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jueves, 18 de abril de 2013

Gobernados por pájaros y truenos

Ricardo Escalante, Texas
Esta mañana saboreaba un sabroso cappuccino en un Starbucks del aeropuerto de Houston cuando apareció mi viejo amigo inglés que siempre anda enterado de todo. Agarró una silla, se sentó y de inmediato empezó a buscar en su pesado maletín. Sacó su inseparable iPad y puso el índice en la pantalla, mientras decía “traje unas breves notas que hice para ti mientras mataba el tiempo en el avión, asociadas a algo que leí hace tiempo”...

-¿De dónde vienes ahora?, le pregunto.
-De Venezuela.  ¡Qué país! ¡Ustedes van palo abajo!.. ¡Gobernados por una persona no preparada y por un militar atrabiliario que maneja la Asamblea Nacional como a un cuartel!..
Esta vez no interrumpí al amigo porque siempre sabe algo nuevo y como buen inglés, no es capaz de guardar secretos.  Es un chismoso irrefrenable. Me interesaba un chisme calientico, pero esta vez él parecía más encaminado al análisis de los últimos acontecimientos venezolanos, y a consideraciones sobre la habilidad de Nicolás Maduro para retener el poder. “No tiene idea de las dificultades que se avecinan”, sentenció mientras deslizaba el dedo en la pantalla del vistoso aparato.
-¿Por qué tu temeraria predicción apunta a...?
-“Elemental, mi querido Watson”… El fraude se ha hecho obvio con la premura del CNE para proclamarlo, con el cambio de la posición inicial de Maduro de aceptar el reconteo de votos, con la intemperancia del teniente Cabello en la Asamblea Nacional y con la represión que se ha desatado. Es un gobierno contrario a la ley, que nace con plomo en el ala, que solo se sostendrá con medidas de fuerza. ¿Te parece poco?
-Bueno, pero…
-Lo que le faltaba era la bendición de la presidenta del Tribunal Supremo, esa señora que... Ya te diré. Las elecciones venezolanas no fueron pulcras y el reclamo opositor es legal. Por su bien, el gobierno ha debido facilitar una investigación imparcial, pero lo que ha hecho es tratar de ganar tiempo para darle un barniz de legalidad a lo ocurrido.
-Te escribí algo recordando al exquisito Thornton Wilder, que nunca pasará de moda para quienes se interesen en las intrincadas miserias y tragedias que van unidas al poder.  ¿Sabes de quién hablo?
Más que una pregunta, él abonaba el terreno para lo que vendría después de acomodarse esos ridículos anteojos en la nariz. Yo escuchaba en silencio.
-Nicolás Maduro desconoce todo sobre el gran dictador Julio César. En su fina literatura, Wilder explica que todo el mundo estaba enterado de la conjura y le enviaron mensajes a César para prevenirlo, pero él los desconoció y se limitó a pronunciar su dramática frase: “Yo, que gobierno tantos hombres, soy gobernado por pájaros y truenos”.
El inglés se iba quitando los lentes a medida que recordaba los tantos informes recibidos por el autócrata, entre los cuales estaba el de un ganso con manchas en el corazón y en el hígado, y otro de un malévolo pichón que tenía un riñón en mala posición, el hígado con pésimo aspecto y una piedra de cuarzo en el buche. Mientras mi amigo se iba levantando del asiento y agarraba el pesado maletín, alzaba el índice derecho para afirmar: “¡A Maduro le informa un pajarito!”…

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