Esta mañana saboreaba un sabroso cappuccino en un
Starbucks del aeropuerto de Houston cuando apareció mi viejo amigo inglés que
siempre anda enterado de todo. Agarró una silla, se sentó y de inmediato empezó
a buscar en su pesado maletín. Sacó su inseparable iPad y puso el índice en la
pantalla, mientras decía “traje unas breves notas que hice para ti mientras
mataba el tiempo en el avión, asociadas a algo que leí hace tiempo”...
-¿De dónde vienes ahora?, le pregunto.
-De Venezuela. ¡Qué
país! ¡Ustedes van palo abajo!.. ¡Gobernados por una persona no preparada y por
un militar atrabiliario que maneja la Asamblea Nacional como a un cuartel!..
Esta vez no interrumpí al amigo porque siempre sabe algo nuevo
y como buen inglés, no es capaz de guardar secretos. Es un chismoso irrefrenable. Me interesaba un
chisme calientico, pero esta vez él parecía más encaminado al análisis de los
últimos acontecimientos venezolanos, y a consideraciones sobre la habilidad de
Nicolás Maduro para retener el poder. “No tiene idea de las dificultades que se
avecinan”, sentenció mientras deslizaba el dedo en la pantalla del vistoso aparato.
-¿Por qué tu temeraria predicción apunta a...?
-“Elemental, mi querido Watson”… El fraude se ha hecho
obvio con la premura del CNE para proclamarlo, con el cambio de la posición
inicial de Maduro de aceptar el reconteo de votos, con la intemperancia del
teniente Cabello en la Asamblea Nacional y con la represión que se ha desatado.
Es un gobierno contrario a la ley, que nace con plomo en el ala, que solo se
sostendrá con medidas de fuerza. ¿Te parece poco?
-Bueno, pero…
-Lo que le faltaba era la bendición de la presidenta del
Tribunal Supremo, esa señora que... Ya te diré. Las elecciones venezolanas no
fueron pulcras y el reclamo opositor es legal. Por su bien, el gobierno ha
debido facilitar una investigación imparcial, pero lo que ha hecho es tratar de
ganar tiempo para darle un barniz de legalidad a lo ocurrido.
-Te escribí algo recordando al exquisito Thornton Wilder,
que nunca pasará de moda para quienes se interesen en las intrincadas miserias
y tragedias que van unidas al poder. ¿Sabes
de quién hablo?
Más que una pregunta, él abonaba el terreno para lo que
vendría después de acomodarse esos ridículos anteojos en la nariz. Yo escuchaba
en silencio.
-Nicolás Maduro desconoce todo sobre el gran dictador
Julio César. En su fina literatura, Wilder explica que todo el mundo estaba
enterado de la conjura y le enviaron mensajes a César para prevenirlo, pero él
los desconoció y se limitó a pronunciar su dramática frase: “Yo, que gobierno
tantos hombres, soy gobernado por pájaros y truenos”.
El inglés se iba quitando los lentes a medida que
recordaba los tantos informes recibidos por el autócrata, entre los cuales
estaba el de un ganso con manchas en el corazón y en el hígado, y otro de un malévolo
pichón que tenía un riñón en mala posición, el hígado con pésimo aspecto y una
piedra de cuarzo en el buche. Mientras mi amigo se iba levantando del asiento y
agarraba el pesado maletín, alzaba el índice derecho para afirmar: “¡A Maduro
le informa un pajarito!”…
No hay comentarios:
Publicar un comentario