Ricardo
Escalante
Nicolás Maduro no encuentra salida porque su demencial
incapacidad lo atrapa. Prohibió las manifestaciones callejeras pero cada vez
son mayores, apagó una “candelita” y ahora las tiene por todas partes, anunció castigo
a los especuladores “imperialistas” pero la inflación es astronómica, buscó a
“acuerdos” con Lorenzo Mendoza pero ni siquiera hay harina PAN importada de
Colombia. ¡Vaya incapacidad!
Ahora acaba de anunciar una cacería de brujas contra los
“financistas” de las guarimbas y un aumento de la ya brutal represión. ¿Sabrá él
que Víktor Yakúnovich se achicharró con candelitas en Ucrania? El “pobre” no sabe que el cementerio de
dictadores primitivos está lleno de khadafis, perezjimenez, videlas, y otros
maduros, violadores de los derechos humanos.
En ese mismo ambiente, durante las últimas semanas hemos
oído unas cuantas voces que claman por diálogo. Unos lo hacen con lenguaje
refinado, culto, pero no por eso dejan de ser cándidos, pánfilos. Otros, sobre
todo trasnochados chavistas en retorno, lo hacen en su afán de pescar en río
revuelto. Una embajada, un contrato, una
cuota clientelar no les caería mal.
¿Y por qué saco ahora estos trapitos sucios al sol? Ahh, pues porque ni unos ni otros se percatan
que es el gobierno quien tiene que ceder: Cesar los asesinatos, liberar los
presos políticos, acabar el odioso control de cambios que ha engendrado
corrupción y distorsiones económicas, rematar la inútil chatarra militar
comprada por Chávez, eliminar los hampones miles de encapuchados formados en La
Habana, acabar la regaladera de petróleo, y otras cosillas más. ¿Eso debe ser producto de diálogo?
Los interesados en el diálogo no han descubierto que el
gobierno solo busca poner pañitos calientes para seguir con su maltrecha
bicicleta. No entienden que la
irrespirable atmósfera de la escasez, la estanflación, el desempleo galopante,
falta de libertades y los homicidios cometidos por los colectivos, no son
responsabilidad de la población sino de la clase enquistada en el
Ejecutivo. Lo demás es pedirle peras al
olmo.
¿Esos “dialogantes” se habrán detenido a pensar cómo
están los medios de comunicación en Venezuela?
Yo, lo confieso, jamás imaginé a El
Nacional y otros periódicos
boqueando, asfixiados por el gobierno.
Ni siquiera en la época en que Alfredo Peña utilizaba el periódico más
importante para sus irresponsables y supinas conspiraciones. Por cierto, jamás
he visto un acto de contrición de Peña. ¿Sabrá que El Nacional está hoy en
el disparadero de despedir 120 trabajadores, incluyendo 40 periodistas?
Por el camino que vamos nadie puede hacerse ilusiones. La
barbarie aumenta y la olla tiene que estallar porque no hay válvula que la
alivie. ¡Que vivan las protestas!
@opinionricardo
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