Como creo en los beneficiosos aires de la contraposición de las ideas, recibo casi con alborozo los reclamos y hasta las muestras explosivas de contrariedad por la orientación de mis artículos de opinión. Y lo celebro por considerar que no hay nada más aberrante que la verdad absoluta, que no es propia solo de religiones, sino también de dictadores y hasta de ingenuos adoradores de líderes.
En anterior ocasión hice tal afirmación con otras palabras y
ahora la repito, porque una vieja amiga me exige explicaciones por el
atrevimiento o la irreverencia en que incurrí al advertir la existencia de
ciertos lunares en la oposición venezolana y, de manera especial, en Henrique
Capriles Radonsky. Para ella el ex candidato presidencial es infalible, providencial, criterio
que respeto pero no comparto por muchas razones.
El Consejo Nacional Electoral dijo que el conteo de los
votos emitidos el domingo pasado dio 49 por ciento al oficialismo y 43 a la
alianza opositora. Según eso, por supuesto, hubo ganadores y perdedores, a
pesar de lo cual hay quienes practican la alquimia de las interpretaciones
políticas. Yo sostengo que era
equivocada la estrategia de Capriles, conforme a la cual las elecciones
venezolanas del pasado domingo eran una suerte de plebiscito para Nicolás
Maduro y, en consecuencia, debíamos prepararnos para una constituyente y para
relegitimar todos los poderes del Estado.
¿Alguien en su sano juicio podría hablar hoy sobre ese tema?
Además, Capriles se empeñó en asumir el protagonismo de unas
elecciones locales cuyos revelaron que él no es líder en la capital del estado
que gobierna, Miranda, porque su candidato perdió. Por eso, por supuesto, es bueno saludar los
esfuerzos de María Corina Machado, Leopoldo López y muchos otros, para
quitarnos de encima la cadena de abusos impuesta por el estólido Nicolás
Maduro, que ha llevado el país a la ruina.
Y como mi amiga casi me pide una rectificación -que con
buena voluntad haría si sus argumentos fueran más allá de los dictados del
corazón-, he vuelto a revisar lo que arrojaron los escrutinios: Que el país
está dividido en dos toletes, uno un poco más grande que el otro. Ahh, y hay también el sector de los hastiados
del gobierno y la oposición, que se abstuvieron de participar en el
“plebiscito”. ¡La mayoría no cambió con
los discursos de la MUD y de Capriles!
Por eso expresé que no ha ocurrido una hecatombe, pero tenemos que
cuajar decisiones acertadas para convencer a esa mayoría que embelesada sigue
al gobierno atrabiliario de Maduro. ¡Estamos a tiempo!
Y, para rematar, a la siempre bien recordada
amiga le aclaro que mis frases descarriadas no pretendían alterar el afecto
mutuo, pero sí reiterar que profeso la crítica y no me cuento entre quienes
agarran la verdad por el pescuezo.
Muy.bueno tu articulo pero no se puede hablar en sentido tecnico de plebiscito aunque muchos lo tomaron, ya que se realizaron las elecciones y tenemos el mismo gobierno que va horcar los gobiernos municipales aun cuando puede recaudar dinero por impuestos por su autonomia. Como lo veo seguimos guindando de un hilo de telaraña
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