al régimen; Elvis Amoroso, un otrora dirigente gris de la Causa R -cercano a Luis Miquilena, de quien fue secretario durante la Asamblea Constituyente de 1999- que después se hizo prominente en el chavismo; y una periodista de posiciones radicales de izquierda, Blanca Eeckout, ex presidenta del Canal 8.  Ninguno de ellos reúne las especiales condiciones que amerita el ejercicio de la jefatura del Estado, cargo que le correspondería desempeñar de manera temporal al presidente del cuerpo legislativo al producirse la renuncia de Nicolás Maduro al Ejecutivo para lanzar su candidatura presidencial.

El 5 de enero, es decir ahora mismo, será la hora cero del teniente de visibles agallas. Su reelección será evidencia de poder y la primera advertencia seria para Nicolás Maduro, cuyas panglosianas condiciones intelectuales y políticas recibirían un golpe noble. Ya antes, a mediados de 2011, cuando Chávez en sus urgencias de salud viajó a Cuba, todo el mundo vio calles y avenidas empapeladas con afiches que decían ¡Diosdado Presidente!; y hace varios años, mientras se desempeñaba como vicepresidente de la República, se hacía llamar “Presidente Ejecutivo”.

Diosdado se fue convirtiendo en un monstruo con vida propia. Poco a poco, a la chita callando, iba colocando fichas entre los militares y en las gobernaciones y alcaldías, a la espera del instante propicio.  Hoy, por lo mismo, se juega a Rosalinda.  Si pierde la presidencia de la Asamblea Nacional caerá en minusvalía, aunque en política nunca nada es definitivo.  Esperemos.

jueves, 27 de diciembre de 2012

A mis lectores en Ucrania


Durante un tiempo he tenido la inquietud se saber quiénes y por qué son mis fieles lectores en Ucrania.  De manera constante veo un número muy significativo de visitas a esta página y no puedo dejar de preguntarme qué tienen de especial (o de malo) estos artículos hechos solo por amor al arte, para despertar tanto interés en un gélido país.
¿Alguien me lo puede explicar?

martes, 25 de diciembre de 2012

Después de Chávez


Ricardo Escalante, Texas
El inexorable final del gobierno autoritario de Hugo Chávez en Venezuela plantea incógnitas nada halagüeñas, que ni siquiera se podrían aclarar a corto o mediano plazo en el muy difícil supuesto del ascenso de un líder opositor al poder. Los días o semanas de Chávez están contados.

Durante el último año y medio Chávez ha aparecido en televisión con el rostro abotagado de los malos boxeadores, con el pelo negro humo recién pintado, aplaudido por seguidores tolerantes frente a sus fingidos aprestos físicos. De manera súbita ha desaparecido porque los insoportables dolores del avance del mal lo avientan hacia Cuba, donde médicos no cubanos lo parapetean. No lo curan porque eso es imposible y, además, todos saben que en el teatro siempre hay un acto final. De allí que debamos hablar sobre lo que sigue, porque el mundo no se detiene con un frenazo, como si fuera uno de esos autobuses del Metro de Caracas, que Nicolás Maduro manejaba con dudosa destreza.

El trastorno causado a los cimientos institucionales durante estos 14 años ha sido de tal envergadura, que cualquier esfuerzo sería insuficiente para recuperar la moral colectiva y los valores democráticos indispensables para garantizar un clima de convivencia. De manera lastimosa, en los adversarios del chavismo apenas se nota una utopía de unidad y armonía aunque, como es obvio, las urgencias son cada vez más impostergables.

En el aspecto económico el caos es tal, que habría que comenzar por la inmensa labor de determinar el monto de la deuda total contraída con irresponsabilidad por Chávez. Nadie, ni siquiera en el gobierno, tiene idea del tamaño real de los compromisos adquiridos en medio de la corrupción y el despilfarro sin precedentes. Hay quienes estiman en cerca de 300 mil millones de dólares la cifra total de esa deuda, contraída, además, en términos desventajosos para la República.

En los próximos años, parte importante de las exportaciones petroleras estará destinada a cubrir ventas a futuro a China y otros países. El dinero fue recibido y derrochado en planes de “solidaridad” con Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y otros países, en desaforadas compras de armas y en misiones sociales cuya efectividad verdadera está por verse. A ello se suma el deterioro de las instalaciones de PDVSA por falta de mantenimiento adecuado y por el uso de personal no calificado.

El Estado tendría que resarcir a mediano y largo plazo -cuando menos parcialmente-, los agravios cometidos contra el sector privado por las masivas expropiaciones e invasiones promovidas y organizadas desde Miraflores y, de manera simultánea, dar seguridad jurídica plena para la repatriación de capitales y para las inversiones extranjeras. De esa manera se estimularía la creación de fuentes de trabajo y de bienestar general.

En lo político, el país está urgido del restablecimiento de una atmósfera de pluralidad de ideas y de igualdad de oportunidades para el renacimiento de un sistema de partidos políticos y, probablemente, se requeriría la convocatoria de una nueva asamblea nacional constituyente para revertir la concentración de poder creada por Chávez.  Es necesaria la separación de poderes que abra cauce a la democracia efectiva.

En lo social, sería saludable proveer planes de asistencia de salud, vivienda, etc, y, al mismo tiempo, abolir el corrupto sistema de dádivas implantado desde Cuba para dar perpetuidad a Hugo Chávez.  Todas estas cosas obligarían al esfuerzo excepcional de un verdadero gobierno de concentración nacional, que permita adelantar los cambios con estabilidad y de manera programada para evitar la posibilidad de golpes de Estado.

No obstante, y como diría Cantinflas, el detallito está en la quimérica idea de lograr la victoria frente al candidato escogido a dedo por el autócrata Hugo Chávez. Propósito nada fácil para una oposición que se bambolea entre el escepticismo y la mezquindad de ciertos líderes (comenzando por Capriles Radonsky), a pesar de las contradicciones del régimen y de la incapacidad estructural del candidato chavista para pensar y hablar a la vez. Nicolás Maduro es un panglosiano o, en lenguaje vernáculo, un ignorante audaz. ¿Cómo decirle a los venezolanos que vuelvan a votar por la oposición porque esta vez sí tendrán un candidato con inteligencia y cojones?

En el muy factible escenario de la victoria de Maduro, el chavismo continuará en el poder pero mediatizado por la pesada herencia económica que lo empujará a dolorosas decisiones para paliar el astronómico déficit fiscal: devaluación brutal, incendiario aumento del precio de la gasolina, recorte de las misiones y poda de la desquiciada burocracia, entre otras.  Y, como si  eso fuera poco, las disputas entre los sectores militar militarista encarnado por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, y el civil comunista de Maduro, conducirán a redistribuciones de la torta burocrática y a grandes negocios. ¡Corrupción! La ambición de Cabello es inmensa y respaldada por oficiales de la Fuerza Armada y por gobernadores y alcaldes que él controla, lo que plantea la amenaza cierta de un levantamiento militar.  Aunque ungido por la voluntad de Chávez, Maduro es intrínsecamente débil y le acechan serios riesgos.

