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lunes, 16 de junio de 2014

Sufragio efectivo en Colombia


La propuesta de Juan Manuel Santos sobre no reelección presidencial es un avance para preservar la democracia en ese país no exento de caudillos.
Ricardo Escalante

Aunque con gran demora, el anuncio de un proyecto para volver a la no reelección presidencial en Colombia tiene una enorme trascendencia para la vida democrática colombiana, porque pone coto a los caudillismos que tanto daño han causado.  Ojalá eso sirva de acicate en toda América Latina.

Es verdad que la declaración del presidente Juan Manuel Santos fue hecha solo después de haber sido reelegido, pero es un avance que en sana lógica deberá ser acogido por todas las tendencias políticas.  Claro, debemos recordar que desde la posición relevante de ministro de la Defensa de su ahora archienemigo Alvaro Uribe, él podía haberse opuesto a las manifestaciones de cacicazgo.  Pero no lo hizo porque estaban en juego sus propias ambiciones y sin Uribe no habría llegado a la jefatura del Estado.

César Gaviria Trujillo tuvo el mérito de haber impulsado la no reelección durante la constituyente que tuvo lugar durante su período constitucional, pero luego renacieron las malas influencias y se regresó a ese mal.

Hoy más que nunca, las reelecciones presidenciales son la gran lección sobre las consecuencias de la desmesura de los iluminados.  El perverso Hugo Chávez, con la asesoría de su admirado Fidel Castro, no solo hizo modificar la constitución para establecer su reelección indefinida, sino que llegó al extremo de promoverla en la cofradía de autócratas que creó, con figuras como Daniel Ortega, en Nicaragua; Rafael Correa, en Ecuador, y Evo Morales, en Bolivia.

Chávez llevó a Venezuela a la ruina económica, política y social. Abolió la separación de poderes y se convirtió en hombre Estado para hacer y deshacer a sus anchas. Su familia se enriqueció y formó una élite corrupta que ha esquilmado los recursos nacionales. A pesar de haber tenido más de un billón de dólares por concepto de ingresos petroleros, en sus manos el país dejó de producir hasta papel higiénico y muchos hoy mueren por ausencia de medicinas e ineficiencia de los hospitales.  Horadó la moral.  La otrora nación rica y pujante cayó en la catástrofe.

Por eso, hoy debemos saludar la importancia de la iniciativa (¡tardía!) del presidente Santos y desearle a los colombianos el fin de los caudillismos. Y, por supuesto, no podemos dejar de recordar aquella frase de “Sufragio efectivo, no reelección”, impuesta en México a comienzos del siglo XX por Francisco Madero, que defenestró al malvado Porfirio Díaz.  Desde entonces entre los mexicanos ha habido intentos de regresar a la reelección, pero todos han fracasado. ¡Dios los salve!

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