Ricardo Escalante
Dr. David Mares |
Es apasionante ver los efectos dispares de los bajos precios del petróleo en las economías de América Latina. En algunas, como las centroamericanas y del Caribe, esos efectos han sido los de un bálsamo, mientras en otras han causado daños de distintas magnitudes: Proyectos industriales se frenaron, los aparatos burocráticos demostraron sus debilidades y la pobreza aumentó.
Ningún país
de la región ha sido ajeno a esta caída de precios con características muy
particulares, tanto por la variedad y la potencia de los componentes como por
el efecto prolongado. Para bien y/o para mal, las consecuencias se han hecho
sentir desde México hasta Paraguay.
David
Mares, experto en asuntos energéticos egresado de Harvard University, con larga
experiencia en la investigación en grandes universidades, entre ellas la de
California, el Baker Institute y otros, autor de una larga lista de libros
sobre la materia, además de buen conocedor de las realidades latinoamericanas,
aborda el tema en esta entrevista.
-¿Qué consecuencias han tenido en la región los
precios bajos del petróleo?
-La
incidencia varía. No podemos hablar de
consecuencias de manera uniforme porque los países son distintos y el impacto
no es igual en importadores que en exportadores de hidrocarburos. Para Chile, Centroamérica y el Caribe, esa
reducción de precios ha sido beneficiosa, pero para Venezuela ha sido
desastrosa. Ahora bien, si se enfoca el
asunto desde el punto de vista climatológico, entonces la incidencia es
negativa en términos generales porque al estimular el consumo de petróleo
también se estimula la contaminación.
-Hablemos desde el punto de vista de la
producción de petróleo en la región…
-Hay países,
como Argentina, México y Venezuela, en los cuales la producción petrolera ya
tenía problemas cuando los precios eran elevados. Aún en ese momento no había
los incentivos necesarios para que la producción fuera la que los gobiernos
decían que iban a producir. En Argentina
eso ocurría no solo con el petróleo sino también con el gas; la producción en
la zona de Presal, en Brasil, no estaba tan afectada por los precios como por
las reglas oficiales. Las reglas en Brasil son la causa de que no se produzca
lo que el gobierno decía que iba a producir. En Venezuela, al igual que en
México, ya había serios problemas antes del desplome del mercado petrolero.
Colombia es distinta porque sus reservas no alcanzan siquiera los niveles de
Ecuador, y es un productor secundario de petróleo, lo que hace que al caer los
precios la participación de ese sector en la economía nacional disminuya en
términos relativos. Ahora, Colombia ha
sido bastante afectada en términos de su producción a corto y mediano plazo.
-Las tecnologías avanzan sin que el petróleo haya
sido desplazado como gran fuente energética.
¿Por qué?
-Porque la
tecnología no se desvincula del mercado.
Cuando el precio de los hidrocarburos es elevado, se hace rentable la instalación
de láminas solares, etc.; pero cuando ocurre lo contrario, entonces el uso de
las fuentes alternas no es atractivo ni para empresas ni para el ciudadano
común. Los precios de los hidrocarburos
no seguirán por mucho tiempo en los niveles actuales, que hacen imposible
pensar que habrá avances en el desarrollo de las fuentes alternas.
-En los países del sur del Continente hay
fuertes corrientes de viento. ¿Podríamos
pensar en la posibilidad del desarrollo substancial de
la energía eólica en los próximos años en esa zona?
-La
dificultad está en que no se ha inventado la manera de almacenar la energía y
eso afecta, por supuesto, de manera substancial la generación eólica y solar.
Siempre se requerirán otras fuentes alternas y, en consecuencia, las energías
eólica y solar no dejarán de ser secundarias.
Lo que sí pudiera hacerse es utilizar más la energía hidroeléctrica,
pero ahí surge un problema diferente: Hay movimientos ambientalistas,
comunidades y otras organizaciones sociales, que la consideran no sólo
contaminante sino destructora de bosques, ríos, pueblos indígenas. Se plantea,
entonces, la pregunta de qué es mejor: ¿el uso del petróleo y el gas natural o
la hidroenergía? Todos los países latinoamericanos tienen un enorme potencial
para generar hidroenergía, pero eso requiere proyectos como el de Belo Monte,
en Brasil, con grandes inversiones, tiempo y, sobre todo, la decisión política
para llevarlos adelante.
-¿Sería posible alcanzar una tecnología
sofisticada que reduzca la contaminación que causan los hidrocarburos?
-No. Los
hidrocarburos siempre serán dañinos para el medio ambiente y, por tanto, para
el clima en el mundo. El gas natural
contamina menos pero no deja de ser un hidrocarburo.
-Argentina, México, Brasil y Paraguay, tienen
enormes yacimientos de esquistos.
¿Pudiera lograrse una gran explotación de gas y petróleo mediante la
fracturación hidráulica en esos países?
-Se piensa
que hay un enorme potencial, pero no sabemos con exactitud cuál es el volumen
de esos yacimientos. Yo, que soy de
California, le puedo decir que hace cierto tiempo se creía que en ese estado
había un gran potencial de gas y petróleo en yacimientos de esquistos, pero
después que se hicieron mayores estudios y exploraciones se descubrió que eso
no se podía explotar por razones geológicas.
Uno nunca sabe hasta que se hacen las exploraciones y, por tanto, hasta
ahora no sabemos cuánto gas y crudos puede haber en esos yacimientos de
Argentina, México y Brasil.
-¿No es abundante el gas y el petróleo en las
formaciones de esquistos del yacimiento de Vaca Muerta, en Argentina?
-Se
sospecha. En esa zona ha habido muchos hidrocarburos
convencionales y se ha encontrado gas esquisto, pero no se ha extraído en
volúmenes comerciales y no se sabe si ese potencial es real. Esa es la zona en
la cual pudiéramos tener más confianza, pero se requieren mayores
exploraciones. Sin embargo, el gobierno no ha ofrecido los incentivos
suficientes para que eso avance lo suficiente.
Todo el mundo sabe que Argentina tiene mucho gas convencional, pero
cuando el precio del btu se mantuvo en 2 dólares pues nadie se interesó en
explotarlo y, por eso, ellos tienen que importar gas de Catar. El reto es hacer
políticas que encuentren un balance entre las necesidades del pueblo y la
rentabilidad necesaria para estimular la producción y, por supuesto, hacer que
esas políticas sean creíbles por lo menos a mediano plazo.
-¿Cómo observa usted el panorama energético
latinoamericano desde el punto de vista administrativo, de los gobiernos?
-No es un
problema distinto a los que afectan a sectores económicos en la región. El problema básico es que los gobiernos no
tienen la transparencia administrativa suficiente para que el pueblo pueda ver
lo que se hace con el dinero. En México, Brasil o Venezuela, el dinero entra
pero la administración es oscura. Una parte se destina a la compra de favores
políticos, otra a proyectos no rentables, etc. En el caso venezolano, en la
última década se destruyeron las demás fuentes de riqueza para disponer sólo
del petróleo. En México, país que produce tanto petróleo como Venezuela el
ingreso petrolero representa un tercio de las divisas, mientras en Venezuela
representa 97 por ciento. Argentina tiene agricultura y comercio; Brasil
dispone de un sector industrial robusto, de agricultura y comercio. En Venezuela el sector manufacturero y la
agricultura se vinieron abajo y eso es un grave problema.
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