Hoy escribo este
artículo a propósito de uno de Sergio Ramírez publicado hace varios días por El
Nacional, con el sugestivo título de Paisaje
de batalla, sobre la influencia de internet en los patrones de lectura. El
estilo y la donosura del lenguaje utilizado por el ex vicepresidente nicaragüense,
incorporan un estímulo adicional al tema objeto de mi comentario.
Con su manera
sutil de avanzar y retroceder en sus críticas a las superficialidades impuestas
por ese símbolo de estos tiempos que es la web, Ramírez por momentos pareciera
encaminarse hacia la condena de algo más. Pero no lo hace. Se queda en el
rechazo a la ligereza que significa la píldora de información o el simple dato
que se busca, para sustituir la lectura
detenida, profunda, la investigación. Condena el facilismo.
Sus
planteamientos están bien fundamentados, pero yo encuentro razones para
discrepar. Y digo esto muy a mi pesar, porque soy parte de uno de los gremios más severamente
afectados por el agresivo avance cibernético: el periodístico. Cada día es
mayor el número de periódicos que quiebran y de periodistas desempleados. Dramático
es el caso de un hombre con trayectoria, varias veces laureado, que un buen día
y en el mejor momento de su carrera, fue echado a la calle; tocó puertas,
acudió a agencias de empleo, y llamó a sus amigos sin que nada pasara. Joan
Campbell se dedicó entonces en su pueblo, al Sur de California, a producir
cerveza de manera artesanal con el nombre de “Reportero desempleado”.
Ahora bien, esto
que pudiera ser un magnífico argumento en mi contra no lo es del todo, porque si
no fuera por la inmediatez y superficialidad de muchas informaciones provistas
por internet, no tendríamos acceso a esas cosas que parecen pequeñas e
insubstanciales pero que en realidad son importantes. Y voy al grano: Ver a
través de la web, por ejemplo, fragmentos de 5 minutos de discursos de Nicolás
Maduro, permite formarse una clara idea de la descomunal ignorancia del
personaje.
Si no fuera por
el Twitter con sus mensajes de 140 caracteres,
muchos no tendríamos la oportunidad de palpar la inteligencia del nuevo
canciller venezolano, Elías Jaua. Tres
mensajitos aquí unidos lo retratan de cuerpo entero: "Nicolás, Cilia y yo acabamos de terminar
un encuentro profundamente humano, hermoso con nuestro Comandante Chávez. Está
en batalla... Bendiciones, abrazos, oraciones y estampitas… Él las agradece con
más amor. El amor del Presidente Chávez por nosotros, el pueblo venezolano, no
cabe en todo el universo ¡Viva Chávez,". Frente a eso me pregunto
entonces: ¿Puede alguien ser más ridículo y adulante?
Bueno, pero como el
propósito de este artículo es airear el problema la superficialidad inducida
por internet, pues invito a reflexionar sobre el “profundo” contenido de un
video breve del canciller Jaua: Véanlo en http://www.youtube.com/watch?v=GOuzO_mZrYw ¿Qué habría inhalado o tomado?
Sergio Ramírez en
su artículo señalaba que “quien busca información en la red infinita pasa por
encima de los asuntos esenciales, no penetra ni analiza, sólo quiere enterarse
de lo que necesita en el momento, navega en la superficie”. Frente a eso, pienso que es verdad que los
libros electrónicos no permiten ese delicioso manoseo, rayas, anotaciones,
etc., propio de los impresos, pero también debo decir que en la red he
encontrado valiosos textos de consulta sin pagar un centavo. Y dentro de los
Estados Unidos he solicitado libros en calidad de préstamo a distintas
bibliotecas, enviando solo correos electrónicos e investigando en sus archivos.
Pero como nunca
he sido dueño de la verdad absoluta y me considero apenas un diletante, a lo
mejor Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Elías Jaua son los nuevos grandes
pensadores y líderes de la humanidad. Y
que me perdone Sergio Ramírez, porque él ni siquiera los ha mencionado.
ricardoescalante@yahoo.com
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