La profusión de afiches vistos en las principales ciudades venezolanas a mediados de 2011 -cuando Chávez viajó a Cuba en uno de apremios de salud-, ilustra el tamaño de las agallas de Cabello. “!Diosdado Presidente!”, era la desesperada consigna de poder.  Y aun antes, cuando se desempeñó como Vicepresidente, el enriquecido Cabello ya se hacía llamar “Presidente Ejecutivo”, cosa que despertaba sospechas en el autócrata criollo y en Fidel Castro.  Pero como  golpista fracasado que ha sido, él sabe que en sus objetivos no se descartan opciones. ¡Que Dios nos agarre confesados!

sábado, 22 de diciembre de 2012

¡Señor Capriles!


Ricardo Escalante, Texas
Excelsas virtudes del político que se jacte de serlo son capacidad para la autocrítica y humildad para aprender la lección de sus equivocaciones. Y, por el contrario, la tozudez y la arrogancia son deplorables defectos que, por cierto, crecen como hierba mala en el terreno político.

Digo esto a propósito de los innumerables juicios que he leído sobre las causas de la derrota de la oposición venezolana en las elecciones presidenciales de octubre y su coletazo en las elecciones de gobernadores, y después de haber esperado con paciencia franciscana una reacción desapasionada del principal protagonista de ese ingrato acontecimiento.

En algunas de mis divagaciones sobre la política venezolana, había expresado elogios a la fortaleza física de Henrique Capriles Radonski y a su demostrado y encomiable deseo de reemplazar a Hugo Chávez, a lo cual, como era dable esperar, había agregado con sana intención algunas referencias a sus falencias de bulto. Y lo hice porque para enderezar rumbo nacional se requiere algo adicional a los brincos y a la cachucha tricolor.

Entonces dije y ahora repito, que la selección del candidato presidencial debió haber ocurrido con anticipación suficiente. No fue así por interés de algunos partidos, a pesar de lo cual en la campaña electoral quedó claro que la opinión pública estaba preparada para producir el cambio de gobierno que no llegó. Estaban dadas las condiciones para la victoria de la oposición y hasta se creó una emoción sin precedentes cuando Capriles, por fin, atacó de manera frontal a su rival.

¿Qué pasó entonces y qué ha pasado después? Capriles vacilaba, ni siquiera llamaba a Chávez por su nombre. No le exigía actuar con responsabilidad para revelar la gravedad de su enfermedad y para demandar que se sometiera al examen de una junta médica. ¿Por qué Chávez ha despreciado a los médicos venezolanos, que sin lugar a dudas son mejores que los cubanos? ¿Por qué Capriles no ha confrontado las recientes y atolondradas interpretaciones constitucionales de la presidenta del Tribunal Supremo y de Diosdado Cabello?

Es de suponer, además, que un líder con vocación para reunir a los descontentos generados por el atropello chavista, no debe despreciar a los partidos políticos tradicionales porque a pesar de su enorme desgaste, ellos todavía disponen estructuras capaces de contribuir a la transmisión del mensaje y a la defensa del sufragio en las mesas. Pero Capriles lo hizo y, como si fuera poco, los agredió sin causa ni razón.

Las primeras lecturas de cualquier aspirante presidencial deben ser de historia contemporánea y de economía, amén de otras materias también relevantes. Las debilidades de Capriles en ese terreno son significativas.  Ahora, claro está, nadie sabe si él se lanzará a competir con Nicolás Maduro en lo que hoy se avizora como otra derrota más para la oposición, aunque la política es dinámica y cambiante y falta agua por correr bajo los puentes.

Capriles ha dicho y repetido que en su bolsillo lleva 6.5 millones de votos que eran y siguen siendo suyos, pero al reelegirse como gobernador de Miranda obtuvo una cantidad inferior a la de octubre en ese Estado. Ganó por escaso margen, poniendo así en entredicho su capacidad de convocatoria. Este detallito es interesante y da lugar a otra pregunta: ¿Podrá él sacar más de 6.5 millones de votos y sobrepasar a Nicolás Maduro, a pesar de la incapacidad estructural de este para pensar y hablar a la vez? Ojalá fuera así.

Quedan pendientes otros elementos para nuevos artículos. Por ahora confieso pánico ante la ignorancia supina del señalado como sucesor por el monarca de Sabaneta, porque el país no puede manejarse como un autobús del Metro: Solo con freno y acelerador. Un primitivo que ascendió por sumiso no puede. ¡Hagamos algo!

martes, 18 de diciembre de 2012

Yo y mis otros yo


Ricardo Escalante, Texas
Esta mañana mientras desayunaba con caraotas fritas y deliciosas arepas, el teléfono comenzó a repicar de manera interminable mientras yo me preguntaba quién podía ser. En ese instante me sentía privilegiado por no tener que brincar de un lugar a otro para encontrar un paquete de harina PAN y por andar en la calle sin temor a ser asaltado por llevar bajo el brazo ese valioso paquete de harina PAN.

Con inevitable desazón me levanté de la mesa: “¿Quién jode?”, pregunté en tono desafiante. Con gran desconcierto escuché de inmediato: “Hola Ricardo, soy Ricardo Escalante, ¿cómo estás?”  Sin capacidad de reacción traté de hilar fino, de saber por qué yo mismo me llamaba con un tono de voz distinto.  “¿Estaré enloqueciendo? ¿Habré alcanzado ese estadio superior de los alucinados al estilo de Hugo Chávez? Chávez, como Fidel, ha hecho creer que es capaz de desdoblarse para arrinconar a sus conciudadanos…  ¡¿Pero yooo?!”.

“¿Aló, estás ahí?”, insistía mi otro yo mientras yo apenas atinaba a responder “Sí, sí”…  Fue entonces cuando aquella voz me explicó que en realidad se trataba de un homónimo que había leído uno de mis artículos, y para más señas me dijo “Bueno, yo trabajo ahí donde tu gozas un puyero”… Y como yo seguía sin entender nada hice otro silencio, ante lo cual Ricardo Escalante agregó con aire de gravedad:  “Si, si. Soy ginecólogo”. El diálogo se prolongó por varios minutos que se hacían largos, en los cuales el hombre quería manifestar repugnancia por la irresponsabilidad que hasta en sus últimos y críticos días ha mostrado Chávez.

Pero bueno, después no tuve más remedio que investigar cuántos estamos registrados en LinkedIn con el mismo nombre, para descubrir una lista de más de 25, incluyendo un periodista en Costa Rica, un músico en Nueva York, un laureado académico estudioso de la genómica, un experto en mantenimiento, un profesor de matemáticas y alguien de malas andanzas. En Facebook hay cuando menos 50 y en Google la cuenta se pierde.

