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viernes, 28 de septiembre de 2012

Lo que pasará en Venezuela


Ricardo Escalante, Texas
Las elecciones venezolanas ya están a la vuelta de la esquina y todo el mundo se pregunta qué va a pasar el domingo 7 de octubre. Los escenarios son muchos, pero ninguno contempla el paraíso terrenal. Y es lógico: No hay posibilidad alguna de solucionar a corto o mediano plazo los gravísimos males sembrados por Hugo Chávez, pero si hay escenarios que contemplan la posibilidad real de un gran infierno.

Un amigo bien informado me acaba de hablar de una encuesta seria, no publicada, hecha para alguien del exterior, que revela que revela iguales posibilidades de victoria para Henrique Capriles y Hugo Chávez, porque existe una ventaja inferior a dos por ciento a favor del aspirante a la reelección, vale decir, existe un empate que en estos pocos días tendrá que resolverse. Todo indica entonces que en ningún caso la diferencia será tan holgada como ambos comandos de campaña vaticinan y, por supuesto, como decía Cantinflas, ahí está el detalle.

De esa manera surgen múltiples inquietudes, la primera de las cuales es qué ocurrirá si Capriles obtiene la victoria: ¿Chávez lo reconocerá de manera inmediata y sin objeciones? Después de haber gobernado 14 años acomodando las leyes a su antojo, atropellando derechos civiles y políticos, con pandillas armadas que siembran terror, erigiéndose al mismo tiempo en Presidente, legislador y juez, es difícil pensar que reconozca la derrota sin inconvenientes. Por eso, ha estado abonando el terreno al decir y repetir que la oligarquía y la CIA han preparado un fraude en su contra.

De manera sorprendente, con esa resistencia física admirable propia de alguien que apenas roza los 40 años, ha descontado la ventaja que hace tres meses parecía insuperable. Las razones para ser escéptico eran abundantes y tenían base: Su campaña arrancó tarde y mal, con equivocaciones de bulto y carencias tanto de lenguaje como de destreza política, pero ha mejorado. Ha probado que quiere vencer a Chávez y está decidido a lograrlo. Su comando y la Mesa de Unidad Democrática, además, eran algo así como un saco de gatos que, afortunadamente, se han tranquilizado.

¿Reconocería Capriles la victoria de Chávez? Si eso ocurre –cosa muy factible porque tiene una pequeña ventaja y dispone del abrumador uso y abuso del aparato del Estado para movilizar y pagar electores-, es perfectamente lógico que sea reconocido, como ocurrió en la elección presidencial anterior y antes. Una garantía de eso es la presencia e influencia de un intelectual y experimentado demócrata como Ramón Guillermo Aveledo, al frente de la Mesa de Unidad Democrática. Aveledo, por encima de todo, ha demostrado serenidad, ecuanimidad e inteligencia.

¿Qué se requiere para que haya fraude? Se requiere estar en control de los mecanismos electorales fundamentales y del aparato del Estado, en otras palabras, quien pudiera hacer fraude o desconocer su derrota no es otro que el imperecedero Hugo Chávez, cuya única debilidad ha sido el límite impuesto por esa enfermedad que está ahí y que es inocultable: El rostro abotagado como de boxeador y el abultado abdomen, denuncian su presencia a pesar de las interminables proclamas de buena salud.

Al comienzo de este análisis hice referencia a escenarios de infierno. ¿Cuáles? Si Capriles gana y es desconocido, puede haber un baño de sangre porque hay multitudes dispuestas a tomar las calles. Otro escenario de infierno es la misma victoria de Chávez, porque ha elevado la deuda de la República de 28.455 millones de dólares a más de 300 mil millones, gran parte de ella contraída con elevados intereses. El sector productivo nacional se vino abajo como consecuencia de las expropiaciones y políticas restrictivas, la inseguridad individual y colectiva hace de las suyas, 80 por ciento de los alimentos que se consumen en el país son importados, y el Estado es ahora dilapidador de dinero para comprar voluntades. ¿Puede eso continuar así? No, y lo primero que vendrá al comenzar el nuevo año será la devaluación del bolívar, y el aumento del precio de la gasolina.

En cualquiera de las dos opciones electorales, serán inevitables ciertas dolorosas decisiones cuya consecuencia inmediata será el aumento del desempleo y del costo de vida. Muchas de las mal llamadas misiones sociales no podrán continuar funcionando porque ya no hay dinero, porque lo último –las reservas internacionales de la República- ya comenzaron a ser quemadas por Chávez.

En el supuesto de que Capriles logre la Presidencia, tampoco muchas de sus promesas se podrán cumplir porque la cobija no alcanzará para tanto y, por supuesto, deberá afrontar severos conflictos políticos y sociales, el primero de los cuales sería consecuencia del chavismo irracional, que todavía estaría vivo y con fuerza suficiente para sabotear cualquier gestión administrativa decente.

Por estas razones y muchas más, están equivocados los venezolanos que desde sus puntos de vista opuestos se hacen ilusiones desmedidas, aunque, por supuesto, ojalá el triunfo acompañe a Capriles, que ha dado demostraciones de honestidad y de enorme capacidad de trabajo.

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