Desde el momento mismo del traspaso de las acciones de
Globovisión, ha venido ocurriendo una larga y preocupante ola de renuncias de sus
periodistas, molestos por la actitud de los nuevos propietarios en favor del
gobierno. Es un hecho que debería ser motivo de reflexión más allá de las fronteras
nacionales.
Una de las cosas de fondo que ahora tendríamos que preguntarnos
es si de esa manera los comunicadores contribuyen a la liquidación de la
administración del presidente Nicolás Maduro y su élite o si, por el contrario,
proceden en desmedro del derecho del público a información no parcializada hacia
el oficialismo.
Tal vez las renuncias solo faciliten el camino a los
nuevos dueños del canal, cuyos objetivos ya eran claros: Tener un medio de
comunicación para respaldar y aumentar riquezas personales y familiares,
sirviendo al mismo tiempo al gobierno.
¿Quiénes llenarán los cargos vacantes? No es difícil
imaginarlo, como tampoco lo es imaginar la línea política de los nuevos
programas y noticieros. La ola de renuncias pone en evidencia lo que ya se
sabía, pero desde el punto de vista del interés nacional, los periodistas podían
haber mantenido sus posiciones y correr el riesgo de ser despedidos.
Ya se probó una vez que dejar el camino libre al
autoritarismo no produce nada bueno. ¿Qué ganó la oposición aquella vez que se
negó a participar en las elecciones parlamentarias? ¿Cuáles fueron las
consecuencias? Todavía hoy nos estremecen las nefastas consecuencias de ese
acto irreflexivo.
Es verdad que Globovisión encarnaba por momentos posturas
tan vehementes como las de Hugo Chávez y sus seguidores, pero también es cierto
que ese canal servía de contrapeso indispensable al autoritarismo. Cumplió una
función admirable de denuncia y sus periodistas, perseguidos y acosados,
hicieron un trabajo esencial a pesar de su exigua remuneración.
¿Qué va a pasar ahora? Quedan El Nacional, El Universal y
otros medios impresos, pero su influencia no tiene el mismo alcance inmediato.
La circulación de los periódicos venezolanos es muy pequeña y algunos de ellos
están en crisis económicas que, de igual manera, colocan en la picota su
independencia y subsistencia.
Lo claro es que el régimen se está hundiendo. Es
insalvable porque la población no aguanta más la inflación, la inseguridad, la
falta de alimentos y hasta de papel para el baño. Hugo Chávez, Nicolás Maduro y
sus seguidores, han hecho mucho daño. Ahora solo les resta aumentar la
represión y el desmadre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario