El ex ministro de Hacienda
Pedro Rosas Bravo examina la economía venezolana a la luz de la crisis europea
Ricardo Escalante, Texas
Los nubarrones económicos que recorren a Europa
parecieran amenazar a Asia y, según
funcionarios de la CEPAL, algunas señales negativas apuntan a ciertos países
latinoamericanos aunque, por supuesto, unos están en mejores condiciones que
otros para enfrentar los coletazos de una potencial recesión global.
Desde el punto de vista latinoamericano, cualquier
análisis debe necesariamente abordar los precios de las materias primas y los
volúmenes de exportación, puesto que de ellas dependen en gran medida las
economías de la región y, obviamente, otro elemento esencial es el manejo de
sus macroeconomías. Las administraciones sanas pueden salir incólumes de las
crisis y hasta obtener ventajas, mientras las irresponsables conducen sus
pueblos a la miseria.
En ese sentido, hay que preguntarse qué podría
pasar en Venezuela si los precios internacionales del petróleo se derrumbaran
estrepitosamente, o en Chile, en el supuesto de que los precios del cobre fueran
afectados. También habría que echar un vistazo a las importaciones de cada país
y a la solidez del sector privado en cada uno de ellos aunque, por supuesto, la
relación de interdependencia hace que nadie escape a los efectos de una
recesión global.
Mientras Venezuela se ha endeudado de manera
vertiginosa y ha comprometido ventas a
futuro de petróleo con descuentos, Chile ha manejado con cautela los ingresos
provenientes del cobre, que no escapan a los vaivenes internacionales. El
contraste está en que el modelo económico chileno se basa, por ejemplo, en el
respeto a la propiedad privada y a la independencia del Banco Central; mientras
el venezolano es estatista, autoritario, ha debilitado la economía privada y
convirtió al Banco Central en un apéndice del Ejecutivo.
Ahora bien, los orígenes de la crisis europea
están relacionados con la actitud de los gobiernos. Muchos creían que las decisiones ligeras y las
irregularidades administrativas eran exclusivas del Tercer Mundo, pero no es
así. El Banco Central Europeo, que durante años asumió posturas laxas frente a
los casos de España, Grecia e Italia, permitió que poco a poco el problema se
hiciera inmanejable y terminara por poner a todo el mundo con las manos en la
cabeza.
El ex ministro de Hacienda venezolano Pedro Rosas
Bravo, residenciado precisamente en Barcelona, España, ha estado observando de
cerca el fenómeno y tratando de llegar a conclusiones con su óptica
latinoamericana y, por eso, lo consulté a la hora de escribir este trabajo.
Además, él había cursado su posgrado en la London School of Económicos y
permanecido allí por diez años como investigador visitante.
Rosas habla de Brasil, México y Colombia como
países con sistemas bancarios relativamente sólidos y bien capitalizados, y sin
problemas importantes de deuda porque han obtenido importantes inversiones extranjeras.
Además están en una
situación fiscal favorable gracias
a que sus economías internas han estado en expansión por varios años. “En Grecia hasta el
Banco Central presentaba reportes con datos bancarios
falsos. La regulación bancaria era por tanto una
ficción. En España, la supervisión bancaria, que
depende del Banco Central de España, era
negligente. Era fácil de detectar que los balances bancarios estaban
hechos con activos inflados de valor, con préstamos de dudosa recuperación, con
perdidas no contabilizadas, y con muchas manipulaciones contables”, comentó.
Cuando le pregunté
un poco más sobre el caso español, Rosas explicó que el Gobernador del Banco
entre 2006 y 2012 era Miguel Fernández
Ordoñez, un hombre débil vinculado al PSOE. “Cuando supe de su nombramiento, me
sorprendí, pues lo había conocido durante el periodo 1982-1985, cuando él
trabajaba como alto funcionario técnico en el FMI y yo era Gerente de Estudios del Banco Central de
Venezuela, y fui, por tanto, testigo de su pobre y dubitativa actuación ante la
posición equivocada de Leopoldo Díaz Bruzual en los días previos al viernes
negro de 1983, durante el gobierno de Luis Herrera, y, luego, durante los
primeros años del gobierno de Lusinchi y el famoso RECADI. El nuevo Gobernador
del Banco de España, designado por Rajoy, ha reconocido sin ambages, con pena y
vergüenza, el pésimo desempeño de la institución supervisora”.
Ni siquiera Gran
Bretaña logró escapar a las falencias del control bancario y, por eso, Tony
Blair acaba de reconocer que ahí, precisamente, estuvo el principal error de su
larga experiencia como Primer Ministro de aquella potencia con fama de ortodoxa
en sus políticas económicas. El ex ministro de Hacienda venezolano recuerda que
Blair se vio forzado a reconocer que los jóvenes banqueros habían
engañado a la autoridad fiscalizadora bancaria que actuó de manera complaciente.
“En Gran Bretaña quebraron todos los bancos excepto el Barclays y HSBK, que salieron con muchos
rasguños en sus balances. En Irlanda,
se fueron al foso todas las instituciones bancarias. En Portugal y Grecia casi la mitad de los entes bancarios
están intervenidos. En España, quizás
con la excepción del Banco Bilbao,
todos tendrán que recurrir al financiamiento del BC Europeo
para reponer las cuantiosas pérdidas de capital”. Esos eran los tiempos de la
sobre expansión monetaria europea, cuando a cualquiera le daban una tarjeta de
crédito con tope de cinco mil dólares y se concedían préstamos hipotecarios
irresponsablemente.
Ahora bien, como quiera que el vistazo a los
orígenes de la crisis europea reviste utilidad para hurgar un poco en la que,
según el presidente Hugo Chávez, es una de las economías más sólidas del
planeta y el “mar de la felicidad de sus conciudadanos”, no puedo dejar de
empujar a Pedro Rosas Bravo a abordar el asunto:
“Venezuela tiene un serio problema en materia
de deuda externa e interna. Según las cifras
preliminares, la deuda total asciende a 160-170000 millones de dólares, sin
incluir las compensaciones por las expropiaciones y desconocimientos de contratos
petroleros. Esto es 8 veces más que la deuda renegociada en el año 1990. Por
eso,un nuevo gobierno tendrá que plantear y acordar con los acreedores una moratoria para examinar la legalidad de la
deuda contraída, las condiciones financieras en que se contrató, las garantías
concedidas, etc. Para eso, se necesitará el respaldo del FMI para apuntalar nuestra posición
negociadora. Y tendremos que denunciar el acuerdo petrolero-financiero con China en razón
de sus leoninas condiciones para el país. Algo muy importante será brindar la
mayor seguridad legal y cambiaria al capital privado venezolano para que
retornen al país sus cuantiosos recursos depositados en el exterior. Es una
cifra impresionante de acuerdo a los primeros cálculos que he podido realizar
utilizando las estadísticas del Banco de Basilea”.
ricardoescalante@yahoo.com