Ahh, pero eso no es todo.  Mientras trabajaba para El Nacional en Caracas, una tarde se acercó una secretaria de melodiosa voz e irresistible fragancia para decirme al oído: “Querido, ahí te busca Ricardo Escalante”.  “¿Ahh si? ¿Y para qué me busco?”, inquiero. Su desenfado me dejó perplejo:  “Parece que vienes a pontificar sobre culos buenos”… Sonrió, dio media vuelta y se marchó, circunstancia que, como era lógico suponer, aproveché para extasiarme con el rítmico desplazamiento de su reverso.  Dos minutos más tarde reapareció con un señor que se presentó como el doctor Ricardo Escalante, deseoso de hablar sobre un congreso internacional de médicos especializados en cirugía de cáncer rectal y anal, tema que nunca me ha interesado, pero él quería explicar detalles del mal que a veces perseguía a dictadores.

Pues bien, lo cierto es que esas reflexiones y aquella secretaria de magnífico reverso me han llevado a preguntarme por qué mi madre prefirió estamparme el nombre de Ricardo, en vez de Agamenón, Hermenegildo, Agapito; o hasta Xenón, como el elemento químico de número atómico 54; o el original Usnavy, que por única vez escuché en Maracaibo, y luego supe que en los momentos previos al alumbramiento la madre había visitado el puerto, donde vio un acorazado con la inscripción U.S. Navy.  Allí encontró la clave de lo que tanto había buscado: “¡Bonito nombre: Usnavy! ¡Usnavy!”

martes, 11 de diciembre de 2012

Plañidera nacional


Ricardo Escalante, Texas
Hay escritores con destreza para hacernos sufrir con sus cuentos, para llevarnos y traernos por situaciones enrevesadas de enorme realismo. Son técnicas difíciles de aprender y manejar, en las cuales los desprevenidos lectores caemos en un hechizo fatal del cual solo podemos salir al llegar a la última palabra. A veces inclusive esas situaciones nos siguen dando vueltas en la cabeza en forma indefinida.

Muchas de esas historias parten de hechos de la vida real y, por supuesto, el autor los magnifica y les incorpora los detalles cautivantes de su propia cosecha, que son lo que en definitiva les dan atractivo. Hay dos cuentos que me han impactado de manera significativa, pero prefiero no hablar de ellos ahora para no distanciarme del propósito banal de estas líneas.

Hay también circunstancias complejas de pánico, tristeza, decepción, intriga y crimen, a las cuales no habría nada que agregar para ser convertidas en obras de impresionante dramatismo. Desde la época colonial, la vida latinoamericana ha estado llena de sucesiones de tragedias (no de realismo mágico), pero, sin embargo, pocas veces sacuden a los pueblos para hacerlos despertar, recapacitar y reaccionar de una vez y para siempre. Tal vez por ese mismo drama de cada día, la novela negra no ha prosperado tanto como hubiera sido dable esperar en la región.  Y algo peor, los pueblos terminan por acostumbrarse a ser sojuzgados por tiranos que cualquier domingo se visten de demócratas en elecciones trucadas.

Así, por ejemplo -y voy al grano con lo que me ocupa-, nadie podía imaginar que en tiempos de internet, Twitter, televisión satelital, grandes descubrimientos científicos e intelectuales envidiables, uno de los principales países de América Latina sacara de un sombrero y en un arte de magia, a un alucinado e intrépido gobernante con los mismos vicios y deformaciones de aquellos del siglo XIX, y que quienes han sido atropellados y vejados lloren e imploren para que él tenga una larga y recuperada vida. No faltan, por supuesto, altares con velitas, imágenes del alucinado y crucifijos, ante los cuales se arrodillan y piden milagros: una casita, un trabajito, cura para el tuerto, cese del vandalismo…

Bueno, pero además, no puedo dejar de confesar con desvergüenza la náusea que me causan insondables personajes que en su plañidera piden un pequeño espacio para ellos en el mismo sepulcro del líder, mientras el “príncipe heredero” se declara fiel y hasta honesto por siempre. Y protuberantes figuras de la atribulada oposición solo atinan a sumarse a la procesión de cabizbajos, portando velitas, estampitas de la Virgen de la Caridad del Cobre y escapularios con pequeñas fotos de San Fidel, patrón de los resignados y malvados.

Advertencia: Dado que mis artículos suelen tener algún fundamento, para escribir el presente leí varias novelas de terror de autores ingleses, una biografía de Idí Amín y otra de Muammar Gaddaffi (ambas elogiosas, como tenía que ser), y vi tres películas de Sacha Baron Cohen (entre ellas El dictador). Ahh, y además, quiero dejar expresa constancia de que cualquier asombrosa similitud sufrida por los venezolanos durante el siglo XIX, es apenas una sobrevenida coincidencia.  ¡Soy inocente!
ricardoescalante@yahoo.com 

domingo, 9 de diciembre de 2012

Se busca un líder


Ricardo Escalante, Texas
Hoy, cuando Venezuela está en vilo después del anuncio que alargó e hizo más oscura la noche del segundo sábado decembrino, es inevitable preguntarse si la oposición puede permanecer sin líder hasta el momento mismo de la asunción de Nicolás Maduro al trono del Monarca de Sabaneta.

Una de las causas de la derrota sufrida por Henrique Capriles en las pasadas elecciones presidenciales, fue el breve tiempo de campaña. Hubo partidos que se empeñaron en demorar cuanto pudieron la escogencia del candidato para tratar de cosechar provechos que nunca llegaron y, por supuesto, las falencias de Capriles también fueron evidentes.

Eso ahora es clavo pasado y solo está por verse si tales errores volverán a reeditarse en esta nueva oportunidad, que ya está ahí, dependiendo de la gravedad de la salud de Chávez. La necesidad de un líder opositor con capacidad de convocatoria es urgente e inaplazable. La otra posibilidad –sentarse a esperar la declaratoria de falta absoluta del Presidente-, sería una inexcusable metedura de pata porque la Constitución establece que las nuevas elecciones deberán celebrarse en un lapso no mayor de un mes.

Seleccionar ese líder mediante primarias o cualquier otro método que consuma tiempo e implique procedimientos engorrosos sería absurdo e imperdonable. El dedo divino ya dijo quién es el príncipe heredero del socialismo del siglo XXI, como ocurre en agrietadas monarquías, o en Corea del Norte y Cuba, o hasta en el Brasil de Lula. Y la razón esencial es que cuando a Chávez se le aproxima lo inexorable, en su preocupación están los terribles desaguisados cometidos por su familia y por los queridos miembros del entorno. Por eso desea y necesita la continuidad del régimen.

