Ricardo
Escalante
El resultado de las elecciones presidenciales colombianas
tiene varias lecturas, una de las cuales es el voto castigo al caudillismo
encarnado por Alvaro Uribe Vélez y a sus pretensiones de gobernar detrás de
Oscar Iván Zuluaga. La victoria de éste habría acarreado serios peligros en
términos de democracia.
Ahora es obvio que las políticas económicas de los
últimos cuatro años se prolongarán en el período que está por comenzar. Eso es
positivo si se toma en cuenta el ambiente de prosperidad y solidez que el país
ha venido alcanzando, pero, por supuesto, en el aspecto político se plantean
inquietudes derivadas del tono demagógico que el presidente Santos le imprimió
a las negociaciones que se desarrollan en La Habana con las Farc.
¿La derrota infligida por Santos a Uribe querrá decir que
éste abandonará sus posturas vehementes y por momentos irracionales? A juzgar
por las primeras reacciones post electorales del uribismo, el ex presidente
mantendrá su línea opositora radical, es decir, de enfrentamiento a toda
iniciativa que provenga del gobierno, y todo hace pensar que en el Centro Democrático
surgirán divergencias. Las fracturas no
son descartables porque hubo una campaña equivocada, con un candidato sin luz
propia y con el cacicazgo de Uribe en el centro del debate.
La existencia de una economía nacional estable permitirá
a Santos generar una plataforma política de respaldo al gobierno, pero, por
supuesto, el tiempo dirá si lo hace con espíritu de conciliación nacional. La
izquierda votó por él con la esperanza de la prometida paz. No obstante, en Cuba
se han observado signos que van más allá de lo deseable, porque a la narcoguerrilla
se le ha concedido beligerancia sin que ella abandone los secuestros, asesinatos,
extorsiones y desplazamientos de colombianos honestos.
Otro aspecto relevante es si con el actual Presidente
está en vías de fraguarse otro caudillo.
La reelección indefinida puesta de moda por Hugo Chávez en América ha
causado enormes daños. Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, son claros
ejemplos de los vicios y corruptelas del indeseable populismo. ¿Intentará el mandatario colombiano modificar
la Constitución para buscar un tercer período? Ojalá no sea así.
Por lo demás, nada indica que en política exterior se
produzcan cambios. La convivencia con el régimen primitivo venezolano se
mantendrá, al igual que con los demás regímenes del mismo tipo, corruptos y violadores
de los derechos humanos.
@opinionricardo
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