La interminable
suma de atropellos, ineficiencias y vicios de la administración chavista,
coloca hoy como nunca a Venezuela al borde de un estallido de violencia de
proporciones mayúsculas. El severo
control militar y policial montado desde Cuba puede ser rebasado porque el
cúmulo de presiones no tiene precedentes, con el agravante de que el Estado
dejó de tener cabeza visible hace tres meses y nadie sabe quién toma las
decisiones fundamentales.
Todo país tiene y
tiene que tener jefe de gobierno, primer ministro o presidente, porque la
seriedad de los asuntos del Estado obliga a que haya un responsable, pero en
Venezuela el caos ha llevado al mundo de lo insólito: Ni siquiera Raúl Castro ha
dado la cara como mandamás de los venezolanos.
En repetidas
ocasiones Chávez habló con su desenfado habitual sobre la fusión de Cuba y Venezuela
para dar paso a lo que llamó Venecuba, sin sospechar que un buen día su “hermano”
Raúl y su “padre” Fidel asumirían el dominio de todo en el país, con lo cual
Miraflores ahora es apenas una delegación en manos de dos alucinados: Nicolás
Maduro y Diosdado Cabello.
Digo estas cosas
porque la era de Chávez terminó hace tres meses. Desde entonces nadie lo ve, nadie lo escucha,
no firma documentos y no ha habido un solo testigo imparcial que certifique si
está vivo y en condiciones de ejercer el poder. Las mentiras de Raúl Castro, Maduro y Cabello,
solo han servido para dar pábulo a la creencia de que el deceso presidencial
ocurrió en La Habana y está embalsamado.
En esa circunstancias hasta circularon versiones sobre la presencia en
Cuba del patólogo italiano Massimo Signoracci, dueño de una fórmula secreta que
ha utilizado para preservar los cadáveres de varios papas.
Las sospechas han
sido mayores porque ni siquiera un miembro de la abundante familia presidencial
ha dicho una sola palabra. El cuerpo de
Chávez estuvo dos meses y medio en manos del régimen cubano y solo Maduro y
voceros oficiales daban sus partes torcidos, sin que hubiera habido un solo
médico que diera las explicaciones indispensables.
Estos hechos,
sumados a la escasez de productos de consumo masivo, a la gravedad del sistema
de salud, la inflación galopante, la
inseguridad individual y jurídica, el robo de los dineros públicos por parte de
figuras como Diosdado Cabello y el ministro Rafael Ramírez y la amenaza contra
los medios de comunicación, han generado una situación insostenible. La olla de presión está a punto de estallar. En los cuarteles hay rumores, especulaciones,
se habla de madrugonazos, de saqueos…
Cuando escribo
estas líneas, ya Nicolás Maduro con su pobre discurso ha admitido que desde los
últimos días de diciembre, han estado ocultando la verdad para proteger un
supuesto interés nacional, para no alarmar a la población. La farsa revela lo
que siempre muchos dijeron: Que había vacío presidencial. Está entonces al descubierto que la verdad
verdadera es que han estado preparándolo todo con nuevos contingentes cubanos,
para asegurar el control del país.
Ahora cuando las
cosas parecen estárseles escapando de las manos, pareciera que se aprestan a
decir lo inevitable. ¿Seguirán los
venezolanos dando muestras de tolerancia ante tantos desafueros?
ricardoescalante@yahoo.com
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