Y, por cierto, dado que la condición intelectual de Nicolás Maduro es de excepción, alguien ya le debe haber explicado lo que reza el artículo 229 de la Constitución de la República: No podrá ser elegido Presidente… quien esté en ejercicio del cargo de Vicepresidente Ejecutivo, ministro, gobernador o alcalde, el día de su postulación o entre esa fecha y la elección. Pero, claro, dado que el texto fundamental de consulta de Nico es el Libro Gordo de Petete, está por verse si tratará de brincar a la torera todos los procedimientos y formas.

Ese hombre alto con cara pero sin inocencia de niño, es autor de atropellos como eL de cerrar el consulado de Miami solo para quitarle el voto a muchos venezolanos antichavistas. También es responsable de muchos insultos y atropellos a quienes no comulgan con las enmarañadas ideas del jefe y, como es de suponer, ya en su escritorio debe haber un teléfono rojo en comunicación directa con el despacho de Raúl Castro.

Nico, hay que reconocerlo, tiene méritos: A fuer del uso de vaselina para no causar más dolor a los ya resentidos cojones de Chávez, se ha refinado algo. Tiene una limitada cultura de viajes y roce con gentes de Estado (de otros países) y, por encima de todo, ha tenido habilidad para llegar en un autobús del metro a Miraflores en un largo tránsito plagado de mapanares.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Un peculiar ojo clínico


Ricardo Escalante, Texas
El apasionante tema de las enfermedades de los gobernantes y el derecho de los gobernados a ser informados oportuna y verazmente, de manera irremediable será objeto de polémica hasta el fin de los siglos. Y será así en países distintos a Estados Unidos, donde esa materia es del más absoluto interés nacional.

Ha habido naciones civilizadas como la francesa, con líderes intelectuales tan finos y con las reconocidas cualidades democráticas de Francois Mitterrand, quien de manera “ejemplarizante” solicitaba exámenes sobre su estado físico y los hacía publicar. Ahh, pero como decía Cantinflas, ahí estaba el detalle…

El conmovedor gesto de Mitterrand despertaba alborozo en grandes amigos y admiradores de su obra literaria incluso al otro lado del Atlántico, como Gabriel García Márquez, quien el 2 de diciembre de 1981 publicó un artículo titulado Los dolores del poder, con críticas a esos mandatarios amantes de mentir y de ocultar sus dolencias, como ocurría en la China de Mao Tse Tung y de Chou En Lai, así como entre los líderes soviéticos.

“El estado de salud de una persona es asunto de su vida privada, salvo si se da la casualidad de que esa misma persona sea presidente de la República. Francois Mitterrand lo sabe, y por eso decidió, sin que ninguna ley se lo exigiera, publicar cada seis meses un informe minucioso sobre su estado de salud”… El Gabo decía luego que el primero de esos informes “era más que satisfactorio para un hombre de 64 años que no se priva de ninguno de los placeres sanos de la vida, y que fue visto hace poco, muy cerca de la media noche, comiendo arenques ahumados en un restaurante del barrio Latino”…

Pues bien, lo que los franceses no sospechaban y, por supuesto, García Márquez tampoco, era que el presidente socialista guardaba entre pecho y espalda la verdad verdadera: Las primeras manifestaciones del cáncer de próstata ya se habían hecho sentir y muchos años después, en medio de gran sufrimiento, iría a la tumba a consecuencia del mal. Pero mientras fue presidente, entre 1981 y 1995, los informes maquillados fluían con regularidad y, claro, ahí estaba el detalle.

El médico Claude Gubler guardó el secreto con su buena dosis de irresponsabilidad y sólo contó la historia tras la muerte del gran político, lo que venía a plantear otro debate de relevancia: ¿Frente a quiénes es el compromiso médico, frente al enfermo o con el país que paga las consecuencias?

En su delicioso manejo del idioma y en su todavía actual artículo, García Márquez -que conocía bien a Mitterrand y se trababa en discusiones literarias con él-, sostenía que los reportes eran cuestión de principios. “Es muy propio de su carácter jugar con las cartas sobre la mesa y exigir de los otros la misma conducta. Lo que tal vez no había pensado es que una torcedura dorsal durante una partida de tenis pudiera tener algún interés para la opinión pública”...

Al releer esas líneas después de tanto tiempo, mi escasa imaginación solo da para una conclusión elemental: No podemos fiarnos del ojo clínico de un Premio Nobel de literatura a la hora de usar el estetoscopio, aunque en honor a la verdad me gustaría leer uno de esos “reportes” suyos sobre Fidel Castro y su ya nada nuevo mejor amigo.
ricardoescalante@yahoo.com

lunes, 26 de noviembre de 2012

España acude a Rico McPato (y II)


Ricardo Escalante, Texas 
Aunque las consecuencias de la debacle económica española son imprevisibles, cuando menos se pueden elaborar hipótesis a partir de algunas interrogantes elementales sobre el futuro del Reino y hasta de la monarquía. Y, dado que nuestros orígenes latinoamericanos están atados a España, pues pareciera lógico que algunas conclusiones deberíamos derivar.

¿Mariano Rajoy y su gobierno saldrán ilesos?, ¿El enorme malestar actual desembocará en revueltas que pudieran pavimentar el camino para un régimen autoritario?, ¿Los socialistas y el Partido Popular y sus irresponsables políticas habrán cavado su fosa?, ¿Los españoles aprenderán la lección?

Entre los estudiosos de los fenómenos económicos –que no escapan a sonoras metidas de pata a pesar de deslumbrantes adornos académicos- hay quienes defienden la tesis de dosificar los ajustes para no matar el enfermo con el experimento, es decir, plantean dejar abierto el camino para la inversión y el crecimiento, para que se genere empleo y, en consecuencia, no se sacrifique el beneficio social. Y hay otros, como los genios del Fondo Monetario Internacional, que recomiendan medicinas amargas o mortales para ciertos pueblos: recortes drásticos de gastos, echar a la calle trabajadores, aumentos de impuestos, subir precios del combustible y otros detallitos.

El presidente del gobierno español ha utilizado hasta ahora estricnina en altas dosis y con su indolencia ha llevado unos cuantos al cementerio, con el argumento de que luego florecerá el estado de bienestar. Y la pregunta es: ¿Sobrevivirá Rajoy a su propia medicina o terminará defenestrado? Hay quejas generalizadas y protestas crecientes, pero está por verse si se trata de augurios de calma o, por el contrario, de estallidos sociales que sólo serán dominados a sangre y fuego.

Mi amigo el doctor Carlos Pérez Ariza, a quien conocí en sus tiempos de reportero en Caracas y ahora es profesor en la universidad de Málaga, no ve ninguna luz al final del túnel y, advierte que la izquierda radical se siente a gusto haciendo ruido en las calles, aunque carece de organización y de dirigentes claros. Las elecciones regionales de Cataluña celebradas el domingo pasado fueron un revés para los insensatos separatistas que tratan de pescar el río revuelto, mostraron otra vez el rechazo a los socialistas, y para el partido de Rajoy significaron un leve aumento que no se puede interpretar como respaldo a sus decisiones.

