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jueves, 22 de mayo de 2014

Jaime Lusinchi, forjador de nuevas generaciones

Ricardo Escalante
Jaime Lusinchi fue dirigente político desde muy temprana edad y un luchador insigne contra la dictadura del brutal Marcos Pérez Jiménez.  Saboreó las alturas del poder, al ejercer la Presidencia de Venezuela entre 1984 y 1989, pero también vivió en pellejo propio las dificultades de la clandestinidad y del exilio.

Era conocido por su buen sentido del humor y por su dedicación a tiempo completo al partido Acción Democrática, donde como periodista lo conocí y cultivamos una amistad de muchos años. Desempeñó cargos directivos regionales y nacionales en la estructura partidista. Fue secretario de Asuntos Internacionales, jefe de la Fracción Parlamentaria por muchos años, miembro del Comité Ejecutivo Nacional, secretario general,  diputado y senador y candidato presidencial.

Entre sus rasgos principales como dirigente político fue el estímulo a la formación de nuevas generaciones políticas.  Era un demócrata convencido y practicante del debate amplio y respetuoso.  Durante su gobierno el país vivió en paz, pero también tuvo desgastadoras confrontaciones con su compañero de partido Carlos Andrés Pérez y con otros sectores de la vida nacional.  En la foto que acompaña esta nota aparezco conversando con él en Miraflores, durante la entrega del Premio Nacional de Periodismo en 1985.  A su lado se observan Octavio Lepage, Simón Antoni Paván y Armando Durán.    Paz a sus restos.

sábado, 17 de mayo de 2014

¿Colombia prospera o se hunde?

De cómo un país con admirables avances económicos se hunde en la política de cloacas.  La malvada reelección presidencial.

Ricardo Escalante
Es obvio que las intenciones reeleccionistas de Juan Manuel Santos en la Presidencia colombiana están en vilo, y eso es saludable para esa democracia cuyos líderes han puesto en evidencia serias desviaciones. Las reelecciones en países de marcado presidencialismo solo acarrean males difíciles de curar, frente a los cuales lo mejor es vacunarse a tiempo.

En su afán de continuar en el poder, Santos incurrió en la debilidad de conceder beligerancia a narcoterroristas que por más de medio siglo han asesinado en forma despiadada a decenas de miles de inocentes, secuestrado, extorsionado y causado inmensos daños económicos. Las negociaciones de La Habana son de Estado a Estado, entre iguales, lo que arroja mantos de dudas sobre el correcto funcionamiento de las instituciones colombianas.  Por eso, entre otras cosas, es buena la presencia de un nuevo Presidente que rectifique el entuerto.

Germán Chica, Oscar Zuluaga, J.J. Rendón, Uribe Vélez, J.M. Santos y Bautista. Foto Semana.com
Claro, sería injusto decir que Santos ha sido ineficiente desde el punto de vista administrativo. La economía de ese país es ahora mucho más robusta que en la época de Uribe Vélez. Al finalizar 2013, el crecimiento económico era de 4.3 por ciento con proyecciones de aumento sostenido, el PIB per cápita era de 7.933 dólares y la inflación estaba contenida en 2.7 por ciento anual. La diversificación del sector económico privado se mantiene en admirable expansión. Son cifras asombrosas, mientras la vecina Venezuela está en ruinas, sin siquiera papel higiénico.

Pero el problema de fondo está en los presidentes providenciales, que llegan para aferrarse al poder. Ahí comienzan los dolores de cabeza, porque ellos terminan por convertirse en caudillos, por creer que son únicos e indispensables, exactamente como Alvaro Uribe Vélez, que comenzó a actuar de manera torcida para tratar de obtener un tercer período constitucional.  Y cuando no pudo, entonces creyó que podía proyectarse a través de su ministro de la Defensa, a quien trató de tutelar.

Uribe es un caudillo con salidas similares a las de su odiado Hugo Chávez, cosa inconveniente.  Creó un partido con el solo propósito de combatir a su ex ministro Santos y para buscar fórmulas alternativas de caudillismo.  Se hizo elegir senador e hizo postular candidato a su también ex ministro Oscar Iván Zuluaga, un hombre sin estrella política propia, pero, por supuesto, está por verse cómo sería (o será) su Presidencia. ¿Se dejará tutelar por Uribe? ¿Gobernará con criterios propios?

Esos son males que conducen al progresivo desprestigio de las instituciones y terminan en lo que es hoy Venezuela. Venezuela era un país con conspiradores profesionales de distinto pelaje, medios de comunicación que pretendían gobernar y ser oposición; políticos como Rafael Caldera, que se sentían omnímodos y propietarios de la verdad absoluta, y partidos que incurrían en graves desviaciones clientelares.  ¡Ahí están los resultados!  En medio de sus admirables éxitos, los colombianos deberían mirarse en el terrible espejo venezolano.

