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viernes, 17 de mayo de 2013

La muerte de “Poteʹ leche” (2)

Ricardo Escalante
Para escribir esta segunda parte del artículo en memoria del periodista Jorge Molina, mi amigo y compañero de trabajo  en los periódicos caraqueños  El Universal y  El Nacional, esperé varios días de manera intencional, para tratar de precisar la fecha en que ocurrió su deceso.  No lo logré, pero sí recuerdo que eso ocurrió varios años después del bochornoso desplante que Hugo Chávez le hizo en un acto público.
“Poteʹ leche”, como le conocíamos,  quedó aturdido con el atropello presidencial descrito en la primera parte de este saludo a quien era un venezolano discreto, soñador, amable.  “Sudé, cambié colores. En aquel instante solo deseaba que la tierra se abriera y me tragara. Todos me miraban sin comprender nada”…
Después de haber recibido llamadas nocturnas en las cuales el golpista preso  le pedía la publicación de informaciones a su favor y de haber conversado con él interminables veces, de haberlo ayudado en forma desinteresada, Molina se preguntaba qué había ocurrido, por qué el otrora amigo reaccionaba de manera absurda. Después comprendió que no se había tratado de una explosión de mal humor, sino de una actitud arrogante y de desprecio frente a todo y frente a todos.
Chávez impuso ese estilo que no se agotó con él mismo, sino que se ha prolongado y empeorado con su sucesor, Nicolás Maduro, de quien nada bueno se puede esperar.
“Poteʹ leche” recordaba también que una vez él cometió un descuido que le costó el trabajo.  Fue despedido y, por supuesto, comenzó a tocar puertas.  En una de esas se encontró con alguien que había trabajado para El Nacional y ahora ocupaba un cargo como funcionaria chavista, que corrió a llevarle a Chávez la noticia de que Molina estaba desempleado y luego vino con una propuesta: “Tenemos trabajo para ti, pero antes debes hacer una declaración diciendo que el despido fue consecuencia de tu actitud revolucionaria”…
Después de haber escuchado aquello con asombro, Molina ripostó: “No.  No haré eso porque va contra mis principios…  No vendo mi conciencia de esa manera”…
Pues bien, “Poteʹ leche” comenzó a tener serias dificultades renales. Sobrevinieron las interminables diálisis y fue sometido a un trasplante en Medellín, después de lo cual tuvo un magnífico período de recuperación.  Aumentó peso y se veía rozagante, pero un mal día el organismo reaccionó contra el cuerpo extraño y su muerte ocurrió en medio de enormes sufrimientos. Por todo eso, rindo este tardío homenaje a la memoria de un venezolano honesto, soñador y grato amigo.

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