Ese panorama no es otra cosa que caldo de cultivo para el gobierno de un líder mesiánico, totalitario, que no se podría descartar si recordamos aquel golpista chambón de 1981, Antonio Tejero, con la diferencia de que mientras él y sus cómplices fueron sometidos a juicio y encarcelados, Caldera sobreseyó a Chávez en Venezuela y le pavimentó el camino al poder. Los españoles, al igual que los venezolanos y los latinoamericanos en general, están demostrando que también son de memoria corta y que hasta desafían la proximidad del abismo.

Un elemento importante es el de los partidos más importantes -PSOE y PP-, que han cometido errores serios como permitir que la banca hiciera y deshiciera a su antojo -con sueldos astronómicos para sus ejecutivos y créditos inmobiliarios a clientes sin solvencia-, mientras los gobernantes han preferido voltear la cara. La corrupción en España es alarmante y ni siquiera la familia real escapa a ella, como lo demuestra la actitud nonchalant de Juan Carlos, que dista mucho de haber sido todo lo moralizadora que podía haber sido frente a su yerno Urdangarin, sindicado de enriquecimiento ilícito. Son situaciones preocupantes.

Por otro lado, está por verse qué hará Chávez frente a la crisis española, puesto que su especialidad ha sido relacionarse con movimientos terroristas como las FARC y ETA. ¿Con su actitud de Rico McPato tratará de sacar provecho de la crisis española?
ricardoescalante@yahoo,com

martes, 20 de noviembre de 2012

España acude a Rico McPato (I)


Ricardo Escalante, Texas
La petición de ayuda lanzada por el Rey de España a la Cumbre Iberoamericana de mandatarios celebrada en Cádiz -a la cual no acudió el Presidente venezolano aunque su presencia se respiraba en el ambiente-, no sin cierta razón fue interpretado por algunos atrevidos como un “Hugo, tú que eres mano suelta, tírame algo... ¡Hugo, sálvanos!” ... No faltaron, por supuesto, otros que en el acto se cruzaron miradas y se preguntaron: “¿Eso es contigo o conmigo?”…

El apurado monarca -que en sus momentos de esparcimiento no vacilaba en gastar euros para cazar elefantes en África, sin detenerse entonces en reparos a los inmisericordes desalojos que ya sufrían muchas familias españolas y que ahora han causado una ola de suicidios-, tal vez pudo haber hecho algo para prevenir el desastre actual . Sin embargo, ni siquiera hacía reparos -que podían haber sido aleccionadores desde el punto de vista moral-, a los turbios negocios del yerno vivaracho que… Bueno, eso es harto conocido.

Lo cierto es que allá en Cádiz había representantes de Bolivia, Nicaragua, Paraguay, Cuba, Honduras, Guatemala y Paraguay, entre otros, y, claro, habría que comenzar por investigar si era a ellos a quienes apuntaba la súplica monárquica de esa nación que hace quince años disfrutaba de bienestar social y prometedor desarrollo industrial. ¿El Rey se dirigía a ellos o de manera específica a Brasil –el gigante de economía fuerte aunque con cuellos de botella- , o a Chile y Colombia, o a ese extraño país petrolero, ahora irreconocible, que anda a la deriva con su reputación tropical a cuestas y un alucinado gobernante al estilo de Rico McPato?.

Brasil ha demostrado su habilidad imperial en América Latina y, a deducir por recientes declaraciones de la presidenta Dilma Rousseff, prefiere administrar sus reservas para estimular el crecimiento propio, que da signos de haberse moderado. Ella no oculta, además, su crítica al manejo europeo de la crisis, lo que casi equivale a decir “resuelvan ustedes su problema”. Y, por lo demás, México, Chile, Colombia y Perú, parecen estar claros en que para ellos es impensable asumir compromisos de la magnitud requerida por España, porque ahora ellos unen esfuerzos para establecer un mercado regional propio. De allí que lo concreto de la Cumbre de Cádiz fuera apenas una línea de crédito por 420 millones de dólares, que ante el tamaño descomunal del problema es apenas un pañito caliente.

Por otro lado, aunque “Rico McPato”, que ha gastado varios miles de millones de dólares en armas, barcos, radares y otros equipos militares españoles, ya agotó su capacidad dilapidadora internacional. No obstante, hay que reconocer que conserva intacta su destreza para ofrecer villas y castillos y eso, por supuesto, cuando menos servirá para insuflarle ánimo a las raídas ilusiones de Juan Carlos.

¿Ahora, por qué tantos vaporones? Porque la irresponsabilidad que en España ha generado 25 por ciento de desempleo, recesión y acogotado a los ciudadanos con desajustes capaces de provocar una explosión social, se gestó en el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero -sobre todo al permitir que la banca hiciera y deshiciera a su antojo-, y se profundizó con la llegada de Mariano Rajoy al poder con sus píldoras de estricnina para las clases media y baja.

Por eso, Dilma Rousseff, que con destreza ejerce el papel de líder de la nueva potencia económica de inocultables ambiciones, le ha dicho a Juan Carlos, a Rajoy y a todo aquel que quiera oírla, que la estricnina es contraindicada cuando se quiere reanimar al enfermo. Les ha dicho que apretar el cinturón demasiado, sin permitir posibilidades de crecimiento, puede desatar una peligrosa recesión en el Viejo Continente y que, además, los países fuertes de esa zona, con Alemania a la cabeza, tienen que meterse la mano en el bolsillo. Brasil lo hará sólo si sus intereses resultan favorecidos. ¿Y a todas éstas qué intentará “Rico McPato”?

miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Sobran los partidos?


Ricardo Escalante, Texas
Una de las características del mundo actual es el desencanto generado por los partidos políticos tradicionales, así como la ausencia de nuevas organizaciones capaces de reemplazarlos en sus funciones esenciales. Con esto se abre paso a la pregunta de si estamos ante el fin de las ideologías y el inicio de nuevas formas de gobierno.

Se trata de un asunto grave y complicado, que a juicio de algunos debería dejarse sólo a filósofos y teóricos de los fenómenos sociales. En distintos países, los partidos han caído o están cayendo en el desprestigio como resultado de errores y desviaciones en el ejercicio de las funciones de gobierno, además del abandono de las ideologías.

Uno de los casos patéticos es el de España, que atraviesa una crisis económica y social como consecuencia del paquetazo de ajustes económicos que sin anestesia ha aplicado la administración de Mariano Rajoy, contrariando sus promesas electorales. Esas medidas, que son consecuencia de errores cometidos por su predecesor, el socialista Rodríguez Zapatero, han erosionado los partidos Socialista (PSOE) y Popular (PP) y han alimentado hasta tendencias separatistas. El desempleo está en casi 25 por ciento, hay inflación desenfrenada, endeudamiento público galopante, deterioro del sistema de salud pública y otras menudencias, lo que acogota a los principales partidos españoles.

