Hace unos días circuló profusamente en internet el audio de un supuesto mensaje de Hugo Chávez a su hermano Adán, en el cual él se declaraba secuestrado. Lo escuché dos veces y me pareció que se trataba en efecto, de su inconfundible voz, pero, por supuesto, si se examinan las circunstancias que rodearon la vida del caudillo a partir de la primera operación pélvica que le practicaron a mediados de 2011, la única conclusión posible es que la grabación es obra de un experimentado embaucador.
Se sabía que Chávez
estaba aquejado por una de las variedades más agresivas de cáncer, pero él,
Fidel y Raúl Castro, se empecinaban en ocultar la gravedad del diagnóstico y
las expectativas de vida para retener el mando hasta el instante de la muerte,
para asegurar la continuidad del régimen y avanzar en creación del ser legendario,
casi sobrenatural. Un final terrible
para alguien que amenazaba con gobernar cincuenta años.
Durante año y
medio el autócrata hizo esfuerzos para dar la impresión de que ciertas manos
milagrosas y avanzados medicamentos producían el efecto deseado, aunque el aspecto
desnudaba la farsa. Con el rostro abotagado, un feo color cobrizo y andar cansado,
se aferraba a la condición de caudillo y se ponía de rodillas ante el Cristo que
con prepotencia antes denostaba. Quería creer su triste mentira. Y aquí voy ahora
a contar por primera vez la anécdota de un médico colombiano -un amigo a quien
conocí hace muchos años en Londres-, que pasó por Houston en noviembre de 2011,
cuando la salud presidencial era solo especulaciones y secretismo.
Mi amigo había
coincidido en un evento profesional con uno de los doctores que atendían al Presidente
venezolano en aquella etapa del mal, quien en términos confidenciales le describió
las características del tumor extraído de la parte posterior de la vejiga y los
órganos invadidos. Los augurios eran devastadores, a pesar de que el tratamiento
era el mejor que existía. El paciente era un hombre de contextura fuerte,
acostumbrado al ejercicio físico, pero estaba sujeto a imponderables: No todos
los organismos reaccionan de la misma manera a la medicina. Ya entonces le calculaban
una vida máxima que podía estar entre 8 y 12 meses, pronóstico que resultó
acertado.
Las actividades públicas
del jefe del Estado comenzaron a disminuir en forma progresiva al llegar el año
2012. Apeló al uso creciente de los medios radioeléctricos para suplir las
ausencias impuestas por el dolor inclemente, que era aliviado con drogas heroicas.
Atrás habían quedado las largas caminatas y el programa Aló Presidente, que solía
durar hasta ocho horas y era transmitido en cadena de radio y televisión. Hasta
compromisos de Estado eran cancelados intempestivamente. Twitter pasó a ser una
herramienta esencial, hacía viajes no programados a Cuba y con fines
proselitistas endeudaba el país de manera irracional. Las elecciones
presidenciales fueron adelantadas ante la certeza de la mengua de las condiciones
físicas.
Lo que vino
después es harto conocido. Los viajes a La Habana eran cada vez más frecuentes y
de mayor duración, hasta que ya no pudo gobernar, mientras el país andaba a la
deriva y a la oposición le faltaba garra para llenar el vacío presidencial. En
vez de reclamar la declaratoria de ausencia absoluta del Presidente, lo más
importante para el ex candidato Capriles Radonsky era orar por la recuperación
y el pronto retorno de Chávez.
En aquellos meses
aciagos, Venezuela quedaba en evidencia como uno más de esos países afroindios latinoamericanos
propensos a la mitología. Unos lloraban y en el pecho llevaban medallitas con
la imagen de Chávez. No faltaban siquiera relevantes detractores que lo estimaban
indispensable, en vez de promover un liderazgo civil que rescatara la
pluralidad de las ideas y las banderas democráticas. De esa forma y con la habilidosa tracalería
cubana se llegó al gobierno de ese ignorante primitivo que es Nicolás Maduro.
Ahora
mis lectores se preguntarán qué persigue mi circunloquio. Pues algo sencillo:
Insistir en que hasta en la oposición hay quienes creen en la invencibilidad
del chavismo y con sus grabaciones de “Chávez” alimentan el mito, con lo cual
le sirven al peor y más corrupto de los gobiernos venezolanos. ¡Aliados involuntarios de Maduro!
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