Hay palabras y expresiones que, como la ropa, se ponen de
moda y pronto se olvidan. Digo ésto
porque desde el ascenso de Hugo Chávez hemos estado tambaleándonos, claro, unos
más que otros y, como cualquiera de escasa inteligencia podrá suponer, a estas
alturas todos los venezolanos hemos sido tambaleados, pero Nicolás Maduro y sus
cómplices no. Ellos son la excepción.
Cada ciudadano empieza el día con tambaleos, sobre todo si
tiene que ir al mercado, a buscar un repuesto para el carro o visitar la farmacia.
El aceite, las arepas y el azúcar, no cesan el tambaleo. En cambio, el papel
higiénico no. Las dificultades con ese
bien “suntuario” finalizaron al ser inaugurada la misión Trapito Mojado, que
pone al alcance de todos esos maravillosos pedazos de coleto que se venden como
pan caliente. “¡Coleto para tu culito!”,
es la pegajosa propaganda que muchos tararean en cualquier lugar, a cualquier
hora.
Claro, Maduro está por encima de cualquiera de los
avatares de la vida venezolana. No usa coleto porque Fidel y Raúl Castro le
hacen despachos diarios de un papel de seda especial, que agota antes del anochecer.
Las repetidas y malolientes urgencias presidenciales reclaman cada vez mayores
cargamentos de ese papel “made in Cuba”, a pesar de las reiteradas afirmaciones
oficiales sobre su valentía, que aún no ha pasado la prueba de fuego. “Maduro
no se tambalea ni se tambaleará”, dijo algún convencido. “Eso no solo sería
inconveniente, sino que en el país no existen razones objetivas para su
desplome”, comentó otro. “¡Caídos están los oligarcas!”, exclamó Diosdado.
En los últimos días también se nos ha advertido que la
cosa se pondría color de hormiga si Maduro se llegara a tambalear, porque el ineluctable
sucesor sería un militar desalmado peor que Pinochet, Stalin y otros… Pero yo,
suspicaz y siempre malsano, en este instante me hago preguntas para las cuales
la limitada inteligencia me impide ingeniar respuestas oportunas y apropiadas.
¿Acaso Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Gustavo Machado
y otros, tenían esa aprensión mientras luchaban contra la sangrienta dictadura
de Marcos Pérez Jiménez? ¿Tenía sentido el aguerrido espíritu de la generación
del 28 cuando combatía a Juan Vicente Gómez? ¿Vino una brutal dictadura militar cuando
Chávez renunció en el 2002, o Pedro Carmona y su comparsa fueron culpables del infausto
retorno?
Digo y repito, como mi imaginación no da para tanto, ¿tendremos
entonces que aplaudir los robos, torturas, asesinatos y otras pillerías de
Nicolás Maduro y sus facinerosos? ¡Me
niego a creerlo!
@opinionricardo
No hay comentarios:
Publicar un comentario