En México, el Partido Revolucionario Institucional resurgió de sus cenizas con un candidato gris, inculto a más no poder.. Eso, sin embargo, no quiere decir que esa organización haya recuperado el poder de otros tiempos, sino que el Partido de Acción Nacional (PAN) -después de los gobiernos de Vicente Fox y Vicente Calderón- demostró incapacidad para consolidar tesis y programas. Y la izquierda, encarnada por el PRD, probó que en manos del desquiciado López Obrador no iría lejos.

Los partidos de Argentina, Colombia, Perú y otros países de la región, no están en mejores condiciones y, por supuesto, sirven para alimentar la inquietante tesis sobre el rumbo de las democracias y sus pilares fundamentales: los partidos políticos.

Ese panorama desolador conduce a la pregunta de si tienen razón quienes desean desplazar a los partidos políticos, escudándose en ONGs –cuya razón de ser y función social es de otra naturaleza- o en medios de comunicación que tratan de suplantar poderes del Estado, apartándose del papel esencial de comunicadores.

El caso venezolano es tal vez uno de los más dramáticos, porque los partidos tradicionales entraron en un lamentable estado de postración y lo que en un momento dado parecía la esperanza de nuevas organizaciones políticas, hasta ahora ha sido un espejismo. Y digo esto sin referirme al partido de gobierno (PSUV), porque en la práctica es solo el movimiento de un hombre, por un hombre y para un hombre, sin liderazgos colectivos o individuales, hecho a la medida de las aspiraciones de poder perpetuo de Chávez. ¿Qué nos espera entonces?
ricardoescalante@yahoo.com

lunes, 5 de noviembre de 2012

Gobernados por alacranes

Ricardo Escalante. Texas
El controversial escritor norteamericano Thornton Wilder es uno de esos autores útiles y divertidos en cualquier momento, pero, sobre todo, en esas crisis existenciales que reclaman un sacudón de la conciencia.

Dicen los especialistas que la cultura universal y el especial estilo de Wilder, su imaginación excepcional, le abrieron el camino para alcanzar el lugar especial que logró y que siempre tendrá en la literatura. Y no era para menos.

Después de haber leído muy tarde en mi vida Los idus de marzo -publicada en 1948 y reeditada muchas veces-, quedé impresionado por las descripciones que poco a poco avanzan desde distintos ángulos con recurrencia al género epistolar, para culminar con el asesinato a cuchilladas de ese militar que era Julio César, hecho ocurrido en el Senado, que era controlado por adversarios que lo consideraban tirano con ambiciones monárquicas. Ese era, sin embargo, el Senado obsecuente, formado por adulantes puestos a dedo, en el cual se planificó y ejecutó la conjura para sacarlo del juego a como diera lugar.

 Una de esas inexplicables actitudes humanas que mueven a reflexión es la traición del senador Marco Junio Bruto, por quien el dictador sentía un especial afecto y ya una vez había perdonado y colocado en posiciones de poder. Bruto, hijo de una ex amante de César, Servilia Cepionis, intervino en el asesinato cuando la ciudad de Roma daba muestras de simpatía por el líder y hasta le había otorgado facultades especiales.

En la atmósfera cargada de malos augurios que prevalecía en la entonces república romana, donde todos sabían que el magnicidio iba a ocurrir y el único que lo ignoraba era él -había habido amenazas y advertencias que ahora tal vez lo hacían andar confiado-, Wilder le atribuyó al dictador una célebre y terrible frase: “yo que gobierno tantos hombres, soy gobernado por pájaros y truenos”, frase que, obviamente, le da rienda suelta a la imaginación del lector latinoamericano y la traslada incluso a las torrenciales lluvias causadas por el calentamiento global de los tiempos que corren, a invocaciones a curanderos, a olvidados presos políticos, a falta de papel para el baño y a truenos y rayos detrás de ciertos poderes ilimitados de naturaleza tropical.

Es una obra estremecedora con situaciones que bien pudieran asimilarse a países africanos y/o latinoamericanos, en la cual abundan los personajes rocambolescos con cabezas dominadas por cucarachas y alacranes, que llegan al poder por la fuerza o por el voto popular con el solo propósito de horadar las instituciones, para convertirse en amos y señores para siempre.
ricardoescalante@yahoo.com 

lunes, 29 de octubre de 2012

La quimera de Gutiérrez Menoyo


Ricardo Escalante, Texas
Desde la muerte del “gallego” Eloy Gutiérrez Menoyo, ocurrida hace varios días en La Habana, a veces me he preguntado cuántos en realidad sabían quién se trataba y por qué bien merece un homenaje en estos tiempos de memoria corta y de alegrías sin sentido en los pueblos latinoamericanos.

Hay hombres que abrazan una causa, la idealizan y la sirven porque la sienten propia aunque en apariencia sea ajena, y todas las noches quieren seguir soñando a pesar de que la terca realidad es una pesadilla. Sufren la pesadilla y tratan de despertar en un mundo distinto, pero eso es imposible porque ellos están condenados para siempre. Así vivió y murió el cubano Gutiérrez Menoyo, a quien no conocí pero sí supe de sus convicciones.

Las desviaciones totalitarias de los hermanos Castro condujeron al “gallego” -que había nacido español y nunca perdió el acento madrileño-, a expresar insatisfacciones frente a las injusticias y a pedir rectificaciones que nunca fueron escuchadas, y cuya única consecuencia fueron los 22 años de prisión que finalizaron en 1986 por la insistente petición de Felipe González. El régimen que había ayudado a iniciar no le concedía derecho a pensar y menos aun a reclamar, pero aun así no odió a Fidel Castro porque sus ideas iban más allá. Por eso, no vaciló en hablarle frente a frente al dictador sobre pluralismo.

Hay otros que, por el contrario, nadan en “mares de felicidad” como la cubana y se nutren de sus procedimientos primitivos a pesar de que, por ejemplo, nada le borrará a ésta sus más de 6 mil fusilados y desaparecidos, ni tampoco el tenebroso Estado policial en que cada quien se cuida del otro y ni siquiera hay el derecho a pensar a escondidas. Pero esos otros, que a distancia aprendieron, copiaron y distorsionaron métodos de hegemonía gramscianos, ayudan la permanencia del vetusto régimen de los Castro para sacar sus propios beneficios.