Frente a las campañas electorales colombianas hay que ponerse un pañuelo en la nariz, porque son diseñadas por especialistas en guerra de cloacas al estilo de J.J. Rendón, quien además protagonizó ese caso repugnante que puso plomo en el ala a la candidatura reeleccionista de Santos. Todo eso derrumba a cualquier país.

jueves, 8 de mayo de 2014

Con la moral desvencijada

Ricardo Escalante
 La piedra filosofal de todo aspirante a puestos de conducción en cualquier país debería ser la credibilidad, pero en Venezuela eso pareciera no revestir importancia. Lo usual es manipular los sentimientos de los ciudadanos, engañarlos con desenfado.

La mentira impuesta por Hugo Chávez como política de Estado, se ha profundizado de tal manera en la administración de Nicolás Maduro, que casi todos los resortes morales están reblandecidos. No es exagerado, entonces, hablar de una  catástrofe económica, política, social y moral.

A eso se agrega otro elemento descorazonador: Buena parte de quienes luchan por la superación de ese estado de cosas, han perdido la fe en el liderazgo opositor y, por lo mismo, actúan en las calles por cuenta propia a pesar de los riesgos que corren.  Por una parte, el régimen arremete contra ellos de manera brutal y, por la otra, la Mesa de Unidad Democrática los descalifica y torpedea.

En esas circunstancias ha ocurrido el diálogo MUD-gobierno, que ni ha arrojado ni va a arrojar resultados relevantes pero le permite al gobierno continuar pedaleando su bicicleta en un mismo lugar.  Y lo único que faltaba era el grave elemento de que la MUD niega haber pedido la aplicación de sanciones contra figuras descollantes de la corrupción y la brutalidad del gobierno, cuando la subsecretaria de Estado norteamericana, Roberta Jacobson, lo dijo bajo juramento ante el poderoso Comité de Relaciones Exteriores del Senado.

¿A quién creerle, a la MUD o a Jacobson? Todo el mundo sabe que ningún alto funcionario de Estados Unidos se expone de manera impune a las consecuencias que acarrea el perjurio en Estados Unidos. ¿No habría sido mejor que la MUD hubiese admitido y razonado su posición ante el espinoso asunto? Eso de tirar la piedra y esconder la mano tiene su precio en materia de credibilidad, que no se restaura con facilidad.

¿A dónde vamos los venezolanos? ¿Podremos así salir del infierno que consume a Venezuela? Por eso el país es un polvorín a punto de estallar.

Nota adicional: Después de haber dicho lo que dijo y como lo dijo, la señora Jacobson descubrió que había dejado al desnudo a la MUD y, entonces, reapareció como Cantinflas: "Dónde digo digo, lo que digo no es digo sino Diego"...  ?Quién dice mentiras? 
@opinionricardo

martes, 6 de mayo de 2014

J.J. Rendón en la picota

De cómo un estratega político se hace el harakiri
 Ricardo Escalante

¿Las acusaciones que ahora afectan a J.J. Rendón significarán el final de su exitosa carrera como asesor político?  Todo indica que sí, porque en los últimos días no ha recibido un baño con agua de rosas, sino algo que plantea serias reflexiones sobre las licencias que cualquier personaje público puede tomarse.

El polémico estratega electoral venezolano, cuya vertiginosa trayectoria es digna de admiración, va contra la discreción y el bajo perfil de los más reconocidos antecesores suyos en esa especialidad.  Le gusta asistir a programas de televisión, conceder entrevistas, dictar conferencias, retratarse con el público, vestir de una manera particular y hacer gala de su facilidad de expresión.  Un día se le ve por aquí, otro por allá, sin que le incomode la publicación de fotografías en las cuales aparece con poderosos asesorados.

En algún momento eso iba a tener un precio, porque, como era lógico suponer, sus apariciones generaban dudas acerca de la función de un hacedor de imagen. Sus exageraciones han ocurrido en terrenos no venezolanos, con lo cual los riesgos adquirían proporciones mayores, porque sus palabras a veces eran interpretadas como parte de las campañas de sus clientes. 

En Venezuela, J.J. Rendón  se había transformado en un actor político con agenda propia, lo que atizaba dudas acerca de si detrás de las estrategias en favor de los adversarios del chavismo, se escondían ambiciones que de un momento a otro podían comenzar a avanzar con pasos propios. Había quienes interpretaban eso como un globo de ensayo para medir hasta dónde podía llegar por sí mismo.

Durante la primera campaña electoral presidencial de Carlos Andrés Pérez (1973), una vez vi por casualidad al legendario asesor Joe Napolitan en un acto político.  Estaba solo, observando todo desde un rincón. No soporté la tentación de aproximarme a él y conversamos durante varios minutos.  Era un hombre amable y discreto, que se excusó de atender mis requerimientos para una entrevista periodística, con el argumento de que no tenía nada que decirle al público y que si lo hacía hasta podía incurrir en un error.  Lo mejor era el bajo perfil.

Ahora bien, en las circunstancias que hoy tocan a Rendón, hay que preguntarse por qué tenía que actuar de intermediario entre  emisarios del narcotráfico y el gobierno colombiano para tramitar una entrega de sometimiento a la justicia. Él niega haber recibido dinero y afirma que todo se hizo de acuerdo con el presidente Juan Manuel Santos, pero, como ocurre en esas situaciones, ya no tiene retroceso y ha dejado innecesarias dudas. Por eso le piden al Presidente colombiano que lo aparte de su campaña electoral.

