La propuesta de Juan Manuel Santos sobre no reelección presidencial es un avance para preservar la democracia en ese país no exento de caudillos.
Ricardo
Escalante
Aunque con gran demora, el anuncio de un proyecto para
volver a la no reelección presidencial en Colombia tiene una enorme
trascendencia para la vida democrática colombiana, porque pone coto a los
caudillismos que tanto daño han causado.
Ojalá eso sirva de acicate en toda América Latina.
Es verdad que la declaración del presidente Juan Manuel
Santos fue hecha solo después de haber sido reelegido, pero es un avance que en
sana lógica deberá ser acogido por todas las tendencias políticas. Claro, debemos recordar que desde la posición
relevante de ministro de la Defensa de su ahora archienemigo Alvaro Uribe, él
podía haberse opuesto a las manifestaciones de cacicazgo. Pero no lo hizo porque estaban en juego sus
propias ambiciones y sin Uribe no habría llegado a la jefatura del Estado.
César Gaviria Trujillo tuvo el mérito de haber impulsado
la no reelección durante la constituyente que tuvo lugar durante su período
constitucional, pero luego renacieron las malas influencias y se regresó a ese
mal.
Hoy más que nunca, las reelecciones presidenciales son la
gran lección sobre las consecuencias de la desmesura de los iluminados. El perverso Hugo Chávez, con la asesoría de
su admirado Fidel Castro, no solo hizo modificar la constitución para
establecer su reelección indefinida, sino que llegó al extremo de promoverla en
la cofradía de autócratas que creó, con figuras como Daniel Ortega, en
Nicaragua; Rafael Correa, en Ecuador, y Evo Morales, en Bolivia.
Chávez llevó a Venezuela a la ruina económica, política y
social. Abolió la separación de poderes y se convirtió en hombre Estado para
hacer y deshacer a sus anchas. Su familia se enriqueció y formó una élite
corrupta que ha esquilmado los recursos nacionales. A pesar de haber tenido más
de un billón de dólares por concepto de ingresos petroleros, en sus manos el
país dejó de producir hasta papel higiénico y muchos hoy mueren por ausencia de
medicinas e ineficiencia de los hospitales.
Horadó la moral. La otrora nación
rica y pujante cayó en la catástrofe.
Por eso, hoy debemos saludar la importancia de la
iniciativa (¡tardía!) del presidente Santos y desearle a los colombianos el fin
de los caudillismos. Y, por supuesto, no podemos dejar de recordar aquella frase
de “Sufragio efectivo, no reelección”, impuesta en México a comienzos del siglo
XX por Francisco Madero, que defenestró al malvado Porfirio Díaz. Desde entonces entre los mexicanos ha habido
intentos de regresar a la reelección, pero todos han fracasado. ¡Dios los salve!
No hay comentarios:
Publicar un comentario