Hace poco el presidente Juan Manuel Santos, de Colombia, planteó un escabroso tema que en los países del Tercer Mundo es cíclico y retrata bien la naturaleza de los gobernantes: Se dejan atrapar por la tentación de aferrarse en el poder.
Francisco Madero |
Claro, todos dicen que no están de por medio las ambiciones
personales sino el interés nacional. Pero si así fuera, deberían empezar por
descartar la posibilidad de que para ellos mismos haya mandatos más largos y reelecciones,
para demostrar reales inquietudes democráticas.
Santos se pronunció por la extensión del período
constitucional a seis años y agregó que si él aspirara, sería por dos años más.
Después dio marcha atrás, pero ya había lanzado su globo de ensayo y dejó el
asunto ahí. Se hizo obvio que en su
pecho también se esconde ese deseo del mandamás latinoamericano, que siempre
nos ha acompañado.
El “nuevo mejor amigo” de Santos siempre se declaraba
libre del virus autoritario que esconden los períodos largos con
reelección. Él solo “era” como Bolívar,
una brizna… Ahh, pero la supuesta brizna alargó el período presidencial
venezolano de 5 a 6 años y estableció las reelecciones “continuas”. No le gustaba hablar de indefinidas porque
eso sonaba mal, pero hacía trampas y jugaba sucio.
En su campaña electoral frente a Chávez, Henrique
Capriles abordó el tema diciendo que con una reelección era suficiente. No entró en detalles pero, por supuesto, en
el aire quedó la idea de que su aspiración es ser Presidente por doce
años. ¡Doce años!
La no reelección absoluta adoptada en México después de
los 27 años de atropellos de Porfirio Díaz, produjo un clima de tranquilidad. A partir de ahí, al salir del palacio de Los
Pinos, los omnímodos presidentes mexicanos se convierten no solo en estorbos,
sino que hasta son expuestos a procesos judiciales. ¡Como debe ser!
Ahora en México también se escuchan de vez en cuando
algunos insensatos que replantean la idea de volver a la reelección
presidencial, pero sigo creyendo que Francisco Madero fue sabio al proclamar su
tesis de “sufragio efectivo, no reelección”, porque esta conduce de manera
inexorable a la corrupción. Por eso
debemos gritar: ¡No a las tiranías del poder total!
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