En sus últimos años de vida y con la salud venida a menos, Gutiérrez Menoyo había dejado de ser activo en las protestas contra la familia Castro. Durante la etapa que pasó fuera de Cuba, de donde huyó poco después de obtener la libertad, no le escaseó la aversión de grupos antifidelistas por su persistente demanda del diálogo para abrir caminos a la convivencia política. Regresó a La Habana porque no podía vivir en otro lugar y ahí murió a los 77 años. Su breve testamento político revela las frustraciones y derrotas de más de cincuenta años de lucha contra la barbarie. Es un documento que habla de “la necesaria apertura política”, al tiempo que denuncia “que aquella empresa, llena de generosidad y de lirismo, que situaría de nuevo a Cuba a la vanguardia del pensamiento progresista, ha agotado su capacidad de concretarse en un proyecto viable”…

Él, que tenía suficientes mecanismos de información, conocía detalles de los planes de “solidaridad petrolera” que en más de catorce años han mantenido a flote a Cuba a cambio de la exportación de las comunas, de agentes del G-2 y de contingentes médicos con funciones policiales, para tratar de trasplantar la revolución al no lejano país benefactor mandado por un militar tropical que en el bolsillo lleva un diccionario de hechicería.

Vidas y enseñanzas como la del “gallego”, tal vez podrían servir de advertencia a quienes abrazan proyectos políticos de un hombre, por un hombre y para un hombre. ¿Para qué embarcarse entonces en una pesadilla?
ricardoescalante@yahoo.com 

domingo, 21 de octubre de 2012

La conjura final


Ricardo Escalante, Texas
La razón esencial de muchos dirigentes políticos importantes para no escribir libros sobre sus experiencias, es el temor a enajenarse amistades, a exponerse como vanidosos o incurrir en exageraciones. Eso, sin embargo, no quiere decir que todos sean cortados con el mismo patrón, porque, aunque son los menos, hay quienes en una actitud pedagógica reflexionan en voz alta para reconocer errores y en  actitud cívica explican por qué no volverían a hacer lo que hicieron.

Conocí a Octavio Lepage hace unas cuatro décadas durante mi ejercicio reporteril en Caracas, mientras él era miembro de la Comisión de Defensa del Senado y también de la dirección nacional de Acción Democrática. Era tacaño y tenía fama de tacaño hasta para pagar sus invitaciones a tomar café. Medio en broma y medio en serio, sus amigos lo llamaban en voz baja “Mister Memoria”, porque siempre andaba en la Luna con aires indescifrables o hacía creerlo. Ahora, después de tantos años, he podido comprobar a plenitud que su “disco duro” lo registraba todo y la desmemoria era una simple veleidad que administraba a su antojo.

Con mucha razón lo consideraban “gonzalista”, porque siempre estuvo en el círculo más cercano a ese viejo erudito que era Gonzalo Barrios, que siempre tenía elegantes motivos para discrepar pública o privadamente de su compañero de partido Carlos Andrés Pérez, de cuyo primer gobierno Lepage fue ministro. También fue ministro en la etapa de Jaime Lusinchi, y fue inocultable la preferencia gubernamental por su aspiración a la candidatura presidencial en 1988, en una agria competencia con CAP. Y, en definitiva, aunque había sido amigo y colaborador de CAP, sus discrepancias con él nunca fueron secretas.

Digo ahora estas cosas, después de haber leído La conjura final, esa larga y magnífica entrevista-libro en la cual Lepage le narró al veterano periodista Javier Conde sus vivencias y autocríticas. Y lo digo porque conocí, traté y a veces hasta tomé un par de wiskies con Lepage, sobre todo en esas dos semanas en las cuales fui asistente suyo Miraflores, luego de la confabulación que defenestró y sometió a un juicio político amañado a Carlos Andrés Pérez en 1993.

La conjura final es un libro importante por las razones que resumo: 1) Admite que AD y él mismo desde la presidencia del Congreso, cometieron un grave error al permitir el juicio contra CAP; 2) Casi no hace referencias al presidente Jaime Lusinchi (¿por qué?) y deja maltrecho el equipo económico del gobierno de esa época; la anécdota sobre una cena en honor del jefe de la Reserva Federal norteamericana, Paul Volcker, en la casa del entonces ministro de Hacienda, Manuel Azpúrua, es demoledora; y, 3) Las referencias al equipo económico de CAP son el contraste. Lo define como brillante y con buen juicio dice que a esos tecnócratas les faltaba cancha política y, además, agrega que CAP tenía una visión moderna del país.

Lepage hace asombrosa gala de su memoria al citar fechas, nombres y circunstancias específicas que enaltecen el espíritu cívico que condujo a logros importantes para la República. Refresca episodios de las luchas contra las dictaduras de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, de las conspiraciones de derecha e izquierda durante los cuarenta años anteriores a Chávez, y de manera distraída e inesperada hasta desempolva sus escapadas con la soñadora Shirley por gratos recovecos ingleses. No oculta que se cometieron excesos policiales como el de la muerte del secretario general de la Liga Socialista, Jorge Rodríguez, cuando él era ministro del Interior y se investigaba el secuestro del industrial Niehous.

En ese libro, Octavio Lepage se deja ver como lo que siempre fue: Un dirigente honesto, fiel a sus ideas, comprometido con las causas democráticas, tímido, frustrado por el desastre ético, político, económico y social, a que el autócrata ha sometido a los venezolanos en estos interminables tres lustros. Y da una lección, al invitar a los jóvenes a estudiar la historia nacional, a investigar y a dibujar sus propias conclusiones.

A Javier Conde, de inagotable vocación periodística, lo conocí en sus comienzos en la profesión. Miembro de una hornada mucho menor que la mía, firme defensor de la libertad de prensa y de los derechos de los periodistas. La conjura final es solo un peldaño más de esa carrera con buenas demostraciones de olfato para la noticia, la crónica y el reportaje.

viernes, 19 de octubre de 2012

Lula, los negocios… Lula


Ricardo Escalante, Texas 
Son las dos de la tarde cuando manejo por una de esas congestionadas superautopistas de Houston que lo mantienen a uno con los reflejos en guardia, porque cualquier descuido… Replica el teléfono celular y yo, que no puedo abandonar lo que me ocupa para ver quién es el inoportuno, apenas puedo hundir el botón del “manos libres”…

-¿Aló, aló?
-Ahh, estás ahí. Te había llamado antes pero tu… 
-Yo qué, ¿yo qué? Lo que pasa es que apareces en el peor momento, pero te atiendo porque manejas información de primera mano y no quiero perder un dato crucial, sobre todo cuando Hugo Chávez está…

Es la inconfundible voz de mi viejo amigo inglés que siempre está en el lugar indicado y ve y escucha cosas que me interesan, aunque los negocios que él busca casi nunca salen bien… Pero bueno, eso no le importa porque el dinero le permite el placer de mujeres hermosas y acceso al poder y, aunque a veces se queja de mis indiscreciones, es ostensible su disfrute del arte del buen chisme.

