Los puntos
de vista divergentes son inevitables y enriquecedores en todo movimiento
político democrático, pero las cosas cambian de tono cuando se ponen de por
medio la inquina o los intereses particulares. Las mezquindades anulan la visión
de conjunto.
Así, decir
que ahora en la MUD todo marcha sobre rieles sería infantil. La desdichada afirmación de que hay que salir
del confort para ir a la Venezuela profunda -hecha por Henrique Capriles-, solo
puede entenderse como un ataque directo contra Leopoldo López y por mampuesto
contra María Corina Machado y Antonio Ledezma, a menos que Capriles ignore el
sentido de las palabras. ¿Confort de López?
Tal vez con
ingenuidad movida por afán presidencial, en el discurso del gobernador de
Miranda hay cierto tufo de coincidencia con el peor gobierno de la historia
venezolana, que se ensaña con un preso de conciencia. Digo esto sin ser o haber sido simpatizante
del prisionero o de su proyecto político y porque, además, las manifestaciones opositoras
del sábado pasado (convocadas por López) ocurrieron en toda Venezuela y no solo
en Chacao. Es verdad que no fueron tan grandes como las del 2002, pero tampoco
tan malas como algunas convocadas por la MUD.
Pero bueno,
en descargo de ese joven Capriles, con una carrera política no exenta de méritos,
pudiéramos pensar que su aprendizaje es un proceso que no madura con carburo.
Le tomará un buen tiempo superar su catajarra de meteduras de pata, para que pueda
dibujar lecciones duraderas y útiles al país. La declaración causa de este
artículo viene a recordar, por ejemplo, cómo en su condición de abanderado de
la oposición, Capriles atacaba por igual y sin sentido a sus aliados y al
chavismo. Su discurso es enjundioso en contradicciones.
Características
de grandes políticos de todos los tiempos han sido la paciencia y el olfato
para actuar en el instante preciso, es decir, para no adelantarse pero tampoco
quedarse atrás. Y, de la misma manera, un principio básico de las buenas refriegas
políticas es no atacar en forma desmedida y con ventajas, porque el desespero
por madrugarle a los demás cae mal y se paga con desprestigio. Por eso, Capriles no debería olvidar las
enseñanzas de Maquiavelo y las anécdotas de Julio César, el gran dictador
democrático.
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