Nunca antes una elección legislativa latinoamericana captó la atención mundial como esta venezolana del 6 de diciembre. La razón es sencilla: lo que está en juego es el rescate de las libertades y los derechos individuales y colectivos, conculcados como en las peores dictaduras de cualquier signo.
Por eso un
calificado grupo de ex presidentes actuarán como de testigos de excepción y numerosos
corresponsales de medios internacionales que llegaron con sus equipos ya envían
reportes no solo sobre el clima electoral, sino sobre el racionamiento de
medicinas, alimentos y otros productos de consumo masivo, sobre el régimen de
presos políticos y torturas, y sobre los chantajes y otras actividades de las
claques del poder. Los periodistas transmitirán la verdad sobre el conteo de
los votos.
¿Qué va a
ocurrir después del domingo? Todo dependerá de los resultados y del
comportamiento del gobierno y de todos los órganos del Estado -por él
controlados de manera férrea-, así como de la capacidad de reacción de la
oposición reunida en esa entelequia denominada Mesa de Unidad (MUD) frente a
las posibles torceduras de los resultados.
Después de meses
de apatía, en las últimas semanas ha habido un interés creciente de los
electores por concurrir a los centros de votación. Y así, en la medida en que
la abstención sea menor, el voto castigo contra el régimen aumentará y, por
supuesto, en esa misma medida Diosdado Cabello y Nicolás Maduro se sentirán tentados
a desconocer una realidad que salta a la vista: la mayoría de los venezolanos
está harta de la falta de papel higiénico, del robo de los dineros públicos y
de que durante 16 años el chavismo lo haya manejado todo a su antojo.
Miles de
electores fueron transferidos en forma inconsulta de un lugar a otro,
candidatos relevantes fueron descalificados sin que mediara razón alguna, el
diseño de los circuitos electorales se hizo para dar mayoría a los chavistas,
las tarjetas de votación tienen irregularidades destinadas a confundir a los
electores, la propaganda electoral fue abiertamente ventajista, nada garantiza
la inexistencia de desvío electrónico de sufragios a través de la CANTV, las
televisoras y emisoras de radio transmitieron interminables mensajes abusivos
en cadena, manifestaciones opositoras fueron disueltas por la policía y por
paramilitares. Todo eso -sin que se
hayan contado los votos-, configura un proceso comicial viciado y carente de
sentido democrático. Decir que en
Venezuela hay un clima democrático es falaz y, como si fuera poco, nadie ignora
que el narcotráfico es una de las fuentes de ingresos de Diosdado Cabello y de
la familia presidencial.
Como si lo
anterior hubiese sido poco, los empleados públicos, jubilados, pensionados y
beneficiarios de las misiones –que ahora funcionan tarde y mal-, son objeto de
presiones y obligados a participar en lo que llaman el 1x10, lo que quiere
decir que cada uno de ellos deberá acarrear diez votantes a los centros
electorales. En las últimas semanas, en
los barrios populares hubo un impresionante reparto de televisores, licuadoras,
neveras y otros cachivaches chinos, como parte de la compra de conciencias.
Las
intervenciones de Maduro y Diosdado Cabello en eventos transmitidos por
televisión han sido dignos de Replay, sin nada que envidiar a las
intimidaciones hitlerianas, estalinistas, castristas o pinochetistas. “Si
perdemos iremos a la calle a defender la revolución y aquí no quedará nada”… Chávez
decía lo mismo: “si pierdo, en el Este de Caracas no quedará ladrillo sobre
ladrillo”, pero lo cierto es que la población descontenta jamás ha desaparecido
y siempre encuentra formas de hacerse sentir.
Por eso los venezolanos han encontrado en las redes sociales una vía de
escape y de comunicación inmediata, aunque, claro, también hay quienes las utilizan
para tergiversar y mentir.
Todo hace
presumir que el gobierno se declarará ganador de esta jornada electoral. Admitir
lo contrario significaría para ellos correr el riesgo del surgimiento del
indispensable equilibrio de poderes. “¡Eso nunca!”, dicen y repiten. La Asamblea Nacional con mayoría opositora
tendría que designar y poner en marcha una comisión de contraloría, tal como lo
pauta la Constitución, que de de manera inevitable dejaría al desnudo las
interminables irregularidades de todo género traídas por la revolución que no
es.
Ahh, pero
eso también demandaría o demandará un enorme desafío para la oposición, que por
más de tres lustros ha carecido de liderazgo sólido, eficiente, inteligente,
ausente de mensaje capaz de interpretar el sentimiento popular y de erigirse en
alternativa frente al autoritarismo. Las pugnas y mezquindades que han estado a
la luz del día en la MUD tendrían que ceder cause a la formación de partidos
políticos consistentes, democráticos, con sentido de la dirección colectiva y
del debate interno. No de otra manera la población entrará en desencanto total
y caos, es decir, resurgirá el ambiente para un golpe militar de derecha o para
una revuelta peor que El Caracazo. Pero, a pesar de las falencias de la MUD,
los venezolanos no tienen otro camino que salir en masa a votar contra la
dictadura, evitando caer en las triquiñuelas oficialistas. ¡No a la opresión!
No hay comentarios:
Publicar un comentario