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martes, 16 de julio de 2013

El matrimonio falaz

Ricardo Escalante
Nicolás Maduro se deja ver las costuras.  A cada paso miente sin necesidad y de manera compulsiva.  Eso se acaba de corroborar con el acto de su matrimonio con la radical chavista Cilia Flores, con quien ha vivido durante un largo tiempo.

Como una manera de hacer insinuaciones contra Henrique Capriles Radonsky, Maduro decía y repetía que amaba a su adorable esposa y que a él sí le gustaban las mujeres.  Ahora, al casarse demuestra que ella no era su esposa y que sencillamente todo era una mentira más.
Durante la ceremonia celebrada por el alcalde de Caracas
No es que casarse sea indispensable o que las mujeres “arrejuntadas” tengan menos cualidades. No. Son mujeres y son tan respetables como las otras, pero eso es una cosa y otra la mentira.  ¿Por qué Maduro no se refería a Cilia como su amante o su concubina? ¿Eso habría tenido algo de malo?  No, pero lo que le interesaba era descalificar al adversario y para eso todo era válido.

Ahora bien, esto es importante porque se trata nada más y nada menos que del Presidente de la República y es un signo más de que él está acostumbrado a la falsedad, como lo hizo interminablemente durante la agonía y muerte de Chávez y también después.  Exactamente como hizo para torcer los preceptos constitucionales para cerrarle el paso a Diosdado Cabello, a quien le correspondía haber asumido interinamente la jefatura del Estado. En su gobierno todo es torcido. ¡Ese es Maduro!

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