El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, se nota cada vez más apurado por imponer su reelección a toda costa. Se nota inquieto, quiere cerrar rápido el paso a cualquier contrincante y se devana los sesos elaborando fórmulas mágicas para seguir gobernando. Mal augurio para él y también para su país.
En sana lógica,
debería estar preocupado por resolver problemas pequeños pero fundamentales que
afectan la vida diaria de los ciudadanos, con lo cual se estaría asegurando su
entrada en la historia con hechos tangibles.
Pero no, no es así. Le inquietan más los cuatro años siguientes y, por
eso, ahora acaba de inventar algo que no tiene ni patas ni cabeza y que, con
toda seguridad, sembrará desconcierto y tal vez rechazos.
El presidente Santos durante el lanzamiento de su propuesta |
Todavía, que se
sepa, no ha llegado a acuerdos con la narcoguerrilla de las Farc para
reivindicarlas y reinsertar a sus miembros a la sociedad, haciéndoles delicadas
concesiones que a cuentagotas ya se han comenzado a dejar colar. ¿Por qué entonces
propone un referéndum aprobatorio de algo que supuestamente no existe? El mismo show montado al efecto despierta
suspicacias.
Si estuviera
pensando en hacer lo mejor para su país, tal vez esperaría el final de unas
negociaciones que hasta ahora indican que habrá un solo ganador, que no será esa
sociedad que por décadas ha sido víctima de bombas, asesinatos y heridos a
mansalva, secuestros, extorsiones, desplazados, grandes operaciones de tráfico
de drogas y negocios con gobiernos turbios como los de Hugo Chávez, los Castro,
Lukashenko, y pare de contar.
¿Por qué el
presidente Santos plantea hacer el referéndum el mismo día de las elecciones
nacionales? Mal síntoma. Si estuviera pensando
de manera no perversa, en encallejonar a sus conciudadanos, la propuesta
tendría que ser entonces el estudio concienzudo de las implicaciones de una
jugada que tiene graves implicaciones y que, si fuera conveniente, pues se
procediera entonces a reformar sin apuros la ley para hacer el referéndum.
Mal
proceder. Así actuaba Chávez,
modificando leyes a media noche para beneficio propio, articulando triquiñuelas
que han desembocado en ese caos total que es la insufrible Venezuela de hoy,
gobernada por un primitivo.
Del afán no queda sino el cansancio. Increíble como el presidente modifica las leyes y la constitución al vaivén de sus conveniencias políticas.
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