Ricardo Escalante
Desde hacía varios años tenía pendiente la lectura de la Anatomía de un instante, de Javier Cercas. Ahora en un
banquito de la placita cercana a mi casa avanzo con celeridad en sus páginas,
cargadas de aspectos interesantes del golpe de Estado protagonizado por el
teniente coronel Antonio Tejero en España en 1981. Las ráfagas de aire caliente propias de esta
época no impiden que el tema me atrape.
Es un calor pegajoso y hasta premonitorio con sus pájaros
negros que revolotean. Algunos se aproximan caminando con arrogancia en la
grama, pican semillas y me observan de manera amenazante. Tal vez invado su
terreno. Vuelvo a la lectura para descubrir que las mentiras de Hugo Chávez
nunca eran originales, porque hasta se copiaba del despiadado ultraderechista Francisco
Franco. Es increíble. Entre Franco y
Chávez había coincidencias, aunque uno estaba en un extremo y el otro en el
opuesto, lo que viene a confirmar el axioma de que los extremos se tocan.
Leo, reflexiono y miro de reojo a mis amenazantes
compañeros, cuando el teléfono repica con su tono cada vez mayor. “¿Aló, aló?..” Alguien pronuncia un par de frases con acento
británico: “Hey, how are you doing? I hadn´t had news from you for a long time”… Ahí lo
reconozco y pregunto qué se había hecho, dónde se había escondido.
Mi viejo amigo inglés reaparece cuando en muchos países
soplan vientos que no pronostican nada bueno. Ni siquiera en Gran Bretaña, donde
sus flemáticos ciudadanos -que guardan las apariencias y espían al vecino a
través de las cortinas-, ahora tienen un partido radical con banderas
antieuropeas que crece como la espuma. “¿Qué
hay de nuevo?”, indago porque sé que sus alforjas siempre están llenas de
buenos datos.
“¿Qué sabes de la relación del gobierno de Nicolás Maduro
con Pablo Iglesias y su partido en España?”, pregunta él y sin esperar
respuesta se refiere a los 320 mil euros suministrados por Venezuela a una
fundación para la cual el dirigente de Podemos trabaja con otros
catedráticos. “Una maniobra detrás de la
cual está la intervención chavista en los asuntos españoles. La confederación
autocrática bolivariana tiene avances más allá de América Latina”, sentencia.
Claro, yo había leído algo sobre ese joven Iglesias,
declarado admirador de Chávez. Su
discurso populista, mentiroso, cautiva, incautos de manera peligrosa, y aunque
no habla de revolución, hace insinuaciones.
Sus dicterios van contra la clase tradicional, que está obligada a
reinventarse con urgencia, tal como Felipe González lo advirtió.
“Ustedes no tienen siquiera papel higiénico y medicinas,
pero financian movimientos radicales por aquí y por allá. Evo Morales, Correa, Daniel Ortega y otros,
siguen la moda del poder perpetuo impuesta por Chávez. La reelección dañina causa estragos hasta en
la próspera Colombia. Y en España es obvio que el sistema está apolillado”…
Interrumpo a mi amigo con un comentario sobre los avances
de su uso del español, a lo cual replica que la política latinoamericana lo ha
llevado a perfeccionarse. “El sistema en
España está tan mal que el nuevo Rey le fijará un sueldo su padre, como si no le bastara la fortuna
acumulada en 40 años. La corrupción ha
desvencijado a la monarquía. Esas cosas de la moral son el caldo de cultivo
para Iglesias, que apunta a una reforma constitucional para eliminar la
monarquía y establecer la república. El
PP está minado por la corrupción y en el Psoe también hay debilidades. Habrá que ver cómo reaccionan”, prosigue la
perorata del inglés.
Después de unas cuantas digresiones, el británico me dice
a manera de secreto que entre la gente de Pablo Iglesias hay ciertos vínculos
con etarras anclados en Venezuela. “Después
te cito un par de nombres –agrega-. El
chavismo no solo destrozó a Venezuela, sino que quiere hacer lo mismo en otros
lugares”… Me interesan los detalles,
pero el amigo los anuncia para la próxima vez y promete hablar de las visitas
de Iglesias a Caracas.
A todas estas, mis queridos lectores, ustedes se preguntarán
qué copiaba Chávez de Franco. Para sugerir que después de su muerte el
franquismo continuaría inalterable, el 30 de diciembre de 1969 el dictador
español dijo que todo estaba atado y bien atado. Después lo repitió en varios escenarios,
sobre todo en el militar. Chávez decía y
recalcaba que la revolución chavista estaba amarrada y bien amarrada, que había
llegado para quedarse. También hubo otras frases exactamente iguales. Franco y
Chávez abrían la boca pensando en el culto a la personalidad.
@opinionricardo
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