RicardoEscalante
Comienzo esta mañana con la lectura del breve cuento El matarife,
del español Domingo Alberto Martínez. Lo hago con la intención de entrar en
este nuevo día de actividad con una dosis de relax, pero pronto algo me empuja hacia
los tormentos que cada hoya y cada día vive la gente de mi país, Venezuela.
¿Cómo evitarlo? ¡Es imposible!
El matarife de la ficción , en ese ambiente de ratas imaginadas por
González, que chillan y devoran cinturones, y todo lo que viene después hasta
llegar al sanguinario que descarga el mazo con absoluta frialdad, me hace
pensar en Nicolás Maduro y en su uso eficiente de la tortura y la muerte
violenta como instrumento para aferrarse al poder. Sí, así como el delantal de El matarife
queda salpicado de sangre y de la cabeza abierta cuelga un ojo, Maduro da
vueltas en mi cerebro.
Es cruel, es despreciable matar poco a poco al pueblo que clama por
alimentos, por medicinas, seguridad y trabajo, pero a Nicolás Maduro y sus
matarifes eso les satisface porque se entronizan en el poder. Y quienes luchan
por el regreso a la democracia, por la reinstauración de la dignidad humana,
corren el riesgo de morir en las mazmorras, como le ha sucedido al concejal
Fernando Albán y a muchos otros. La
lista es interminable.
Por fortuna en estos tiempos todo se sabe, nada permanece oculto.
Internet, los teléfonos celulares, las redes sociales y todo el enorme tinglado
de formas de comunicación moderna, sirven para desnudar a los regímenes y a los
autócratas desalmados. A cada minuto aumentan los atropellos del
narco-gobierno, pero a cada minuto él y
sus compinches se acercan más a la justicia. ¡No escaparán!
www.ricardoescalante.com
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