Ricardo Escalante
Todo el mundo lo sabía. Blatter no porque, como los ángeles, su vuelo es celestial y nunca le llegaban los malos olores terrenales provenientes de la FIFA. Por eso él todavía proclama su lucha para poner fin a cualquier desaguisado. Blatter sabe de política y actúa como político.
Hoy solo cabe
preguntarse cuándo el reelegido Blatter caerá como mango maduro, porque ya se
sabe que los apresamientos ocurridos en Suiza son apenas la consecuencia de
investigaciones aún en etapa preliminar. ¿Qué pasará cuando los detenidos
empiecen a colaborar con la justicia de Estados Unidos? Pués elemental “mi
querido Watson”: ellos gorjearán como pajarito en primavera hasta que…
¡Cataplum! Renunció al cargo cuatro días
después de su apabullante reelección porque siente que el FBI ya le pisa los
talones y que no podrá escapar.
Nadie abriga
dudas sobre la forma en que se batió el cobre a la hora de asignar las sedes de
los campeonatos de Rusia y Qatar. Por eso Putin se adelantó a descalificar a
Estados Unidos y a la justicia norteamericana, porque entiende el fútbol y la
política de la misma manera. Usa el fútbol para apartar a los rusos del
desastre que los aqueja. Y aquí otra vez: “elemental mi querido Watson”…
Todos vimos a
Blatter complacido, feliz a la hora de su reelección al frente de ese ente “no
lucrativo”. Buena cara, gran actor. El problema, claro está, es qué va a pasar
con la FIFA y con todas esas federaciones que votaron por él: ¿se podrán
depurar? Ahí la cosa no estará fácil
para “mi querido Watson” nada inglés, porque en la FIFA nadie fiscaliza las
actividades de sus directivos y el entramado de intereses se mezcla con la
política de muchos países.
Lo que sí está claro
es la inconveniencia de todas las reelecciones porque ellas acarrean males
difíciles de curar. Surgen vicios y corruptelas que se enquistan. La gravedad
en este caso viene dada, además, por el desencanto que las prácticas inmorales
causará en esos niños pobres de todo el mundo que descalzos patean balones de
trapo con el sueño de llegar a ser astros del fútbol.
Una posibilidad
es que después de todo la FIFA termine por vender el sofá y todo siga igual,
porque la mayoría de las delegaciones defendieron a Blatter con sus votos. Ahh,
y ahora me explico el elogioso discurso de Blatter sobre las cualidades del
equipo venezolano que compitió en la Copa América y sus insinuaciones de que
eso era fruto de políticas de Estado. Lucía feliz al lado de Hugo Chávez, ese
despilfarrador de los recursos que hacía y deshacía a su antojo. ¿Cuánto le costaría eso al Erario venezolano?
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