Después de las declaraciones del capo Javier Antonio Calle Serna, alias Comba, a la Fiscalía colombiana, conforme a las cuales varios narcos le pagaron US $12 millones a Rendón por servicios de lobby a su favor, no es descabellado pensar que Nicolás Maduro encontró lo que quería para quitar del medio al hombre incómodo.

Se suponía que Santos lo mantendría como estratega, pero él optó por renunciar a la campaña electoral cuando apenas faltan tres semanas para la primera vuelta. Sin embargo, las consecuencias más graves todavía no se han visto, porque han surgido elementos graves que complican la situación del asesor. Su credibilidad ya está minada y, a partir de ahora, ningún cliente potencial verá las cosas con facilidad para contratar sus servicios. Hacerlo significaría correr riesgos innecesarios. 

Todo eso es una lástima, porque no hay dudas de su excelencia profesional, pero a partir de ahora nadie podrá perder de vista el hecho de que a pesar de su inteligencia, cuando menos le fallo el olfato al calcular sus posibilidades y su papel.  No lo duden: ¡Rendón se hizo el harakiri!
@opinionricardo

lunes, 5 de mayo de 2014

Secreto Sharp contra autócratas

Lo que faltaba: El desespero empuja al madurismo a la proscripción de libros
Ricardo Escalante

Con su maliciosa inteligencia, el gobierno acaba de incurrir en la enorme pendejada de criticar las tesis expuestas por el autor norteamericano Gene Sharp sobre formas eficientes de resistencia civil ante regímenes totalitarios. En pocas palabras, creyendo cerrar el paso a Sharp, terminó por recomendar el libro De la dictadura a la Democracia.

El ministro de Relaciones Interiores, Miguel Rodríguez Torres, con su pasado criminal al hombro, acaba de anunciar la incautación de ejemplares del texto de marras que habrían sido introducidos al país con fines insurreccionales.  ¡Vaya estupidez!  Por ese camino, Nicolás Maduro y su adorador Rodríguez Torres lanzarán La Ilíada a la hoguera y nos quedaremos sin episodios hermosos de la Guerra de Troya, es decir, Homero será declarado conspirador.

Rodríguez Torres desconoce que De la dictadura a la democracia puede ser obtenido de manera gratuita a través de internet y que ahora, por supuesto, muchos venezolanos acudirán a él y encontrarán análisis valiosos de formas de lucha que en distintos países han dado al traste con gobiernos autoritarios cuyo legado de muertes, torturas, persecuciones y opresión, ha sido desolador.
Sharp expone de manera magistral detalles para la reflexión sin pasiones. El suyo es un texto que nos viene como anillo al dedo, porque en su retroceso abismal, Venezuela asoma la nariz a las infaustas quemas de libros de Savonarola en tiempos de inquisición. Al leerlo tenemos la sensación de que Sharp se dirige a nosotros y nos toca la llaga para que despertemos y reaccionemos.

Ese libro, publicado por primera vez en 1993 en Bangkok para estimular el proceso democratizador en Birmania, pareciera incluso haber sido hecho para sacudir la conciencia de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) venezolana, cuyos síntomas de embobamiento saltan a la vista. Está escrito para los jóvenes inquietos que sueñan y buscan algo mejor, porque ahí encontrarán consejos para desarrollar métodos efectivos de combate a la dictadura que ha llevado el país al desmadre. Claro, cada país y cada sociedad son únicos y aplican fórmulas según sus realidades.

Sharp observa que hay quienes “se echan para atrás cuando tienen que enfrentarse a los severos problemas de combatir una dictadura, y caen en sumisión pasiva”… Otros “pueden llegar a la conclusión de que deben buscar algún arreglo con la dictadura, con la esperanza de que mediante la “conciliación”, el “compromiso” y las “negociaciones”, podrán atraer algunos elementos positivos y acabar con las brutalidades”…

Y aunque admite aspectos específicos en los cuales puede haber resultados positivos en una negociación (como un problema sindical, por ejemplo), subraya que “la oferta de paz de un dictador a la oposición democrática no es del todo sincera”. Los diálogos pueden ser utilizados para esconder graves peligros.

Las investigaciones de Sharp contienen un diagnóstico de los puntos débiles de los regímenes totalitarios, como una manera de señalar posibilidades de lucha para los sectores democráticos y, por supuesto, nada mejor que acudir al texto en referencia, que, como dije antes, está disponible en español y gratis en internet.

Una de las flaquezas de las dictaduras está en la jerarquía del poder, porque es susceptible de frecuentes conflictos porque los individuos no son inmutables. Las policías y los militares pueden actuar para lograr sus objetivos al margen de la voluntad de los autócratas y, en consecuencia, llegan a surgir los golpes de Estado.

Al buscar en Google el nombre del autor y el título de la obra proscrita en Venezuela, se encuentra la versión PDF.
@opinionricardo