Aunque un accidente no grave ha limitado la capacidad de movimiento de mi mano derecha durante varios días, ahora procuro responder las inquietudes lanzadas al voleo por un amigo a propósito de la brillante idea del presidente Nicolás Maduro de crear el Instituto de Altos Estudios “Hugo Chávez”. Él quiere saber para qué servirá el Instituto, en qué consistirán los programas de estudio y cuáles serán las posibilidades de trabajo de los egresados.
Pues bien, según
los profundos conocimientos filosóficos existenciales de Maduro, el propósito
del instituto será “profundizar el pensamiento y valores del Comandante, el
proyecto bolivariano… Ejercer la rectoría para profundizar el estudio del
pensamiento, el legado y los valores que inculcó Chávez”.
Para los epígonos
de la escuela agónica existencial de Kierkegaard que consulté, cualquier
disquisición sobre el elaborado concepto presidencial no solo es una invitación
al estudio, sino también a descubrir una catajarra de dudas en los valores del
líder. Nicolás está clarito en que el Maestro (con M) se esmeró en dejar muchas
cosas claras pero fue incomprendido.
También llamé a
mi buen amigo Nicolás (¡tenía que hacerlo!) para preguntarle si en sus desvelos
le asaltaba algún enredo sobre los planteos existenciales del Maestro. La
respuesta fue inmediata, como solo podía hacerlo alguien de maceradas
condiciones intelectuales, pero yo -¡mortal ignorante!-, todavía no logro
despejar el alcance de sus palabras:
-“Ser rico es
malo”, nos decía el Comandante Supremo. Él puso a Diosdado y a Rafael Ramírez
“donde haiga” para que fueran pobres de solemnidad… Madres de Calcuta, pues. Los
ricos son otros, los testaferros. Y como el Maestro odiaba a los millonarios,
despachaba a Antonini Wilson para Buenos Aires con aquellas maletas de
envenenado dinero para los Kirchner. Por
eso la familia Chávez vive en La Casona casi en la indigencia… ¿Me entiendes?
Por eso en mi gobierno todo es pulcro, aunque la administración de los dólares
del Estado huele mal, como dice la honorable presidenta del Banco Central. Mi cruzada contra la corrupción, como he dicho,
es firme: Ser rico es malo, por lo cual tenemos que acabar los dólares que el
imperio nos manda, tarea en la cual me ayudan unos cuantos compatriotas con
empresas de maletín, contratos abultados y otras cosillas…
-Pero Nico,
perdón, Presidente, yo me refería a algo más elevado, a la inspiración
filosófica del querido y amado líder como guía para la Venezuela post pajarito…
-No te sofoques,
voy pa´lla. El líder inefable
recomendaba la lectura de El Capital, obra fundamental para comprender la
dialéctica de la sociedad de cómplices en el Socialismo del Siglo XXI aunque,
por supuesto, él nunca llegó a leer más de tres páginas de la misma. Y es
verdad que modificó la Constitución para quedarse 50 años en poder, pero ese
cáncer inoculado se le atravesó. Claro,
entre tú y yo, si no hubiera sido por eso yo no estaría ahora pensando en mi
primera reelección para cerrarle el paso al ”Dadito”.
-¿Y eso qué tiene
que ver con el Instituto Chávez?
-Mucho, porque mi
padre supremo nunca se contradecía. En la mañana decía una cosa y en la tarde
otra distinta, pero esas no eran contradicciones sino formas de ver el porvenir.
Así, además, en sus clases magistrales escribía en el pizarrón “felisidad” y
nos recomendaba “adquerir” conocimientos…
-¿Y realmente era
su padre?
-Claro que sí, ¿no
notas el parecido? Diosdado y muchos
otros también. Y eso no lo digo yo, sino
las pruebas de ADN.
-¿Quiénes serán
profesores del Instituto y en qué materias?
-Yo, en hermenéutica
autobusera, Dadito en palizas a parlamentarios y Rafa Ramírez en enriquecimiento
incalculable. En eso somos buenos. No lo
dudes.
Ahora, después de
esta enjundiosa entrevista, no tengo recato en confesar que me he sumido en una
profunda depresión, al descubrir que no reúno las calificaciones mínimas para
ser uno de los primeros discípulos de Nico en el IAECh. ¡Nunca me han puesto “donde haiga”!
No hay comentarios:
Publicar un comentario