Con ditirambos, funerales de Estado y teorías infantiles
sobre las causas del execrable homicidio del chavista Eliézer Otaiza, Nicolás
Maduro embarró las investigaciones policiales para esclarecer el caso. ¿Es eso
fruto de su ignorancia o guarda algo más?
El Presidente venezolano dictaminó que hubo un complot
planificado en Miami “por sectores que tuvieron el poder mediático y económico
en Venezuela”. El “Sherlock Holmes” venezolano descubrió en tiempo record
quiénes, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué lo hicieron, aunque ni
siquiera ha revelado la identidad del supuesto cómplice apresado en las
inmediaciones del lugar del crimen.
En una versión preliminar, el ministro de Interior había
dicho que no descartaba ninguna hipótesis sobre las causas del hecho, aunque sí
comentó que los aporreos que presentaba el rostro del occiso fueron ocasionados
al rodar por el despeñadero al cual fue lanzado. Maduro ahora ha descubierto que Otaiza “fue
torturado y humillado”, lo que quiere decir que entre el momento de la captura
y el asesinato transcurrió cierto tiempo (¿cuánto?). Además, ¿tortura no es humillación? ¿Qué
pretendía Maduro al usar los dos términos?
Durante los funerales, el Presidente había hablado de
“mercenarios” y de un “modelo para caotizar (sic) la sociedad”. Otro elemento
risible es que Maduro hasta adivinó que el plan contra el teniente Otaiza fue
diseñado durante seis meses. Claro, aquí
cabe una digresión para preguntarnos si las enormes colas que ahora se observan
en las estaciones de servicio, forman parte o no de un plan presidencial
“caotizador”. Lo que sí está comprobado
es que Venezuela es un hervidero causado por el gobierno.
Ahora bien, los detectives que han participado en las
averiguaciones sobre el asesinato tienen indicios de que Otaiza se extravió y
fue emboscado por delincuentes comunes en el Barrio La Ceiba, en un callejón
sin salida del municipio Baruta, mientras buscaba la vía hacia Tazón. ¿Y si eso
fue así, por qué Maduro habla de un complot?
¿Quién sabía que Otaiza iba a estar en un sarao hasta las dos de la
madrugada y que después se iba a extraviar? ¿Acaso lo esperaban porque sabían
que iba a perder el rumbo?
En algunas ocasiones la víctima había expresado que tenía
enemigos peligrosos en la propia revolución, aunque nunca se atrevió a
mencionar nombres. ¿Será esa una esa de las hipótesis que examina el heredero
político de Chávez?
Después del aserto presidencial conforme al cual existía
una conspiración montada en el exterior para cometer el homicidio, el ministro
Rodríguez Torres retrocedió de manera abrupta sin siquiera estornudar. Repitió
entonces el libreto de su jefe sobre tortura, lo que debe entenderse como el
anuncio de nuevas persecuciones y retaliaciones contra opositores. Son muchos
los cabos sueltos.
Ese mismo Rodríguez Torres, que atentó contra la familia
de Carlos Andrés Pérez en La Casona el 4 de febrero de 1992, fue señalado entre
quienes un día después del asesinato del fiscal Danilo Anderson, asistieron a la
reunión en que se fraguó la estrategia de asesinar a un grupo de personas que
tenían en su poder informaciones comprometedoras para ciertas figuras del
régimen. ¿Estarán planeando una nueva
ola de torturas y asesinatos? Ese pareciera ser el camino del actual estado de
cosas, y así lo indican las más recientes acusaciones de Rodríguez Torres
contra muchos venezolanos.
Así como el homicidio de Danilo Anderson fue utilizado
por Chávez para perseguir opositores, el de Otaiza tiene visos similares.
@opinionricardo
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