¡Como en el mundo subdesarrollado!. !
Ricardo
Escalante
Hay quienes se empecinan en creer que lo rocambolesco es
propiedad exclusiva de los países subdesarrollados, a pesar de los repetidos
hechos que presentan realidades unas veces trágicas y otras tan divertidas como
en cualquier película. Y Estados Unidos
es el mejor ejemplo de lo aquí afirmado.
Acaban de ocurrir dos hechos dignos de cualquier buena
película de Mr Bean, Sacha Baron Cohen o Woody Allen. El primero es la serie de
violaciones a los códigos de protección del hombre más poderoso del Planeta y
su familia; el segundo es la metedura de pata protagonizada por un equipo
médico de un magnífico hospital de Texas frente a lo que a la postre resultó
ser el primer caso de ébola diagnosticado en Estados Unidos.
Al Servicio Secreto no le sirvió de nada la larga
experiencia profesional de Julia Pierson, que había llegado a la Dirección para
rescatar la eficiencia y poner orden después del escándalo de prostitución de
un grupo de agentes durante un viaje del Presidente Obama a Colombia. El rostro
de la señora Pierson durante la audiencia de un comité de la Cámara de
Representantes era dramático, de desconcierto.
Hablaba más que todas sus palabras juntas y, por supuesto, pocas horas
después ella se derrumbó. Tuvo que renunciar.
Un hombre con un cuchillo saltó la cerca de la Casa
Blanca, protegida las 24 horas del día por francotiradores y alarmas. Sin que
nadie lo detectara recorrió un buen trayecto del jardín, entró a la residencia
y a corta distancia de las escalinatas que conducen a los aposentos de la
familia presidencial amenazó a un funcionario, después de lo cual fue derribado
y apresado. Todo como en los mejores estudios de cine de Hollywood.
Ahora bien, las actuaciones no terminaron ahí porque The
Washington Post en una más de su interminable lista de exclusivas, reveló que
tres días antes un hombre con antecedentes policiales, ¡subcontratado por un
equipo de seguridad!, había entrado con un arma a un ascensor en Atlanta con el
presidente Obama y lo filmó con su teléfono celular. Otra vez, como en
Hollywood.
La escena habría sido ideal para un buen film porque,
además, el periódico del tubazo era nada más y nada menos que el mismo que
mantuvo en vilo a la nación más poderosa y al mundo entero, con aquella serie
de reportajes impecables de Bob Woodward y Carl Berstein que dieron al traste con la
presidencia de un hombre inteligente y bien preparado pero con resortes éticos
corroídos. La corrupción sin límites de Richard Nixon para alcanzar sus
propósitos quedó en evidencia, mientras el Post dictaba cátedra sobre la
descomunal fortaleza de la libertad de expresión y de prensa. Nixon quiso silenciarlo pero no pudo. Su
renuncia fue estruendosa y estuvo a un paso de la cárcel.
Como en otra película, después de haber llegado varios
días antes a Dallas, Texas, procedente de Liberia, Thomas Eric Duncan, acudió
el 24 de septiembre pasado a un hospital con fiebre y dolores abdominales. Allí
le preguntaron si había viajado recientemente y él dijo que venía de Africa, no
obstante lo cual se limitaron a prescribirle algunos antibióticos y lo enviaron
de regreso a casa, donde estuvo en contacto con familiares y amigos. Ahora se
calcula que entre 70 y 80 personas pudieron estar expuestas al riesgo de
contaminación. Claro, las autoridades del hospital dijeron después que, por una
parte, los síntomas observados no habían sido de ébola y, por la otra, que la
información sobre el movimiento migratorio de Duncan no fue transmitida a los
responsables de la toma de decisiones. ¡Como en países subdesarrollados!
Nadie ignora que la medicina en Estados Unidos es
avanzada. ¿Qué pasó entonces? Dos días después el paciente fue llevado de
urgencia al mismo centro asistencial, el Presbiterian Hospital, donde le
diagnosticaron la terrible peste y ahora está grave. ¿Habría contagios? Nadie lo sabe, aunque hasta el gobernador
Perry se ha apresurado a transmitir mensajes de tranquilidad a la
población. Con cierta demora se tomaron
entonces medidas de aislamiento y otras precauciones con quienes estuvieron en
contacto con Duncan. ¡Peor que en el cine!
Nota: Al insertar esta nota, ya publicada con
varios días de anterioridad por El Universal de Caracas, el paciente Duncan
ha fallecido.
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