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jueves, 3 de abril de 2014

¿Venezuela se balcaniza?


Milosevic en la Corte Penal Internacional, en La Haya

Ricardo Escalante

Ninguna dictadura conduce a nada bueno y toda dictadura brutal conduce a lo peor. Nunca desde la existencia de Venezuela como república, las perversiones económicas, sociales, políticas, religiosas y éticas, se habían mezclado hasta llegar a extremos insospechados y al ensañamiento contra ciertas regiones.  Jamás el Táchira había sido el infierno que es hoy.

En la historia de la humanidad eso ha ocurrido muchas veces, pero jamás entre los venezolanos. Ha habido autócratas que en razón de sus desvaríos, han implantado aborrecibles métodos de liquidación de pueblos enteros  y los han empujado a buscar soluciones terribles que terminan por convertirse en círculos viciosos: Guerras intestinas, secesionismo y más.

La ambición infinita de poder de ciertos iluminados ha causado confrontaciones bélicas de larga duración y odiosos desgarramientos, pero no siempre ellos han escapado incólumes. Nadie puede olvidar, por ejemplo, al dictador serbio  Slovodan Milosevic, El Carnicero de los Balcanes, responsable directo de uno de los peores y más crueles genocidios de la humanidad, quien a pesar del odioso ultranacionalismo que condujo a la división de Yugoslavia ha encontrado obcecados capaces de justificarlo.

Nicolás Maduro no es, por supuesto Milosevic, primero por su incapacidad para pensar y, luego, porque no ha desatado una guerra de alta intensidad. No obstante, ha utilizado aviones, tanques y fusiles rusos y gases contaminantes en gran escala, contra la población del Táchira, que de manera admirable resiste el cerco de alimentos, gasolina y otros productos de primera necesidad.  La ola de allanamientos contra edificios y barrios enteros, arremetiendo contra la población civil desarmada, ya comenzó  provocar desplazamientos hacia Cúcuta.

Muertos, cientos de heridos, torturas y el encarcelamiento del alcalde de San Cristóbal, han sido documentados por periodistas extranjeros que han visitado la zona, donde algunos ya han comenzado a pensar posturas extremas que no conducen a nada.  En ningún caso el Táchira –con una historia cargada de hombres de trabajo y carácter firme- podría sobrevivir al margen de la unidad nacional, pero el gobierno de Nicolás Maduro se empeña en hacer ver que existe una guerra y justifica las brutales arremetidas militares como “visitas “domiciliarias”, además de aplicar cercos de todo tipo. San Cristóbal es un dominio militar controlado desde Cuba. 

Yo, también de la montaña y con familia en aquellas tierras andinas, he escuchado con preocupación el lenguaje insensato de Maduro y sus acompañantes, que intentan decir que en Venezuela no ocurre nada porque el gobierno está encabezado por una modesta versión de la madre Teresa de Calcuta. Por ello ese investigador paciente e indoblegable que es el diputado Walter Márquez, ahora prepara un legajo con miras a presentarlo en la Corte penal Internacional de La Haya.
@opinionricardo

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