Como venezolano nada ausente de los problemas del país, no puedo menos que proclamar mis deseos porque las elecciones legislativas de este domingo revelen el hastío colectivo frente a un régimen que durante 16 años ha manipulado y estropeado los sentimientos de las masas.
Debemos
admitir que hay quienes con ingenuidad o de manera tendenciosa establecen
diferencias entre el estólido Nicolás Maduro y su mentor Hugo Chávez, para
presentar al teniente coronel como un angelito de ideas y planes, que sabía
administrar y proveer bienestar a los desposeídos. ¡Nada más equivocado! Sólo los
insensatos pueden creerlo.
Maduro y el
repugnante Diosdado Cabello dilapidan los dineros nacionales a manos llenas,
además de llenar sus bolsillos y oxidar los resortes morales de nuevas
generaciones de ciudadanos. Maduro, su familia, Diosdado Cabello y la suya
-contaminados por el tráfico de cocaína, opio y otros estupefacientes-, en su
desesperado esfuerzo por retener el poder, ni siquiera ocultan la intención de
ganar las elecciones legislativas a lo Jalisco, cuando todo el mundo sabe que
más de 80 por ciento de la población los rechaza.
Otra verdad
del tamaño de una catedral es que las altas esferas de la Fuerza Armada
Nacional están dominada por narcotráfico, contrabando y otras formas de
descomposición. El Cartel de los Soles,
comandado por Diosdado Cabello, es pilar central de la dictadura.
Nunca como
ahora en Venezuela hubo pobreza, hampa, educación de baja calidad y jóvenes
profesionales buscando cobijo en otros países porque en el suyo se agotaron las
posibilidades de ascenso en la escala social. ¡Ni siquiera hay papel higiénico!
Pero, por supuesto, la pregunta de fondo es de quiénes es la responsabilidad
del enorme desaguisado y qué podemos hacer ahora, porque el estado actual de
cosas no debe y no puede seguir.
Es
inevitable repetir por enésima vez que estamos donde estamos por culpa del
siempre estirado doctor Rafael Caldera y su infinito egoismo, así como por los
eternos conspiradores de oficio –entre los cuales hubo muchos directores de
medios y periodistas jugaban roles protagónicos para luego pasar facturas-, y
por muchos más que apostaron a un militar militarista. Ahora hay arrepentidos bien conocidos que
purgan sus culpas. ¡Esa es una
inocultable la verdad!
Así llegó
Hugo Chávez llegó con su desbocada ambición, crió sus cuervos, los engordó y
los puso donde están. No podemos olvidar tampoco aquellos chavistas de uña en
el rabo -al estilo de Jorge Giordani-, que no solo admitieron la existencia de
corruptos que saquearon más de 200 mil millores de dólares del Erario,
utilizando “prósperas” empresas de maletín.
¿Y qué pasó? Pues nada, porque
Chávez no solo amparaba a sus funcionarios, sino que colocaba a su familia
donde hubiera para que esquilmaran a la República, mientras él maldecía a la IV
República y transmutaba en gramsciano con aquello de la hegemonía cultural. No
era inocente. En su época los ingresos
petroleros superaron un billón de dólares que, por supuesto, no sabemos adónde
fueron a parar.
Los Chávez
medraron y se enriquecieron a la sombra del poder y ahora les resulta difícil
ocultarlo. Son ostentosos y frecuentes
visitantes de centros sociales de gran lujo en cualquier rincón del mundo,
mientras el ciudadano de a pie lucha a brazo partido por un kilo de harina PAN,
o medio kilo de carne o una medicina.
Frente a eso no podemos permanecer inactivos. ¡No! Por eso, como ciudadano a quien le duele su
tierra, invito a votar y a la defensa del voto en las calles, para salir cuanto
antes de la crisis que ahoga al país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario