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viernes, 21 de septiembre de 2012

Prostíbulo de encuestas


Ricardo Escalante, Texas
Las encuestas -que en épocas electorales han sido valiosos instrumentos de trabajo para conocer las reacciones del gran público frente al comportamiento de los candidatos y sus ofertas- en Venezuela pasaron a ser parte de la propaganda. Los competidores las utilizan para crear confusión y tratar de sacar ventajas.

Las propias empresas encuestadoras han contribuido a su propio desprestigio. Se supone que los sondeos de opinión pública están destinados a explorar la realidad y a corregir o profundizar las estrategias electorales y, en consecuencia, deberían ser privados. Pero hay encuestadoras inmorales que en Venezuela se permiten incluso fabricar resultados sin siquiera hacer trabajos de campo, y sus ejecutivos hablan través de los medios y lanzan predicciones, con lo cual es inevitable preguntarse qué buscan.

Es alarmante ver como, por ejemplo, las llamadas “encuestadoras tradicionales” suministran cifras tan dispares, que de inmediato despiertan suspicacias. Y, claro, como siempre hay explicaciones para todo, con cara de yo no fui tratan de curarse en salud con tesis inverosímiles. Dicen, entre otras cosas, que la enorme brecha es consecuencia de las diferencias en la cobertura y proporción de las muestras tomadas en las clases sociales, porque, por ejemplo, unas ponen énfasis en sectores populares y otras en la clase media. A manera de ejemplo, se puede citar al vocero de Datanálisis, quien faltando apenas a dos semanas de las elecciones montó un show propagandístico para decir que había un "empate técnico" y, al mismo tiempo, aseguró que Chávez estaba adelante con 48 por ciento frente a Capriles, que tenía 39 por ciento, y habló de 11 por ciento de indecisos.  !Ni Cantínflas hubiese podido hacerlo mejor!

Cuando apenas faltan unos días para las elecciones en Venezuela, la guerra de encuestas y encuestadoras ha arreciado. Por eso, todas esas empresas deberían confesar quiénes y cuánto les pagan, porque hasta ahora sólo conducen a una única y gran conclusión: Las encuestas en Venezuela están puteadas, y de manera irresponsable estimulan una peligrosa confusión que el 7 de octubre podría desembocar en actos de violencia por los cuales seguramente nadie asumiría su responsabilidad.

No se percatan de la gravedad de su juego malévolo en ese país que ha sido llevado a extremos insospechados de intolerancia por un autoritario y megalómano desquiciado: el teniente coronel Hugo Chávez. ¿Es eso justo? ¿Quién les exigirá cuentas?
ricardoescalante@yahoo.com

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