-¿Dónde andas?, le pregunto. 
-Aquí en Buenos Aires, escuchando las paradójicas lecciones de democracia que Luiz Inacio Lula dicta con cara de San Nicolás o de yo no fui… Y después de lo dicho por Lula, debes haber comenzado a acostumbrarte a la idea de votar por Nicolás Maduro o por ese hombrecillo de “ojitos bellos” predilectos de Chávez… “¡Alternancia!”, le recomendó el brasilero a Chávez al insinuar también que Dilma Rousseff es fruto de su imposición, y que Chávez debe empezar a preparar a su sucesor porque…

-¿Candidato para dentro de seis años? 
-Lula dijo alternancia porque está enterado de los detalles del enemigo silencioso y… Bueno, mejor no te cuento eso porque lo vas a publicar, con lo cual el secreto mejor guardado de Chávez dejará de ser secreto. Claro, Lula siempre apoyó a Hugo porque Venezuela es un país rico, y Brasil tiene la constructora Odebrecht, la fabrica aviones Embraer, armas, exporta cachibaches… Ahh, y existen unos acuerdos energéticos y otros con EMBRAPA en materia de “soberanía alimentaria”… Tu sabes, Hugo es generoso con… Más de 4 mil millones de dólares ha obtenido Brasil y, claro, hay retribuciones políticas, pero bueno también hay que entender que la vida es finita.

-¿4 mil millones y vida finita? 
-Ya veo. Ya veo, eres ingenuo, pero en política no hay ingenuidad. Brasil juega por adelantado y avizora el futuro. Por eso Lula, que está detrás de mi amiga Dilma, piensa en el sucesor de Chávez… Ni Cuba, ni Argentina, ni Bolivia, tienen dinero para garantizarle a Brasil algo parecido.

-¿Y no crees que las vacas gordas de Venezuela se han acabado? 
-Los que estamos enterados del asunto sabemos que el Fondo Chino ya asciende a cien mil millones de dólares para Venezuela y que la deuda total roza los 300 mil millones de dólares, pero todavía le queda capacidad de endeudamiento que los brasileros tratan de aprovechar. Venezuela todavía está echando la casa por la ventana y está quemando incluso sus reservas internacionales. Eso es una ganga que…

-¿Ganga? 
-Claro, los demás tienen que aprovechar el espejismo del ta´barato de Chávez. Lo de Lula son los negocios. Los negocios Lula…

domingo, 14 de octubre de 2012

En la mitad de la nada


Ricardo Escalante, Texas
Dadas las encontradas reacciones que despertó mi anterior artículo de opinión (Falencias de un candidato), me veo en la obligación de hacer nuevos comentarios y precisiones sobre lo que en mi concepto debe ser el nuevo liderazgo político venezolano.

Algunos estuvieron de acuerdo con los criterios entonces expresados, otros los interpretaron como una apología irracional a los gobiernos y a la clase política de los cuarenta años anteriores a la autocracia de Hugo Chávez. Yo, sin embargo, había advertido que en esa etapa importante de la historia nacional hubo graves errores, desviaciones y corrupción, así como logros relevantes y virtudes de muchos dirigentes. A eso no agrego ni quito nada.

También dije que era imposible repetir gobiernos y calcar decisiones y errores. Pero lo que sí debo explicar ahora es adónde, en mi opinión, debe ir el país y qué clase de liderazgo deberíamos tener, para lo cual son necesarias algunas consideraciones fundamentales sobre las dos venezuelas que a duras penas hoy comparten el mismo territorio.

La primera Venezuela es un poquito más grande que la otra. Es la que gobierna y desgobierna a su antojo y ha convertido el país en dominio del hampa y de atropellos. Esa Venezuela es una realidad. Existe y representa 54 por ciento de la población, y sigue siendo la misma que elección tras elección, desde diciembre de 1998 se ha pronunciado de manera inequívoca por una fórmula autoritaria, y está satisfecha con las pretensiones de perpetuidad del líder.

Para tratar de entender y explicar ese fenómeno es bueno acudir a la historia nacional, que apenas muestra períodos muy breves de democracia efectiva. Esto, que tampoco se puede ignorar, permite ver la histórica sumisión al hombre fuerte y conduce a la pregunta de por qué eso sigue ocurriendo, a pesar de que ya no somos el mismo pueblo rural e iletrado del siglo XIX y el mundo ha sido revolucionado por las comunicaciones electrónicas. Algunos piensan que se trata sólo del apoyo a quien regala cemento, láminas de zinc y dinero efectivo, para que todo siga como está, pero yo creo que hay algo más que debe ser estudiado con seriedad y ponderación, como causa de nuestros quebrantos. Sería, entonces, interesante una investigación sociológica desapasionada sobre la idiosincrasia del venezolano.

La otra Venezuela es una descuartizada, hecha mil pedazos, que se unió detrás de Capriles Radonski por la razón inevitable. Hay en ella un sector importante de ciudadanos sensatos que entienden la política como el arte del pluralismo, el diálogo y la confrontación de ideas, pero también hay extremismos similares al prevaleciente en el chavismo. Hay sectarios e interesados en ventajas personales y de grupo y hay, además, otro sector de escépticos frente a todo.

Una porción mayoritaria de esa Venezuela quiere y busca un cambio detrás de un líder joven por joven, sin entrar en análisis de fondo sobre su formación cultural y política, sobre sus capacidades reales. ¿Eso es bueno? Yo más bien pienso que podría ser joven, estudioso y bien apto para el ejercicio de las funciones del Estado, pero también podría ser otro con un poco más de edad y con iguales o más adornos. Lo importante es que quienes tienen méritos y aspiraciones dejen ver sus cualidades en la lucha contra el gobierno unipersonal, porque nadie sabe si la salud de Chávez aguanta el trote de 20 años abusando del país a su antojo y tampoco nadie sabe qué puede pasar. Y, por otra parte, es bueno recordar que el espadachín justiciero que muchos en sus arrebatos veían en el joven teniente coronel (44 años cuando llegó a Miraflores), ha servido para destrozar el país. De allí que sin caer en exclusiones, me limito a lanzar inquietudes al voleo.

¿Adónde debe ir el país? A un movimiento con efectiva democracia interna que nazca de manera natural, sin fórceps, que ofrezca una esperanza sustentada en un proyecto político con ideas y programas. Con fórceps nacieron el PSUV y antes el MVR y el MBR 200, sin que ninguno de ellos haya ido a la esquina como verdadero partido político, porque han sido creación de un hombre y por un hombre dañino, iluminado y corrupto; pero, de igual manera, es indispensable reconocer que en la oposición de los últimos años ha habido grupos y partidos efímeros, sin valores especiales.

Hay quienes sostienen que las ideologías son apenas enclaves del pasado, arcaicas, casi paleolíticas. Dicen que hoy no tiene sentido hablar de derechas, de centro o de izquierdas. Para mí todo eso sí tiene sentido. Y lo digo con convicciones, porque todavía no veo en la oposición el asomo de un partido o movimiento que se encamine a sustituir los desvencijados partidos políticos que hoy tenemos. Y ahí quería llegar para mencionar la razón de ser de mi anterior artículo, porque en la vieja política no todo era corrupción, hampa, sinrazones, es decir, todo eso que hoy salta a la vista y empuja oleadas al exilio. Y aclaro: No soy abogado de la vieja política.