Es un día caluroso y lluvioso. Pegajoso. Releo uno de mis libros viejos cuando el teléfono comienza a repicar y con alguna dosis de fastidio atiendo la llamada sin reconocer el número que aparecía en la pantalla, imaginando que se trataba de uno de esos absurdos mensajes impersonales que buscan incautos para productos innecesarios. No era así.
¿Aló? ¿Aló? “Ahh,
te había llamado varias veces, pero casi nunca respondes”… Era la inconfundible
voz de mi viejo amigo inglés que siempre anda averiguando lo que no es de su incumbencia, aunque, como alguna vez dije, siempre está enterado de todo o casi
todo y maneja buenos chismes.
-Ya leí tu visión
sobre la renuncia de Pablo Longueira a la candidatura presidencial de la
derecha chilena y te iba a dar un dato acerca de cómo se mueven las cosas que
harán imposible una fórmula para derrotar a Michelle Bachelet, quien ya tiene
asegurado el retorno al Palacio de La Moneda.
Ya sé que estás contra toda reelección, pero el triunfo de ella parece
inevitable…
Interrumpo al
británico para preguntarle dónde anda y me dice que por casualidad está en
Santiago de Chile, donde ha conversado con gentes de distintos sectores y eso,
por supuesto, me da pie para explorar las reacciones de la visita que acaba de
hacer Henrique Capriles Radonsky a esa ciudad llena de interesantes contrastes
y de gente culta.
-Bueno, bien
sabes que tengo mis maneras de enterarme de todo. En esta época de grata temperatura, he
caminado por la calle San Diego hasta la librería de don Luis Rivano,
frecuentada por los buenos conocedores de la política y la literatura. El mismo don Luis ya es, por supuesto, un
mundo de datos certeros. Tomé café con
amigos bacheletistas y también de la derecha, así que le tomé el pulso a lo que
hizo el venezolano.
-¿Y qué pasó?
-Escucharon su
versión del desastre político venezolano, aunque el presidente Piñera y la
señora Bachelet tuvieron sus salidas para evitar los acostumbrados insultos de
Maduro. Capriles fue visto como un
hombre cercano a lo que representa la derecha chilena y, como si fuera poco, en
ese periódico reaccionario que es El Mercurio había inocultable regocijo. Fueron contactos positivos pero que no
influirán en las posiciones oficiales chilenas, ni ahora ni en el futuro
cercano…
Después de un respiro,
como tratando de redondear las ideas, el amigo le atribuyó mucha importancia al
hecho de que Piñera se hubiese interesado tanto en escuchar las exposiciones de
Capriles y de su asesor político Ramón José Medina.
-No se puede
restar importancia al encuentro, porque el presidente de Chile estuvo nada más
y nada menos que tres horas conversando con el excandidato venezolano. Es cierto que fue en la residencia de Jovino
Novoa, pero eso no le quita relevancia a una conversación tan larga.
-¿Quieres decir
que esta vez Nicolás Maduro se quedó con los crespos hechos?
-Bueno, el gran gestor de la autocracia venezolana en
Chile es el senador Navarro, quien estuvo tratando de chotear la visita de HCR.
Ahora, si me preguntas si el madurista salió con las tablas en la cabeza, debo
responderte: Depende de cómo lo veas.
Para él fue un triunfo el desaire de Bachelet a HCR, pero fue una
derrota si se considera que fue mucha la gente importante que escuchó al
venezolano. La alcaldesa de Santiago, la
socialista Carolina Toja, lo recibió y eso fue una gran sorpresa.
Mi amigo siempre
chismoso hace una pausa y repentinamente pregunta: “¿Y tú qué piensas sobre el
futuro de HCR?”, a lo cual respondo a secas: “En este momento me interesan tus
conclusiones”…
-El viaje a Chile
y Perú no le aporta mucho a Capriles en Venezuela. Allá se nota muy flojo, con
ideas inconsistentes, y creo que le falta batir mucho el cobre… Y ahora te dejo porque voy rumbo al
aeropuerto.
Le iba a
preguntar algo sobre la nueva candidata presidencial chilena de la derecha, pero el británico
me dejó diciendo “Aló, aló, aló”…
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