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viernes, 1 de junio de 2012

Razones para preocuparse


Ricardo Escalante, Texas
La candidatura presidencial de Henrique Capriles presenta debilidades que no podrían atribuirse ni a un solo factor ni a un solo personaje, que deberían ser vistas como la consecuencia de vicios y errores propios y ajenos con gravedad suficiente como para no formarse falsas ilusiones.

Ponderar el desenvolvimiento del joven candidato significa, en primer lugar, echar un vistazo al país para constatar que no se trata de una lucha sencilla, porque en los últimos trece años ha ocurrido una alteración valores ciudadanos que ha acostumbrado a buena parte de los sectores populares venezolanos a las dádivas del gobierno. Hay quienes han dejado de trabajar y hasta de estudiar para vivir de las “misiones sociales”, al asegurar ingresos para comer y hasta para tomar algunas cervezas los sábados. Para darle sustento al proyecto político oficialista, se ha creado una sociedad de holgazanes dentro de la sociedad venezolana.

No es fácil convencer a esos venezolanos de la necesidad de emprender tareas productivas y de que, al mismo tiempo, ellos han venido siendo utilizados políticamente por un gobierno que dilapida recursos que son propiedad de todos.  Resulta obvio que buena parte de los estratos D y E de la población se siente representada por el presidente Chávez y sus políticas y, en consecuencia, no es fácil luchar contra eso.  Como si fuera poco, con Chávez dejó de existir la separación de poderes y reina el uso gubernamental abusivo de los medios de comunicación.

Partiendo de ese hecho incontrastable, se presume entonces que el candidato opositor y su comando han tenido a mano minuciosos estudios del fenómeno como herramienta básica para diseñar una estrategia electoral eficiente, un mensaje capaz de llegar a los desposeídos y de atraer a quienes estiman bueno al régimen chavista porque dilapida.

Frente a tales consideraciones es necesario preguntarse: ¿La campaña de Capriles se fundamenta en estudios de ese tipo? ¿Tiene él los mejores asesores electorales y los toma en cuenta? ¿Durante la precampaña se hicieron estudios sobre la fragilidad de su discurso y las formas de mejorarlo? ¿Capriles evalúa de manera constante su propio desempeño y hace los ajustes necesarios? ¿Ha aglutinado a la oposición o, por el contrario, ha alejado aliados fundamentales? Las respuestas son, por supuesto, un secreto de Capriles y sus allegados.

Hay, igualmente, elementos de fondo que afectan la conducta de las organizaciones políticas opositoras: Transmiten la sensación de participar con reservas en la campaña electoral, movidas por intereses parciales que, en el supuesto de una victoria electoral de Capriles, desde el primer día colocarían al nuevo gobierno en situación de minusvalía. ¿Podrá sostenerse un gobierno en circunstancias tan difíciles? Alcanzar el máximo nivel de conocimiento de un candidato en la población toma tiempo y grandes sumas de dinero, a pesar de lo cual los partidos se entramparon en un conflicto para demorar la selección del abanderado en la creencia de que sacarían ventajas. Chávez, entretanto, ha utilizado todos los mecanismos posibles a su favor.

Henrique Capriles hace un encomiable esfuerzo y quienes estén en desacuerdo con el curso de los acontecimientos nacionales tendrán que votar por él y, por supuesto, sería imperdonable que hubiera partidos que actuaran como lo hicieron AD y COPEI cuando faltaban menos de dos semanas para las elecciones presidenciales que ganó Hugo Chávez en 1998. Todavía está fresco el arreglo o, mejor, la metedura de pata de su renuncia a las candidaturas de Luis Alfaro Ucero e Irene Sáez, para terminar ayudando a Chávez por vía indirecta.
www.ricardoescalante.com

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