Ricardo Escalante
Cualquiera podría
preguntarse por qué, si la convicción del presidente Juan Manuel Santos sobre
la necesidad de una reforma de las instituciones colombianas era sincera, en
vez de plantear un debate amplio con los sectores democráticos de su país,
prefirió el escabroso camino de negociar de tú a tú con un grupo minúsculo,
criminal, dañino, alzado en armas.
La agenda de las
reuniones en La Habana da pábulo a la tesis de que a Santos le interesa más su
reelección que la gravedad del diluvio que va a desatar, una de cuyas
consecuencias será un clima de inestabilidad política que, a su vez,
repercutirá en esa economía nacional sólida que ha sobrevivido los peores
embates del narcotráfico y la guerrilla. El clima político y económico tiene sus límites,
pero el Presidente pareciera no entender que el legado del vetusto régimen
cubano es solo caos y no hay nada que buscar con sus fórmulas.
He leído y
releído los artículos publicados por el jefe del equipo negociador del gobierno
colombiano, Humberto de la Calle Lombana, en los cuales usa frases edulcoradas para
desparramar cosas tan delicadas como, por ejemplo, la intención de modificar la
ley para darle a las Farc y al ELN cuotas parlamentarias superiores a las
provenientes de la voluntad popular. Y al leerlo me pregunto si bajarse los
pantalones es un cauce para la paz.
De la misma
manera y como si hiciera una confidencia o revelara un “estupendo secreto”, él ha
hablado de “un esquema de reconocimiento escalonado de diversos derechos que
incluirían financiación y acceso a medios de comunicación”, pero se guarda el
“beef” del asunto. Se trata nada más y
nada menos que de asignaciones económicas estatales para propaganda del partido
que surja de la negociación y, por supuesto, con eso volvemos a lo mismo: ¿Se
reivindica así a las víctimas? ¿Es justo
financiar a quienes han matado a mansalva, secuestrado, torturado, desplazado,
extorsionado y chantajeado a cientos de miles de ciudadanos?
Quienes negocian
y bailan al traqueteo de ametralladoras, juegan con cartas marcadas y están
asesorados por los amigos de Cuba y Venezuela, que, además, les proveen dinero
y armas. Las Farc han proclamado de
manera constante su lucha contra el sistema establecido en Colombia, es decir,
contra las instituciones y la democracia.
Hugo Chávez tenía un discurso similar para engatusar a los cándidos y
ahora tenemos el resultado a la vista.
¿Estará Santos en
vías de convertirse en un símil de lo que fue Rafael Caldera en Venezuela? Con
su descomunal ego, Caldera se sentía cercano a Dios y hasta pretendía agarrarlo
por las barbas, a pesar de lo cual pasó a la historia como lo que en realidad
fue: Uno de los grandes responsables del derrumbe de la democracia venezolana. Su discurso anti sistema del 4 de febrero de
1992 -cuando todavía estaba fresca la sangre de los muertos causados por el
golpe de Chávez-, alcanzó una celebridad tan amarga como la del sobreseimiento
de la causa militar a que después fue sometido el teniente coronel golpista. Ahh, y la ñapa fueron las prebendas que
otorgó a otros sublevados. ¿No estará Santos dándole un palo a la lámpara con
estas negociaciones?
La situación política
colombiana se complica, además, por la ausencia de partidos robustos, con
direcciones colectivas bien estructuradas y con líderes sólidos. Y, por supuesto, también hay que decirlo: El
ex presidente Alvaro Uribe es responsable de cuanto ocurre por haber estimulado
la candidatura de Santos, así como por las pretensiones de convertirse en un
caudillo a la vieja usanza. Uribe castró
la posibilidad de derrotar en las próximas elecciones a su ahora enemigo jurado,
al crear un movimiento a su imagen y semejanza, con un candidato que no
emociona y no levanta vuelo, escogido mediante un guiño a la maquinaria
uribista. Y, por cierto, a todas estas
me pregunto dónde andará Pacho Santos, y qué pensará de este descomunal enredo
y del caudillo en quien confiaba.
Por todo eso, ahora
solo nos resta desear que ante el eventual referéndum sobre el acuerdo
Farc-Santos, prive la sensatez de los colombianos.
Twitter: @opinionricardo
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