Hay quienes van por la vida cometiendo barbaridades con cara de yo no fui, disfrazados con simpatía, buena presencia y mejores modales. Sonríen con aires de autosuficiencia para hacernos sentir que algo deberíamos agradecerles.
Con Douglas Bravo |
Digo esto después de leer una
entrevista de Manuel Isidro Molina a Alí Rodríguez Araque. Es la despedida de la vida pública de uno de
los personajes relevantes del chavismo, adornada con frases que resultan interesantes
porque desparraman insinuaciones en la medida en que él salta de un tema a otro,
diciendo sin decir nada. Es una
escurrida de bulto o un “yo no fui”.
Claro,
las preguntas tampoco punzaban el voluminoso saco de experiencias nefastas que es
la vida del comandante “Fausto”. Era una de esas entrevistas a un buen amigo,
cosa no criticable y válida en el ejercicio del periodismo, pero Molina ni siquiera
logró explicar por qué había desperdiciado esa magnífica oportunidad.
Rodríguez Araque iba dejando palabra
por palabra en el grabador con intenciones calculadas, como quien mueve las
piezas en el ajedrez y, por supuesto, ahora no puede ser leído de otra manera.
Entre líneas, deja a Nicolás Maduro
como un gran incapaz, al sugerir que intenta ser Presidente pero no calza los
zapatos de Hugo Chávez, a la vez que revela con elegancia la inexistencia de
comunicación entre ellos. Como Rodríguez no es ningún ingenuo, sabe apuntar así
al agravamiento del desastre nacional que comienza con la falta de papel
higiénico.
El diálogo tenía lugar en uno de los
despachos de PDVSA, empresa que él mismo -junto con Rafael Rodríguez, Bernard
Mommer, Bernardo Alvarez y muchos otros-, condujo al “pudreval” que es hoy. Sin ponerse el pañuelo en la nariz, ahora
dice que “hay cosas que así uno las recuerde, no debe decirlas”…
Esa es una frase que envuelve con celofán y lazo rojo rojito una
interminable lista de inconfesables recuerdos:
Asaltos a bancos, secuestros y otras andanzas de aquella época del “Comandante
Fausto” y, de tiempos no lejanos, el despido de golpe y porrazo de 20 mil
ejecutivos, profesionales, técnicos y obreros calificados, de PDVSA. Y tantas otras cosas como las compras de
equipos eléctricos mientras era ministro de Energía.
Su enfoque del tema de la corrupción,
que en PDVSA y en todo el gobierno es como la hiedra, no deja de ser divertido: Se trata sólo de un asunto de las putas que
pululan en el mundo privado. ¿Y qué hay de los amigos Diosdado, Rafael Ramírez y tantos otros? Ahh, pero la solución es vender el catre.
Son muchos los detalles, pero por ahora
es mejor dejarlos en el tintero. “Fausto” anuncia que se residenciará en Cuba
para escribir dos libros y, por supuesto, tenemos derecho a imaginar con ingenuidad
que los hará a lo Hemingway o a lo Gabo, para contar las historias de putas,
del secuestro del “Rey de la Hojalata”, de asaltos a bancos y de “pudreval”.
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